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EL PARAVÁN DE ISABEL

EL PARAVÁN DE ISABEL  

Por Luis Machado Ordetx

 

Después de seis décadas y media de existencia, al redescubrir el rostro y el tránsito por la tierra, Isabel Santos Cortés devino en artista de la plástica y estructuró su primera exposición «Tras el paraván de mi vida» -exhibida este mes en el Centro de Patrimonio Cultural, en Céspedes esquina Plácido, Santa Clara-, como un cálculo del sentido de lo popular y la manera que el hombre escruta la realidad desde la singularidad.

 

En esa búsqueda de una imagen artística, y de la reconstrucción de lo observado, ya sea por vía inducida o espontánea, alcanza notoriedad el destello de lo popular, lo naif, y la diversión por la naturaleza y las alegorías humanas concebidas dentro de una formulación ingenua.

 

El detalle persiste en los dibujos, y también la cubanía se inserta en una veintena de piezas, que, por una parte, notan la huella de Samuel Feijóo y su Grupo Signos, y por la otra decantan lo particular en la flora y la fauna y la persistencia de todo afán intimista.

 

Por estos días, tal parece que los pintores populares, insistentes primitivistas, andan de fiesta junto a Santos Cortés: en el Museo Provincial de Historia, Alberto Anido Pacheco reunió a varios amigos, con similares afanes artísticos y plantaron la exposición colectiva «45 de creaciones y realidades», en la cual reviven los aires legados por Feijóo.

 

Fundamentar un estilo, a veces, resulta en extremo difícil, al considerarse, como indicó Octavio Paz «punto de partida de todo intento creador» dispuesto a trascender la historia y la pluralidad de sentidos y de imágenes; sugerencia válida en este tipo de artistas populares que tienden, incluso, a la realización de copias miméticas sin resurja el hallazgo de la originalidad.

 

No infiero que las captaciones y los tratamientos formales o estilísticos que ofrece la obra de Santos Cortés sientan sosiego por lo mimético, pero precisan de una mayor decantación, principalmente en la mirada que rememora la gracia del dibujo feijoseano.

 

No obstante, como expresa Isabel, hay un paraván definido porque nada escape al recuerdo y el testimonio de una época: Santa Clara inmersa en la floresta y sus edificaciones, símbolos en que la artista logra un crecimiento.

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