JUGÁRSELA AL CANELO, PRADO VERDE
Para no olvidar un libro aparecido dentro del pradito verde del verde prado nacional
Por Jorge Luis Rodríguez Reyes
Si en Cuba existiera crítica literaria (no adjetivo: seria, real, sistemática, verdadera, etc., porque para tener esas connotaciones primero debe existir, y en ese sentido ni Descartes, con su famoso aforismo puede venir a socorrernos), no tendría que esperar varios años para desobedecer cuestiones éticas que manan ante la decisión de reseñar un libro de un amigo.
Casi cinco años han pasado y que sepa, no se ha dicho nada del libro Jugársela al canelo, del joven autor Félix Ruiz González, nada más allá que las opiniones, mayoritariamente elogiosas en el caso anterior, que se emiten en nuestras modernas ágoras culturales: pasillos, oficinas editoriales, instituciones de cultura, café literiarios, presentaciones efímeras, etc., desde donde muchas veces se legitiman o se subvierten, casi siempre para bien, las estratificaciones jerárquicas o los feudos literarios de nuestro canon nacional o provincial.
Desde que surgieron las editoriales provinciales, fortalecidas por las impresoras Riso a inicios del 2000, han aparecido no pocos buenos libros que demuestran la validez de tal proyecto y consolidan la fortaleza de una cultura literaria, que sospechada , dormía en los "praditos verdes" de la no existencia, donde para existir la única premisa era estar y estar solo resultaba si se aparecía en los planes editoriales nacionales y "nacionales" era un adjetivo para uso mayoritario de los habaneros.
No intento hacer una defensa de la Riso, porque para ello no haría falta hablar tanto: solo bastaría leer los catálogos provinciales en cada Feria Internacional; como tampoco intento enfocar estas palabras a otras cuestiones, ya debatidas, y casi superadas, del acontecer cultural cubano, pero siempre es adecuado pasar revista, aunque sea someramente, por tales contextos.
Si hacemos un recorrido por el péndulo temático nacional veremos como hay temas reiterativos desde el Papel Periódico de la Habana hasta hoy: lo rural, lo épico, la doble moral, las becas (más acá), etc. Siempre retomados con nuevas connotaciones, con nuevos enfoques: porque cada vuelta en la espiral nos va limpiando el camino futuro y nos aporta el acervo anterior.
Si el tema rural no ha regresado con fuerza superior al de la doble moral, si no ha superado, en vigor, al replanteo del anquilosado tema épico ( en una revisión de lo épico a niveles cotidianos como: montarse en un bote o en asegurar algo para alimentarse, etc. ), y si tal tema no ha regresado, (quizás, vestido de gala, al igual que otros temas tan implosivos: todos destapados en aquellos noventas, con tantos derrumbes), ha sido por varias causas, y repito, este texto no es el espacio idóneo para analizarlas, pero son cuestiones de no desdeñar ante cada creación donde predomine, en cualquier variante, el tema rural.
El libro Jugárselo al canelo, aparecido en la Editorial Capiro de la provincia Villa Clara en el año 2005, reúne siete historias que versan sobre la cotidianidad de un entorno rural. Ruralidad que no está centrada entre la dicotomía civilización versus barbarie porque ya ha llovido mucho desde la literaturización de las pampas argentinas y porque aún hoy desconocemos cuál de los dos polos es más civilizado.
Los siete cuentos reconstruyen aquellas pocas zonas que van quedando casi sin voz de nuestro entramado social, y el autor le agrega su visión; enriqueciendo con su pericia y dominio técnico las historias contadas que no escapan a las "epopeyas" cotidianas, pero estas, por la destreza narrativa y la limpieza textual nos agradan a pesar de estar ya saturados por tantos años degustando similares argumentaciones y que a diferencia del libro Jugárselo al canelo, han resultado en simples bodrios.
Es difícil dejar de admirar ciertas elaboraciones poéticas que como géiser explotan en los cuentos de Félix Ruiz; construcciones donde se destaca el uso de verbos o adjetivos que responden al idiolecto de los personajes y enriquecen el texto de forma natural. Como muestra de ello estos tres fragmentos extraídos del cuento "Con el agua a la cintura", tercer cuento del libro:
"(...) Eran bastante parecidas, ambas con esas piernas fuertes que tienen las mujeres del campo y con ese misterio de venado trotándole en el ámbar de las pupilas..."1
" (...) Al rato, con la brisa y el salitre del mar escarbándole en los ojos, se asomaron a la costa(...)"2
"(...) ya entraban en el mar que, inmóvil a esa hora de la mañana, parecía un desmesurado estanque muerto. "3
Los restantes seis cuentos mantienen la solidez y la tersura de ese venado que trota en el ámbar de los ojos campesinos. No llevan ni la desmesurada mirada bucólica, tan dada a estos temas, ni el desafuero peyorativo de nuestra literatura más premiada. El autor parece no importarle ser premiado, parece no importarle no aparecer en antologías becarias de compadrazgos y otros usos extensivos de nuestra letras y apuesta por la callada percusión de su cincel y es que muy pocas veces la vida de un batey moderno en Cuba ha aflorado en la literatura cubana con la intensidad de este libro, que a pesar de ser la primera publicación del autor, nos augura una solidez narrativa y un empeño donde sale ganando el arte, y si aún desconocemos los nuevos proyectos del autor es algo que no nos debe inquietar, porque tales autores prefieren trabajar las palabras, buscarles las expresión precisa. Y no lo duden, él es quizás uno de los pocos escritores, que como dice un conocido, no confunde literatura con vida literaria.
1- Ruiz, Félix: Jugársela al canelo, Editorial Capiro, 2005, p. 20.
2- Ídem, 21.
3- Ídem, p. 22.
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