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!GEOVANNI!

!GEOVANNI!

Por Luis Machado Ordetx

Geovanni está como los relámpagos en tiempos de turbonadas. Tiene 80 años y cuando acude a las viejas máquinas del tipo Underwood, Remington y Hammond, y hasta la Robotron, jamás se resiste a prodigarle las acostumbradas caricias que sobre el añejo teclado imprimió por años en la página cultural de Vanguardia.


Todavía se cree un hombre de periodismo, al que se respeta y quiere, y como el refranero popular se sumerge en la jocosidad, «De casta viene el galgo» a Guido Emilio de Armas Bermúdez, quien desde joven se prendido de los pasos del padre Rafael, y del hermano primogénito, apodado Tite, para apegarse a los vericuetos y el olfateo de la búsqueda de la información, el excelente comentario y la reconstrucción de la realidad en tiempos del periodismo republicano.

Un día, Guido atrapó su sitio, primero en la Universidad Central de Las Villas, luego Vanguardia, y por último en la Agencia de Información Nacional, y según dice Nelson García Santos, «colocó  el nombre de la noticia» en cuanta indagación se inmiscuía, sobre todo en el conocimiento de la bohemia, la vida farandulera, los espectáculos nocturnos y el acontecer de los festivales de Varadero, principalmente el correspondiente a 1970, lugar donde acudió en calidad de enviado especial.


Pilongo por derecho propio tras el nacimiento el primero de noviembre de 1928 en Santa Clara, Geovanni autenticó la sección  «Lo Último», antecesora del «Collage», y no quedó hecho artístico-literario que ocurriera en la antigua región villareña y la actual provincia, en los que  su mirada ingeniosa  estuviera ausente por un instante. Todavía mira en redondo, como los excelentes periodistas amparados  en el sentido del acucioso husmeador de historias de vida de personalidades musicales o de reseñador de sucesos culturales.


De Armitas, como todavía los contertulios lo nombran cuando transita a diario por las calles de la ciudad, en paso raudo y hablar vertiginoso, desde la Casa de la Prensa hasta el recinto hogareño, a un costado de la Iglesia de la Divina Pastora, se  extrae enseñanzas de la vida cultural de la localidad, y vienen a la mente anécdotas, comentarios y referencias a  lecturas habituales de pasajes de la literatura y la historia clásica.


El hombre es como un manantial inagotable en enseñanza; por eso, justo hoy en las ocho décadas, como una campanada de existencia, gritémosle ¡Geovanni!, y aseguro que distinguirá las voces, en perfecto eco, dentro del rango y la sinonimia de la franca camaradería.    



 

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