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LORCA; DESCANSA SIEMPRE EN PAZ

LORCA; DESCANSA SIEMPRE EN PAZ

Por Luis Machado Ordetx

¡Dejen al poeta reposar tranquilo!, dicen los seres de luces que animan la protección de la osamenta de Federico García Lorca [Fuente Vaqueros el 5 de junio de 1898-19 de agosto de 1936], como recordando aquello que escribió sobre su Granada querida: "La sustancia entrañable de su personalidad se esconde en los interiores de sus casas y de su paisaje";  por eso no existe rastro de su sepultura; anda disperso como su Duende por muchas partes; ubicuo perpetuo en medio del aire y la tierra; perenne como el rayo y el fuego.

Fusilado en agosto de 1936, a principios de la Guerra Civil Española, junto al profesor Dióscoro Galindo y los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Juan Arcollas, aparecen ahora informaciones precisas de la Consejería de Justicia de la Junta de Andalucía, tras concluir las excavaciones en las úiltimas de las dos fosas, de seis, analizadas por un estudio practicado por el  Instituto de Geofísica de la Universidad de Granada: las tumbas y las respectivas osamentas no aparecieron.

Tal suceso insta a precisar aquello en que el poeta disparó todo el ingenio cuando fundamentó que "España está en todos los tiempos movida por el duende, como país de música y danza milenaria, donde el duende exprime limones de madrugada, y como país de muerte, como país abierto a la muerte"; de ahí su recurrencia al símbolo, al misterio y el acertijo inconfundible de la existencia humana.


Gibson, el hispanista y mayor estudioso del legado artístico y documental de García Lorca, recibió un tiro por la culata tras las dudas vertidas en torno a los testimonios que tomó sobre la ubicación exacta de la fosa donde presuntamente yacería la osamenta del poeta y sus infautos acompañantes  luego de concluidos las prelinares indagaciones hechas por la Diputación de Granada en la década de los años 80 del pasado siglo,  y válidos  para que la Asociación de la Memoria Histórica formulara la petición de exhumación hace ya un tiempo.


Laura García Lorca, sobrina del poeta, desde la Huerta de san Vicente, sostuvo que la familia estaba en contra de la apertura de la fosa, puesto que creían que no contribuiría a cerrar las heridas abiertas por el franquismo y la Guerra Civil. Después el  libro  “Lorca, el último paseo”, de Miguel Pozo, planteó más interrogantes sobre la veracidad de la ubicación de la supuesta tumba común del poeta e insinuó que el hombre que señaló a Gibson el lugar en el que estaría enterrado el autor granadino, conocido como “Manolo el Comunista”, podría haberle mentido; no obstante el hispanista no creyó en ciertas teorías que sostienen que la parentela de García Lorca habría retirado el cuerpo de la fosa poco después de su muerte, o de la posibilidad de que fueran las propias tropas fascistas quienes lo hicieran para evitar la mala publicidad que envolvería la trágica historia.


De suspenderse definitivamente los trabajos y en el caso de que la Junta de Andalucía decida no continuar con la búsqueda, podría llegar a cumplirse la profecía escrita por García Lorca en la “Fábula y rueda de los tres amigos”, perteneciente a Poeta en Nueva York (1929-1930): “Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias, abrieron los toneles y los armarios, destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro. Ya no me encontraron. ¿No me encontraron? No. No me encontraron”; y diría: "Un muerto es más muerto en España que en cualquier otra parte del mundo."

La muerte constituyó siempre un presagio; un símbolo; un recuerso en toda la estética de Loca; justo en Poeta en Nueva York, el poemario evoca la muerte, el asesinato, el misterio de las Parcas en más de un instante; recuérdese "Poemas de la soledad en Columbia University"; "Fábula y rueda de los tres amigos"; "Los negros"; "Calles y sueños" —Danza de la muerte—; "Asesinato"; "Vaca"; "La nilña ahogada en el pozo"; "Introducción a la muerte"; "Paisaje con dos tumbas y un perro asirio"; "Cementerio judío"; "pequeño vals vienés"; "Son de negros en Cuba" y...


Una recisión a toda la poética del granadino confirma, incluso la negativa inicial de su familia de no abrir la fosa situada en el paraje de Fuente Grande, en Alcafar; y observamos "Gacela de la muerte oscura", contenida en el Diván del Tamarit, leemos allí: "Quiero dormir un rato,/ un rato, un minuto, un siglo;/ pero que todos sepan que no he muerto;/ que hay un establo de oro en mis labios;/ que soy el pequeño amigo del viento Oeste;/ que soy la sombra inmensa de mis lágrimas".

Cierto es que del autor que esconde su poesía en medio de la belleza de lo real salpicado de fantasías, tal como se aprecia en Mariana Pineda, el romance popular en tres estampas, escrito en 1925, los expertos que intervinieron en las excavaciones, a fines de diciembre de 2009, no encontraron osamentas ni restos humanos o de armamentos militares, y afirman "que allí jamás hubo enterramientos". supuestamente, en Alfácar, como acto condenatorio a la dictadura de Francisco Franco.


Francisco Carrión, director del equipo de cinco arqueólogos que excavaron seis emplazamientos del Parque Federico García Lorca de Alfácar, aseguró que "no se ha dejado escapar ni un sólo gramo de información del sedimento". Los especialistas revisaron fosa por fosa, cada palmo del terreno, y Jesús García Calero, del diario español ABC, definió posibles errores que hay de trasfondo en la excavación de la fosa de Lorca.

Digamos como un bocadillo que el poeta incluye en La Casa de Bernarda Alba (1936), al hacer hablar a La Poncia: "Nosotros tenemos nuestras manos, y un hoyo en la tierra de la verdad", sus Mujeres responde: "Descansa en Paz", mientras Bernarda, con sus 60 años a cuesta, espeta: "Con el ángel San Miguel y su espada justiciera"; así Granada y el mundo, quieto allí el poeta García Lorca, "puede despertar", como él quería en su "Banquete de Gallo", acto imperturbale de toda su inquieta y juvenil alegría.
 


 

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