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UN TEATRO QUE AUSPICIA HISTORIAS

UN TEATRO QUE AUSPICIA HISTORIAS

 

Por Luis Machado Ordetx

 

La Caridad, uno de los más vetustos escenarios de Cuba, fija este sábado el aniversario 122 de la apertura de sus puertas a trascendentes espectáculos culturales que, de paso o radicados en  el país, dejaron siempre una estela de espiritualidad en la región.

 

Nadie lo dudaría. Sin embargo, lleva más de un año cerrado, y todavía aguardará algún tiempo para que su rehabilitación concluya con la calidad y la originalidad que precisa una instalación de ese tipo.

 

Más de una historia y un acontecimiento de renombre, desde aquel inicio del 8 de septiembre de 1885, albergan sus paredes en la memoria latiente de los villaclareños: compañías cómico-dramáticas, variedades, zarzuelas, bufos, óperas, ballet, danza, conciertos, recitales de poesía, sesiones políticas, funciones de cinematógrafo y...

 

La edificación no se ha muerto, y aunque con puertas cerradas en el espacio principal, mantiene la vida pública en una de las salas, en la cual se honra, como en todo el recinto, a la Benefactora Marta Abreu de Estévez. También en el vestíbulo-portal, tal anuncian en estos días, ofrecen actividades artísticas que, de por sí, acentúan la permanencia y validez.

 

Recientemente hubo una reunión, y tanto inversionistas como especialistas del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, precisaron cuánto está hecho y de igual modo lo que falta por ejecutar, sobre todo el en techo a dos aguas que protegen las pinturas al fresco, alegóricas al Gemo, la Historia y la Fama -ocho medallones que bordean el polígono con retratos de Moratín, Alarcón, Echegaray, Calderón, Tirso de Molina, Ayala, Hartzenbuzch y Gertrudis Gómez de Avellaneda, además de las alusiones a la comedia y la tragedia-, concebidas de manera única por el filipino Camilo Salaya.

 

A la par se comprobó que el mobiliario interior comenzó a repararse, mientras la platea sufrirá un mantenimiento intensivo, hecho que corrobora el interés por el rescate de la instalación y la seriedad de  labores que atenúan posibles estragos en el interior de una edificación sujeta todavía a mayor deterioro de no contenerse los efectos persistentes de las lluvias y las plantas parásitas.

 

Los recursos materiales y humanos, en lo fundamental, están asignados con el propósito de  reestablecer de manera inmediata los valores patrimoniales, culturales y arquitectónicos de «La Caridad», pero se esperará a que concluya la temporada ciclónica, en noviembre, para levantar el techo a dos aguas, el que mayor área ocupa en el inmueble, y sustituir las partes deterioradas, mientras a las restantes se le prometen los debidos retoques especializados.

 

Bien está el recuerdo de la visita de Enrico Caruso, el más famoso tenor italiano, cuando, el jueves 17 de junio de 1920, vino contratado con exclusividad a Santa Clara, y presentó L'elisir d'amore, de Donizetti (en el aria «Una furtiva lágrima» tercer acto), y la ópera I pagliacci, de Leoncavallo.

 

También ahí nació la puesta en la escena cubana de la pieza «Mariana Pineda», de García Lorca, en 1939, a cargo de la compañía de Francisco (Paco) Alfonso, y el Ballet de Alicia Alonso hizo sus primeras presentaciones durante la temporada de 1950, mientras años después, Eusebia Cosme Almanza, la más recia de las declamadoras cubanas, plantó los recitales de poesía negra, y luego vinieron...

 

Tantas cosas excelentes para la cultura universal sobrevinieron allí, que, sin dudas, sería una herejía sostener tal pérdida irreparable, porque en el auspicio de las historias, «La Caridad», como reliquia arquitectónica tiene que perdurar.   

      

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