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VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE VISTA POR EMILIO BALLAGAS

VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE VISTA POR EMILIO BALLAGAS

La Patrona de Cuba, Nuestra Señora la Virgen de la Caridad del Cobre, tiene su solemnidad hoy miércoles 8 de Septiembre. Justo en el año 2010, su imagen será venerada en todo el país durante un periplo de año y medio. La misa del pasado 14 de agosto constituyó la antesala para la peregrinación que al siguiente día, domingo, partió del Santuario Nacional del Cobre, en Santiago de Cuba, a unos 950 kilómetros al este de La Habana.

En 1951-1952 fue la última vez que ocurrió un peregrinaje similar en ocasión del Primer Congreso Nacional Católico de Cuba. Durante el viaje Apostólico de Juan Pablo II a Cuba, efectuado entre el 21 y el 25 de enero de 1998, María Santísima de la Caridad del Cobre —madre de todos los cubanos y del hogar de Nazaret—, fue bendecida en la tercera misa que ofreció el Papa, el sábado 24 de enero, en la Plaza de la Revolución «Antonio Maceo», en Santiago de Cuba.

El 10 de diciembre de 2011 culminará el recorrido en La Habana, y luego la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, retornará otra vez al Santuario de Santiago de Cuba, singular momento que dará inicio al Año Jubilar de 2012, fecha del aniversario 400 de su aparición en las aguas de la Bahía de Nipe, según la leyenda, en 1612.

 Nació el miércoles 8 de Septiembre de 2010; todos los cubanos veneran a Nuestra Señora  de la Caridad del Cobre.

Por Luis Machado Ordetx

Ballagas [Camagüey, 1908-La Habana, 1954], es el poeta cubano que más cantó a la Virgen de la Caridad del Cobre. De eso nadie tiene dudas. Ahí está su libro Nuestra Señora del Mar (Fray Junípero, La Habana, 1943), un minúsculo cuaderno formado por  un soneto, diez décimas y unas liras finales, desde las cuales el escritor testimonia por medio de formas clásicas y estrofas cerradas para acercarse a las fuentes nutricias de lo popular y lo folklórico en el alma nacional.

Sintetiza un tropiezo con la condición cristiana del poeta; de pacto y deuda del creyente, y de especial devoción de la Virgen de la Caridad del Cobre. En esencia es  un tributo a nuestra idiosincrasia; como pleitesía por lo afrocubano desde el refinamiento del corpus de metáforas y de los moldes estróficos y estilísticos utilizados.

La narración se circunscribe desde la óptica personal del poeta. Es una visión hagiográfica, dijo el ensayista Cintio Vitier en la presentación la Obra Poética de Emilio Ballagas, publicada en 1955 por la imprenta habanera Úcar García, y recordaba ese estudioso que: «[…] Después de su temporada en el infierno de lo oscuro, lo cósmico y lo fascinante; después de atravesar lo morado y la ceniza, vuelve Ballagas a encontrar su palabra blanca, pero no ya de olvido, sino de humildad y rendimiento: el blanco de sal que recogieron los pescadores en cuya canoa entró la Virgen…»

Años después, en Lo Cubano en la Poesía, conferencias que recogió en 1958 el Departamento de Relaciones Culturales de la Universidad Central de Las Villas a instancias de Samuel Feijóo, el ensayista Vitier advirtió que: «[…] Ballagas se acercó —con aquellas ingenua simpatía suya por todas las creencias y supersticiones de su pueblo, que lo hizo acentuar, por ejemplo, en las graciosas estampas espiritistas o de “santería”—, a las devociones católicas populares. De ahí salieron sus levísimas, aéreas décimas a Nuestra Señora del mar, inspiradas en la imagen de la Caridad del Cobre, patrona de la isla»

Al menos, así lo observa Vitier y otros ensayistas cubanos al evaluar el poemario Nuestra Señora del Mar (1943). Unos y otros manifiestan los valores estilísticos; los hallazgos formales; la cercanía hacia lo propio y el dominio de la décima desde una visión testimonial; de creyente; de apego a lo popular, y de visión cristiana.
Más allá de esas determinaciones, hay certezas del goce que tenía Ballagas hacia la comprensión y las prácticas —formales o no— de los cultos sincréticos, en particular de la Regla de Ocha.
 
Entonces, ¿por qué razón Ballagas nombraría al apartamento que alquiló en Santa Clara, entre 1938-1948, como Villa Oshún? ¿Habría alguna “deuda” religiosa en el poeta que lo acercara hacia la devoción popular de la Virgen de la Caridad del Cobre?

