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MANOLO FERNÁNDEZ EN VARADERO, CUBA

MANOLO FERNÁNDEZ EN VARADERO, CUBA

Por Luis Machado Ordetx

Manolo Guillermo Fernández García, el artista de la plástica más longevo de Santa Clara, ciudad a la que tomó en adopción al tercer año de su nacimiento en 1925 en el poblado avileño de Majagua, anda de pláceme por el homenaje que hace pocos días tributó el Museo de Varadero, en Matanzas.

Allí, Ciudad Balneario donde reside el artista desde 1990, quedó inaugurada una exposición retrospectiva que el creador denominó «Motivos Abstractos», especie de transfiguraciones que desde la década de los años 80 del pasado siglo, ideó con el propósito de recrear alegorías fantamagóricas del folklore insular.

Paisajista consumado, y pedagogo por extensión, Fernández García saludó el aniversario 86 de su natalicio, con una muestra que recoge 15 piezas laboradas en técnica óleo/acrílico, y donde descuellan figuraciones imaginativas entre luces y sonidos; motivos que permiten fantasear el espacio de ensoñaciones que, por años, el creador deposita durante el acto de elucubraciones de los sueños.

Graduado a principios de 1950 en la Academia de San Alejandro, en La Habana, Manolo, como gusta que lo llamen en el locuaz desempeño de la palabra, intervino, primero como estudiante y luego como pedagogo en la creación de la Escuela de Artes Plásticas «Leopoldo Romañach», de quien fue discípulo, y privilegió el gusto por el paisaje cubano, las recreaciones insulares de nuestras costas y el retratismo.

Amigo personal de Wifredo Lam, a quien lo unieron labores de creación durante las visitas que el más universal de los pintores cubanos realizó antes de fallecer a su natal Sagua la Grande, Fernández García también incursionó en misiones pedagógicas junto Carmelo González, Ernesto González Puig, Apolinario Chávez y Mateo Torriente, y creó el Estudio Libre «Fidelio Ponce de León», en Camagüey, así como otro similar en la Villa del Undoso —territorio al norte de Villa Clara—, sitios a los que se trasladó de manera transitoria para impulsar el desarrollo de las artes visuales y formar un gusto por la creación artística.

En 1951 ganó dos reconocimientos en las universidades de Tampa y Ciudad de México con piezas que abordaron el paisaje insular de Cuba, y en 1991 la ciudad alemana de Hidesheim, acogió con beneplácito una amplia exposición pictórica que mostró sus principales hallazgos como recreador de las bellezas inigualables de la flora autóctona del ámbito rural y urbano de la Isla Caribeña.

Declarado Hijo Adoptivo e Ilustre de Sagua la Grande y Varadero, respectivamente, Santa Clara aún aguarda por un reconocimiento a Manolo Guillermo Fernández García, uno de los artistas de la plástica más prolíferos de este territorio, al cual entregó sus principales desvelos como creador y formador de generaciones de pintores en la antigua provincia de Las Villas, escenario de sus principales acciones paisajísticas.  


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