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¡PUCHO!

Por Luis Machado Ordetx

La ubicuidad, aunque esté alejado de los recintos preferidos del natal Placetas o del recogimiento momentáneo de Santa Clara, caracteriza el temperamento psíquico y musical de Víctor (Pucho) López Jorrín, hombre que, de excelencia en arreglos y la composición, va siempre a lo extraordinario.

No por gusto el virtuosismo lo incorpora con agrado a su espiritualidad, y ahora junto a la trovadora Sara González —forma parte del grupo acompañante—, deambula como Einsten en la búsqueda de fabulaciones y misterios desprendidos del delirio artístico que lo cobija desde la infancia.

Después de los éxitos últimos, asentados desde 2001 con el Cd «Here comes “El Son”», homenaje cubano a The Beatles —figuró en arreglos, piano y piano eléctrico unido a otros dos instrumentistas villaclareños: Juan Carlos (El Peje) Rojas, timbales, y Lázaro (El Fino) Rivero, bajo—, no cesó en empeños, y demostró tal como dice a menudo que «el arte viene de un lugar, que no es solamente la escuela, porque brota de arriba…»

Aunque ese disco, excepto los temas de Jorge Luis Rojas (Rojitas), tuvo escasa difusión en la Isla, el proyecto sustentado por Alfredo Álvarez Calderón y Ernesto Juan Castellanos, fundido al concurso de otros intérpretes nacionales, lo empinó más allá de una mera recordación por la trascendencia sonora y textual que dejó al tiempo y la universalidad toda la historia de los «Chicos» de Liverpool.

Luego vinieron, al unísono, los éxitos del Cubadisco 2007 con el Cd «Vionaika», y también los arreglos a la pieza «Detrás del tilo», compuesta por Leonardo García y vocalizada por Vionaika Martínez para las jornada del Concurso de Música Adolfo Guzmán, efectuado en abril último.

Otros menesteres lo inspiran a labores conjuntas con Heidi Igualada, Polito Ibáñez y…
Sin embargo, su obsesión antes juvenil, y desde tiempos atrás madurez absoluta, lo insufla hacia los vericuetos, la improvisación, la riqueza y la experimentación con sonoridades de la contemporaneidad y la legión histórica del jazz.

Ahora concluyó un Cd, en perspectiva de circulación por la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) de España, y casi todos los temas tienen una iluminación en que subyace Santa Clara, con sus calles y gentes incólumes en una idiosincrasia cultural inigualable.
Por título: «Urban Experiences», con 12 temas dentro del canon del jazz-fusion clásico, donde la nostalgia, el divertimento y la ensoñación por la ciudad cabalga al amparo de un compositor que rastrea en la memoria para evocar el pasado.

Pucho López, conoce de los espacios más inverosímiles de Santa Clara, y a partir de la lectura del cuento «El Banco y la Estatua», escrito por Marvelys Marrero Fleites y aparecido en la revista digital Guamo, de abril pasado, encontró «justamente la historia que necesitaba para componer la pieza que cierra el disco».

Hace poco decía: «faltaba una pieza con esa onda, con esa historia», y ahí surgió: «A view from this side» y «A view from the other side», para reafirmar que «la música instrumental sugiere, no retrata; es la diferencia entre pintor y fotógrafo, más o menos. Me gusta porque es una historia local, juvenil, inocente al principio y con amor y daño también.»

En «Impostegable», una de las melodías más hermosas, el gentío infantil acata diferentes lugares, hasta prenderse de la entraña cromática que impera en todo el Cd. También incorpora «Espacios perdidos 1 y 2», dedicado a las legendarias descargas del otrora centro nocturno El Sótano, del hotel Santa Clara Libre, sitio que en antaño deslumbró a grandes de la música cubana que transitaron por allí en épocas en que «formaba parte de Los Fakires, de Esteban Riego, donde tocábamos hasta las tantas el mejor jazz contemporáneo que halla escuchado e interpretado.»

Recientemente Pucho López terminó toda la música destinada a los espectáculos coreográficos de la compañía villaclareña Danza del Alma, y ahora da los toques finales a otros Cds., en los que, seguramente, Santa Clara y sus calles, con santo y seña labran como manantial inspirador a un versátil pianista y un recio cimentador de arreglos orquestales que fulguran como carta de triunfo del espectro nacional o foráneo.

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