De 1933 a 1948 el poeta camagüeyano ejerció la docencia en la Escuela Normal de Maestros de Santa Clara; y desde que alquiló el apartamento número 6, en los altos del antiguo edificio «Núñez», ubicado en Marta Abreu y Carretera Central, en esa ciudad del centro de Cuba, lo nombró Villa “Oshún”. Así aparece la reiterada referencia en las cartas que cursa con el declamador villaclareño Severo Bernal Ruiz.

En ese extenso epistolario, completamente inédito y revisado durante 1989 antes que falleciera Bernal Ruiz, el poeta Ballagas hace reiteradas alusiones a Oshun, deidad del panteón lucumí adorada por los cubanos, quines la sincretizan con La Virgen de la Caridad del Cobre —del santoral católico—. Alude el escritor a los señoríos del amor, la feminidad y el río encarnados por Oshún; una divinidad que tiene en la miel de abeja su arma más poderosa.

En los atributos de Oshún se localizan el abanico de sándalo o el confeccionado con pluma de pavo real, así como el gusto por las conchas,  joyas, corales marinos, sábanas, paños bordados y todo objeto propio del tocador femenino. En sus collares abundan las cuentas amarillas o de color ámbar; rojas y verde esmeralda; y por flores prefiere a los girasoles, el guacamayo o el botón de oro.

En 1915, recoge la historia, los cubanos solicitaron al Papa Benedicto XV que consagrara a la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona. Un año después se hizo la proclamación, y en 1936 la coronación. En la Isla, y también en los naturales de esta tierra que residen en el extranjero, la adoran cada 8 de septiembre. En Santa Clara, Marta Abreu de Estévez, la Benefactora, fundó el teatro «La Caridad», vetusta edificación cultural, un día como ese, en 1885, en honor a la Santísima Virgen del Cobre.

Sin embargo,  Ballagas retoca el reconocimiento a los cultos sincrético, al santoral católico, y la tradición cubana desde el instante en que abordó su Cuaderno de poesía negra (Santa Clara, 1934), fecha en que emprendió traducciones y compilaciones de autores representativos de esa temática en el contexto angloamericano; a la par, extrapoló la fidelidad al nombrar a su apartamento, en plano de familiaridad, Villa Oshún, tal como suscribe en sus correspondencias.

No olvidemos que, en este correlato, la sección «La virgen anda sobre las aguas», parte correspondiente al «Ofrecimiento del poema», Ballagas utiliza  el sustantivo “río” —más allá de búsqueda de la rima exterior del octosílabo—, cuando en realidad son los practicantes de la denominada Regla de Ocha, la santería, los que aluden al asentamiento y refugio de Oshún en esas aguas (apareció, según la tradición, en la desembocadura y nacimiento de la bahía de Nipe); mientras los católicos  sitúan el hallazgo de la Virgen de la Caridad del Cobre en la turbulencia del mar y el encuentro con los pescadores.

                                  Ofrecimiento del poema

                                      «Quiero tomar un asiento
                                      en tu preciosa canoa».
                                                    (De un loor anónimo)

                                 Déjame tomar asiento
                                 En tu preciosa canoa
                                 Y poner al cielo proa
                                 Navegando por el viento.
                                 Muévete el Divino Aliento
                                 Con su poderoso brío.
                                 Éntrame en tu claro río
                                 Y súbeme a los alcores
                                 Donde ángeles ruiseñores
                                 Abren las alas al pío.
              
Era como un reencuentro del poeta con las esencias y metros populares; una mirada testimonial del creyente; una plegaria. Casi al salir el libro de Ballagas en la imprenta habanera, el declamador Severo Bernal Ruiz escribió en el periódico La Publicidad, en Santa Clara: «Si mucho admiramos a Ballagas por su extensa y provechosa labor literaria, esta admiración crece ante su gesto valiente de reafirmar ante el mundo entero su sentimiento de católico ferviente […], como quien vive un gran rato en la calma de Dios, leyendo este tierno manojito de décimas, que precede un hermoso “Soneto de los Nombres de María”, y deja embriagado el espíritu de las liras de la imagen».

No en balde, el texto de Ballagas, forma parte de esa “deuda” propia de un poeta, también de un creyente católico con la Virgen de la Caridad de Cobre, y con Oshún, una deidad que enaltece la estirpe religiosa de los cubanos en su andar por este mundo.









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