Zaida del Río de vuelta a los terruños
Por Luis Machado Ordetx
Una de las más prolíferas y versátiles artistas de la plástica cubana contemporánea, Zaida del Río, no quiso que el año partiera definitivamente sin darse una vuelta por esos sitios del terruño que, desde el mítico San Juan de los Remedios, hasta las añoranzas rurales y exquisitas por Zuluetas o Camajuaní, de un modo u otro, sustentan una huella latiente en todo su amplio quehacer cultural.
El jueves en la tarde, por esas rarezas del destino, ancló en el Museo Hermanos Vidal Caro, en Camajuaní, en el que presentó una exposición personal que recrea la recurrencia y el gusto por el campo cubano, el deleite insistente por los ríos, las guardarrayas, los componentes de la flora y la fauna campesina, y también de la soledad cotejada con ferviente intimismo.
Trajo algunas de sus últimas obras, en las que aborda el sentido por el desnudo femenino, las bellezas inusuales de la realidad, la búsqueda concetualizada del ícono de la «mujer-pájaro» y las más variadas sensaciones humanas, esas que calan en la magia y el encuentro de la naturaleza con la creación artística.
El predominio del dibujo, la delicia por el decorado, el misterio de la capacidad imaginativa, la luz y los espacios abiertos, así como el perfeccionismo, procrean en Zaida del Río una posesión exclusiva que recuerda sus historias de saltimbanquis, las añoranzas y las pasiones humanas, el testimonio de los pájaros traslúcidos y el amor.
Tal como dice, se hace deleitar, y a la par, se satisface a plenitud con ese presente que insufla los aire del hoy o el aquí, a su gusto, para con el inmortal Picasso, abarcar el «sentido de hacerlo todo, y en su defecto, tratar de hacelo todo», sin límites de tiempo en el contexto de una personalísima creación artística, en la cual se percibe una fértil simiente.
0 comentarios