SAGUA LA GRANDE; UNA ANCESTRAL ADVERTENCIA
Por Luis Machado Ordetx
El Palacio Arenas-Armiñan, en Padre Varela número 27 esquina a Solís, en la Villa del Undoso, reclama una rehabilitación arquitectónica atinada y urgente. Una mirada móvil a esa casa solariega visitada en 1930 por el poeta granadino Federico García Lorca.
«Los pueblos viven siglos, y el origen de
muchos se pierde en la obscura y eterna noche
de los tiempos.» 1
Alcover y Beltrán
La otrora casa de los Arenas-Armiñán, en Sagua la Grande, quedó estacionada, como detenida en el tiempo; el hecho no está dado por su insuperable exuberancia arquitectónica, sino por que aún carece de un correspondiente valor de uso institucional para la enseñanza de las artes plásticas y la música, fin último que la cualificará en otro estadío de su historia.
Dicen que García Lorca en los días finales de marzo de 1930 se extasió con esa vivienda; incluso comentan que recorrió de la mano de los anfitriones parte de las habitaciones interiores que disipan un refinamiento exquisito hacia ese estilo constructivo que surgió en Europa y Estados Unidos durante la Belle époque de los años finales del siglo XIX y las primeras décadas del siguiente.
No dudo en la certeza de ese encanto del andaluz: a mediados de 1990 el historiador Tomás (Manino) Aguilera Hernández, lo atestiguó, y el diario El Comercio, de Caibarién, una semana después que Lorca dictara su conferencia «Imaginación, inspiración y evasión: Mecánica de la poesía», en el teatro Principal de la Villa del Undoso, hace una referencia al abogado Valentín Arenas Arminán, quien entre los amigos de la directiva de la Institución Hispanocubana de Cultura de esa localidad, acudió a la Colonia Española de la Villa Blanca para escuchar la disertación que dio el escritor español sobre la obra literaria de Pedro Soto de Rojas.2
Cualquiera que transite por las anchas calles sagüeras, de un modo u otro, queda atrapado, como el granadino, en una contemplación hacia esa vivienda, desde la cual la confluencia urbana de los alrededores todavía favorece las existencias de estilos tradicional en madera, neoclásico y ecléctico.
Ahora, otra vez, la casa de los Arenas, radicada en la antigua calle La Cruz (actual Padre Varela número 25) esquina a lo que fue Intendente Ramírez (hoy Solís), constituye un tema que prodiga noticias ante la voluntad estatal de rescatar, conservar y crear un centro comunitario para la promoción y la enseñanza de las artes. Así ganaríamos todos con un inmueble patrimonio histórico de la colectividad.
Por tercera vez en los últimos cinco años camino por sus habitaciones; subo los tres niveles de altura de esa edificación; llegó hasta el mirador gracias a una fotografía que publicó la pasada semana Vanguardia y en la cual mostró un viejo andamio de madera, a punto de desplomarse en aquella ocasión hacia la calle Solís. Por fortuna, ya fue retirado, carcomido por la intemperie, el tiempo y la dudosa calidad de su estructura.
CASA ADENTRO
Los arquitectos Arelys Fernández Alonso, José Ricardo Morilla Sainz y Pablo Castro Álvarez, especialistas de la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos en Sagua la Grande, hablan con satisfacción de la radicación de un expediente para declarar unas 32,7 hectáreas del casco histórico como Monumento Nacional; propósito que comprende, además, una vasta zona aledaña que caería en el rango de Protegida.
La fundamentación científica está avalada por la coherencia arquitectónica, ambiental y el grado de deterioro creciente que sufren las edificaciones de una localidad fundada en 1812, de acuerdo a las precisas informaciones que aporta Alcover y Beltrán.
Castro Álvarez insta al cruce hasta el otrora inmueble de los Arenas-Armiñán; un edificio cercano al parque La Libertad; tiene 11 habitaciones; tres pisos, construido en 1918 bajo la égida del diseño de un arquitecto aún desconocido. Las generales como casa de familia se inscriben dentro del estilo art nouveau, casi una exclusividad en el territorio, por sus líneas sinuosas y composiciones asimétricas y aplicaciones interiores del vidrio, como semejando vitrales, así como el empleo sistemático de la cerámica, el hierro forjado y las impecables escaleras de mármol blanco importado. Todos los componentes constructivos buscan de una funcionalidad, una armonía ambiental y espacial, alejada del mero adorno.
Apasionado por la historia, el arquitecto habla sobre los fundadores de la familia, y dice que Valentín Arenas Miranda, propietario de pequeñas industrias y de áreas que luego fueron urbanizadas, compró a principios del siglo pasado una casa con la finalidad de construir otra, de dimensiones diferentes, en lo que ahora es Padre Varela número 27 esquina a Solís. En 1918 la familia Arenas-Armiñan se instaló en su nueva mansión tocada por la singularidad decorativa con paramentos y motivos florales que introducen las columnas y las texturas de las paredes y los techos, propios del art nouveau.
