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PATRIA, PRIMERO

PATRIA, PRIMERO

Por Luis Machado Ordetx

 

No varío el perfil artístico-literario de mi página. Vuelvo a retomar la historia contada por nuestros narradores, desde Valle Inclán con Titano Banderas, hasta La Fiesta del Chivo, de Vargas Llosa, antes pasando, por supuesto, por los discursos en los que se entabla la armonía de la ficción y la realidad, en Yo, el Supremo, de Roa Bastos, El Recurso del Método, de Carpendtier, y El Otoño del Patriarca, de García Máquez, y La Autobiografía del General Franco, de Vázquez Montalbán, por citar algunos.

 

La recreación de la realidad, su presente o su pasado, vuelve otra vez a ser una pesadilla del Sur del Río Bravo a la Patagonia cuando de imponer tiranos se trata a partir de Golpes de Estado en los que prolifera el  uso de la fuerza militar y su franco disloque. En enero de 2000 Ecuador sufrió una asonada cívico-militar, y dos años después, en Venezuela, la derecha de ese país quiso destruir un proceso revolucionario legítimamente estructurado a partir de los fundamentos democráticos.

 

Ahora en Honduras, las fuerzas castrenses, con el tutelaje de "falsos" representantes del pueblo, quieren escamotear la legitimidad del Gobierno de Zelaya.

 

 

 

«[...] Cuanto me amenaza la Patria me pone a temblar; y sólo gozo  con lo que la honra y asegura...»

                                    Martí

 

Nicolás Guillén, el Poeta Nacional Cubano, escribió un magistral libro, entre todos, viene a la mente, el recuerdo, ese en que más gusto percibo: Cantos para soldados y sones para turistas (1937);  por supuesto, dijo que lo dedico "A mi padre, muerto por soldados"; ahora lo repaso, cuando un gobierno de facto quiere imponerse por encima de la voluntad constitucional de un pueblo, el hondureño. Aquellas estremecidas estrofas martillan por si solo: "No sé por qué piensas tú/ soldado, que te odio yo/ si somos la misma cosa/ yo,/ tú."

 

 

El pueblo tenía todo el derecho a su Referéndum, como planteó el Presidente Zelaya con observadores dispuestos para este domingo en la mañana. Las agencias de prensa internacionales se hicieron eco de la convulsa situación política y social que las fuerzas militares azuzadas por la oligarquía financiera internacional, en contubernio de la burguesía nacional con sus gritos, y quién sabe si también de cualquier centro secreto de inteligencia (llámese CIA o FBI), metieron la mano en el asunto.

 

Roberto Micheletti, el "zorro" diputado por el Depto de Yoro, mientras, se quitó la capucha  al jurar como "Presidente de Facto", ¿de quién y por quién?, al tiempo que hizo el sucio juego al Congreso y se puso de espalda a su pueblo, a la historia de transformaciones sociales y a la realidad irreversible que respiran los pueblos latinoamericanos.

 

 

A Micheletti nadie lo reconoce, incluso, tal vez se crea en la persistencia de un sueño de pésimos instantes presidenciales; porque sencillamente, es un instrumento del buen oficio de gerencia administrativa que conoce hasta la saciedad; la comunidad internacional negada a más guerra, a las suciedades golpistas que corroen el espíritu participativo en las gestiones de Gobierno no da su beneplácito, mucho menos lo aprueban los países miembros de la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA) y del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), quienes este lunes en la mañana fijaron una reunión entre los presidentes en Managua, Nicaragua.

 

 

Allí en la agenda se discutirá la lucha continental y también mundial contra el Golpe de Estado a los poderes constitucionales que regía el mandato presidencial de Zelaya; el Grupo de Río tiene fijado en la tarde de este lunes un encuentro similar en Managua, y se empeñará, además, en un destierro de las fuerzas que imponen un retroceso a la historia ganada en los últimos tiempos en nuestras regiones dispuesta ya, en el persistente derribo de tutelajes imperiales.

 

 

Las fuerzas retrógradas de la derecha se aprovecharon del desconcierto de los militares hondureños, sobre todo de los jefes que empujaron a los soldados a que se rebelaran ante el proyecto de Reforma Constitucional y de Consulta Popular; y si existe democracia, eso, poder del pueblo, son las masas las que determinan el curso de su historia.

 

 

Varios organismos internacionales, incluida la Organización de Estados Americanos, se pronunciaron contra las tentativas, primero, del Golpe Militar, y luego del uso sistemático de las fuerzas; así, desde un principio lo afirmó Miguel D'Escoto, Presidente de la OEA; mientras José Miguel Insulza,  secretario de esa institución hemisférica, insistió en la crisis de poderes que se desató en Honduras  tras la intención de impulsar una reforma constitucional.

 

 

Advirtió que es necesario «promover un diálogo institucional y primero que las Fuerzas Armadas sean excluidas completamente de este asunto, además al parecer no quieren intervenir», pero al final los militares se dejaron llevar por quienes quieren arrancar el poder.

 

 

A los hondureños, a sus soldados de fila -no a su jerarquía militar- que, sin dudas, son parte de ese pueblo empujado ahora al caos civil por parte de la oligarquía nacional (esa que estableció a Micheletti en la Presidencia, en contra de lo establecido por  la Constitución de la República), los convoco en la voz siempre sabia, latinoamericanista, independentista y revolucionaria de José Martí, el más universal de  todos los cubanos que «Es la patria quien nos llama? Obedecemos, pues, que de seguro ella nos alienta para algo grande»; y eso grande está en la defensa de la integridad de la Nación, en la pureza de todos sus ideales, en el bienestar común de su realidad, en el respeto a los ascensos sociales y económicos conquistados.

 

 

Nadie puede y debe dejarse arrebatar lo conseguido, y diría otra vez con Martí: «La organización revolucionaria no ha de desconocer las necesidades prácticas derivadas de la constitución e historia del país, ni ha de trabajar directamente por el predominio actual o venidero de clase alguna sino por la agrupación, conforme a virtudes democráticas, de todas las fuerzas vivas de la patria [...] por el respeto y auxilio de las repúblicas del mundo, y por la creación de una república, justa y abierta, una en el territorio, en el derecho, en el trabajo y en la cordialidad, levantada con todos y para el bien de todos.»

 

 

Ese es el credo histórico, práctico y democrático que nos une, a pesar de cualquier diferencia cultural, a defender la verdad y la virtud en nuestros pueblos, para que el mundo clame en una sola voz y retumbe hacia e futuro: abajo la fuerza brutal que impone el poder por encima de los reclamos unánimes del pueblo.

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