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DANZA DEL ALMA; MÁS ALLÁ DE UNA «JIRA» DESCOMUNAL

DANZA DEL ALMA; MÁS ALLÁ DE UNA «JIRA» DESCOMUNAL

Por Luis Machado Ordetx

Sé del impacto reflexivo que dejaron esta semana los bailarines de Danza del Alma entre los caraqueños. Al menos, así lo cuentan despachos de prensa y mensajes de amigos que apreciaron los aplausos del público que asistió a las seis funciones brindadas por la compañía villaclareña en áreas del Teatro Teresa Carreño, plazas y calles circundantes de la capital del país, centro que acogió la celebración del Primer Encuentro Cultural entre Cuba-Venezuela que concluye hoy por la tarde con un concierto la Orquesta Filarmónica Nacional, dirigida por el maestro Pedro Mauricio González.

Nada sorprende de la compañía dirigida por el maestro Ernesto Alejo Sosa; hay un arte en la apreciación por desdoblarse en medio del sentido comunitario; emancipatorio y estético. Ahí estriba uno de sus galardones; principio indagatorio que va más allá de los prejuicios, tabúes e irreverencias que, luego de una exhaustiva investigación,  muestran los discursos coreográficos tomados a partir de los propios conflictos existenciales que rondan al hombre en la modernidad.

El enfrentamiento entre el ser y el estar; el ir o el venir desde una óptica contemporánea de los que convivimos en o desde Cuba, por supuesto, marcan una diferencia raigal dentro de un territorio del interior del país. Nada  en esas coreografías está reñido con el sentido expresionista que capta los entuertos, los conflictos, las ansiedades y las pasiones espirituales que asumen el hombre como ente social o individual. Esa es la vivencia que recrea Danza del Alma; es un código para el disfrute y el instante del desmontaje de la realidad ; sublimizar; simbólica; tangencial.

Pensar siempre de acuerdo a presupuestos y conceptualizaciones teóricas propias, enriquecidas en el debate plural, forma parte del canón alegórico que inscribe desde hace tiempo los postulados teóricos de Alejo Sosa. También es una meta trazada por los coreógrafos que lo asedian desde predios villaclareños, quienes también devienen en hacedores de nuevos derroteros; en armadores de otros discursos análogos.

Ahí reside el éxito de muchos de los más recientes discursos escénicos, entre los que aparecen “Pelotón” y “Skape”, por solo citar dos. Habría que incluir en la lista a «La luna en el bolsillo», «El silencio de los parques», «Las cosas que se ocultan», «Juegos de Guerra» y «Machos», todas de Alejo Sosa, así como la incorporación al repertorio de «Tráfico de lunes para la estupidez cotidiana», de Nikolai Almeida,  y el vital asesoramiento coreográfico que brinda la maestra villaclareña Selene Rodríguez Matamoros.

Vino ahora la primera gira internacional por Sudamérica, y justo Caracas —luego de dos cortas temporadas por Francia el pasado año—, brindó la posibilidad que otros públicos foráneos tasaran el arte y el discurso danzario de los coterráneos.

 Otra prueba de asentimiento llegó con la reverencia del auditorio congregado en la Sala Juana Sujo (perteneciente a la Fundación Casa del Artista, radicada en el Bulevar Amador Bendayán, de Quebrada Honda, en la Parroquia El Recreo); allí se apareció la pieza coreográfica «Autodiscurso», de Alejo Sosa, cierre del espectáculo de las compañías que representaron a la Mayor de las Antillas el  Encuentro Cultural que durante una semana azotó plazas, calles y salas del Teatro Teresa Carreño, de la capital.

Varias fueron las compañías isleñas que estuvieron allí (Danza Unidos, Compañía Rosario Cárdenas, Teatro de la Danza del Caribe, Contemporánea de Cuba, Endedans, Retazos, y Talares, de Villa Clara),  y Danza del Alma; todas dieron un toque distintivo con sus diferentes discursos estéticos; sus fundamentos coreográficos.

 Sin dudas, ese encuentro cultural de las artes escénicas y musicales, fruto de la solidaridad y cooperación entre ambos países miembros del ALBA, abre más puertas a los villaclareños en ese necesario e imprescindible intercambio de conocimientos y saberes que reclama el hombre cuando indaga en el por qué los conflictos existenciales del ser individual o social; patrón conceptual y estético en la mirada inquisidora a la realidad.

No por gusto, los coreógrafos Eduardo Rivero Walter —Premio nacional de Danza—, Rosario Cárdenas (DC), y los profesores Luis Roblejo y Jorge Abril (DCC), y Selene Rodríguez Matamoros  (Danza del Alma), formaron parte de la comitiva cubana que brindó talleres y conferencias sobre técnica y entrenamiento de la danza moderna antillana a bailarines profesionales venezolanos dispuestos a intercambiar criterios; a sumar juicios artísticos.

Eso dejó las sesiones prácticas y teóricas recibidas por  quienes  concurrieron a los espacios de la Universidad Nacional Experimental de las Artes, Plaza Morelos; propósito que tiene su prolongación a partir del próximo domingo, y hasta el 30 de marzo, en otros 14  estados del país sudamericano.

Otra vez será ocasión, para que, Danza del Alma y los artistas cubanos que forman parte de esa Cooperación Cultural, compartan saberes y refuercen proyectos estéticos que observen y provean en el hombre reflexiones y discursos capaces de espolear en nuestras   propias realidades sociales.

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