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CAMAJUANÍ TIENE UN RECADO

CAMAJUANÍ TIENE UN RECADO

Por Luis Machado Ordetx

De Camajuaní vino un requerimiento público luego de la repentina muerte el sábado último del maestro Rubén Guillermo Urribarres Pérez. La comunicación está inscrita en un lógico respeto: la realización del concierto pendiente que festejó el aniversario 44 de la Orquesta de Música Moderna de La Villas, institución que fundó ese director el viernes 21 de julio de 1967 tras un espectáculo inaugural organizado en Santa Clara.

Razones no faltan para que allí ocurran similares acontecimientos a los realizados la semana pasada en Santa Clara y Remedios, y a los cuales asistió  Bobby Carcassés, el Gurú del jazz cubano, quien mostró su disposición de visitar nuevamente los predios con el propósito de intervenir en el “fiestón” inconcluso por el momento.

La big band está formada, y a la espera del acontecimiento que honró, además, el centenario del natalicio de Armando Romeu González, una de las fuentes inspiradoras en la historia posterior de una orquesta que —según algunos feneció después de 1994—, persiste en evidencias de rejuvenecimiento constante.

Ocho azarosos ensayos valieron al “piquete” de músicos para imponer una impronta de inspiraciones y originalidades al retomar parte de un perdurable repertorio que fundió por igual al jazz y los timbres cubanos. Al menos, en los teatros “La Caridad”, y “Villena” —sitios en que ocurrieron los conciertos—, voló el espíritu sonoro hacia riberas distintivas de un panorama orquestal no usual en nuestros tiempos.

Motivos exceden a los camajuanenses en sus solicitudes: Urribarres Pérez y Bobby Carcassés,  tienen a ese terruño como casa natal, y una parte significativa de la cuerda de viento, la integran músicos de ese territorio. El hecho entraña una obligatoriedad del Centro Provincial de la Música “Rafael Prats Machado” para, al menos, retomar a su debido tiempo el concierto pendiente. De seguro, allí no ocurrirá como en Remedios, a lunetario medio vacío por la apatía del público ante un hecho artístico irrepetible.

Al término del concierto de Santa Clara, a teatro casi abarrotado, tras la conducción de la orquesta en “El Manisero”, “Room 43”, “Esos ojitos negros” y “Drume negrita”, Urribarres, desde su silla de ruedas y las piernas cercenadas por anteriores accidentes cardiovasculares, mostró euforia, y dijo a este y otros escribientes: “Estoy como de 28 años, como si volviera a nacer cuando fundé junto a otros músicos la Moderna de Las Villas. Ojala que la burocracia y los cruentos años de la época que la hicieron desaparecer, no se interpongan en los espectáculos planificados”.

En esa ocasión tampoco descartó —anuncio similar al expresado por Carcassés—, que “puedan instituirse en realidad los intentos por formar  «piquetes», al tipo de big band, en  espectáculos de magnitud musical. Revivirían las esencias clásicas del jazz y las sonoridades cubanas acordes a ese formato orquestal”.

Lo cierto es que, la nueva constelación de músicos jóvenes — unido a maestros fundadores de la estirpe de Jesús Chú Rodríguez, Marcos Peñate Aguilar, Roberto Pérez Elesgaray, René González y Arturo Luis Anoceto—, asentaron  un referente, y demandan  la celebración del concierto pendiente. Desde ahora, también habrá que vislumbrar los sucesos que, el entrante año, definirán los nueve lustros de existencia de una inigualable big band en la historia del jazz cubano.

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