En el interior de la vivienda, a pesar de carecer de mobiliario y mostrar una huella de los actuales afanes constructivos, persiste un encuentro con lo mitológico, lo fantástico en los adornos y las líneas curvas y asimétricas que caracterizan las estructuras que modelan la edificación, como si el residente o el visitante estuviera en presencia de un contrapunto entre la luz y la sombra.
IMPERDONABLES ENTUERTOS
Va para más de tres años que el rescate constructivo de la vivienda Arenas-Armiñán comenzó a partir de un financiamiento en divisas donado por el gobierno Canario. Sin embargo, las labores progresan a pasos de hormiga, y pregunto a Arelys Fernández Alonso, directora de la Oficina de Monumentos en la Villa del Undoso, el ¿por qué de tanta demora cuando en definitiva la reapertura representará un bien público y espiritual de la localidad?
Quisiera atribuir una analogía, pues el hecho lo amerita, con aquellos cimientos que trazó Alcover y Beltrán cuando dijo que «Algo y de grande interés hay, de trascendental y magestuoso en ese acto que no puede ni debe pasar inadvertido para los que forman la colectividad que se historia.»3 (sic)
Fernández Alonso, expone que varios problemas entorpecen la continuidad y terminación de la restauración: burocratismos en las tramitaciones de documentaciones, inexistencias de materiales requeridos en la ejecución constructiva y de depósitos financieros (en moneda nacional) desajustados en fecha y a la planificación de la obra.
El pasado año, dijo, «no se aprobó un centavo de presupuesto en moneda nacional.» No obstante, los ejecutores de la Empresa Provincial de Construcción y Mantenimiento (Agrupación 5), instalaron las conductoras hidrosanitarias y las redes eléctricas del inmueble, hicieron demoliciones de enchapes y repellos, así como la impermeabilización de las cubiertas, al tiempo que ahora desmontaron los andamios de madera con peligros totales de un posible derrumbe. En cambio, el ritmo de trabajo es lento; lentísimo, eso se aprecia por la falta de mano de obra especializada en tareas de restauración.
Ahora disponen de carpintería de aluminio para ubicarla en corredores del segundo nivel, y actualizan los contratos de trabajo con artistas del Fondo Cubano de Bienes Culturales empeñados en proseguir en su debido momento una ejecución constructiva que responsabiliza al sector de la Cultura en calidad de inversionista principal.
La Oficina de Patrimonio en Sagua la Grande es la proyectista y coordinadora de la intención «Casa Arenas», y en ocasiones ha estado limitada, sin que existan imputaciones, por los sistemáticos vencimientos de las licencias de operaciones en divisas, señaló Fernández Alonso.
El año antepasado «fue infructuoso para la terminación del proyecto, pues nada de lo planificado se ejecutó, y concluyó 2009, y el cronograma de restauración convenido se acortó aún más», dijo.
En lo adelante, como para desmentir ciertos criterios que atestiguan un «embrujamiento» hacia el interior del antiguo Palacio Arenas, tendrán que solucionarse las trabas subjetivas que atentan contra la ejecución constructiva, y tomar in situ las soluciones pertinentes para, en lo inmediato, «dar valor de uso administrativo o cultural a la parte de la edificación que pueda utilizarse; propósito último que contribuye a detener el deterioro del inmueble considerado entre las maravillas de la arquitectura villaclareña», apuntó.
Todavía hay mucho por hacer en labores de escombreo, construcción y conservación, y acometer por último un posible reacondicionamiento y devolverle la vida útil al edificio de Padre Varela esquina a Solís; lo cierto es que está ahí, detenido, exhibiendo la hidalguía de esas proporciones oblongas que incitan al disfrute de una apreciado exotismo en los zócalos de terrazos y de escayolas, de los cristales policromados o las líneas sinuosas y el gusto por los decorados florales que caracterizaron su era originaria.
Algo similar, de rescate auténtico, habrá que hacer un día cercano con el antiguo Casino Español, atascado también en el tiempo; una elegancia que combina el Art Nouveau y lo Barroco, confesó con cierta angustia el historiador y ferviente sagüero Raúl Villavicencio Finalé, al tiempo que miró con nostalgia la destrucción continuada que padecen los balcones y el interior del Gran Hotel Sagua, recinto también que acogió en 1930 la visita del granadino García Lorca y los más encumbrados hombres que transitaron en épocas pasadas por la Villa del Undoso.
Las monumentales edificaciones de Sagua la Grande no se pueden partir en pedazos; hay voluntad, aun cuando persisten limitaciones económicas, de integrarlas y rescatarlas al bienestar cultural de la comunidad, al tiempo en que surgieron y a la historia que procrearon sus ancestros. En esa urgencia está el debate de una ciudad que jamás pasa inadvertida ante el mundo.
NOTAS
1- Alcover y Beltrán, Antonio Miguel (1905): «La Fundación de Sagua», en Historia de la Villa de Sagua la Grande y su Jurisdicción, p. 51, Imprenta Unidos “La Histria” y El Correo Español, Sagua la Grande.
2- «El poeta García Lorca en la Tribuna de la Hispanocubana de Cultura», en El Comercio, Caibarién, 27(19):2; viernes 4 de abril de 1930.
3- Op. cit., p. 50
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