MARTÍ, AGUJA MAGNÉTICA DE LOS CUBANOS
Por Luis Machado Ordetx
Primero Santa Clara, nombre y capital de la central provincia cubana desde 1878. Después, en 1940, Santa Clara, capital de Las Villas, tuvo insólitos instantes en su acercamiento a la representación espiritual de José Martí Pérez, el Apóstol Cubano. Múltiples reconocimientos de las ciudades aledañas, en la actual Villa Clara, hubo a Martí entre 1905 y 1953, el Año del Centenario del natalicio del más universal de todos los cubanos. Un encuentro con la historia, y un esclarecimiento del por qué desapareció el busto de Martí en el Parque Vidal de esta ciudad, aquel que el pueblo denominó eufemísticamente, el «Martí Cabezón», propongo a todos los lectores al concluir una pesquisa en añejas páginas de la prensa diaria, fuente documental imprescindible, de este territorio.
«Y el verbo se hizo hombre; y el hombre fue soldado; y el soldado, héroe; y el héroe, mártir augusto.1
Federico Henríquez y Carvajal, 1896
Una cívica sugerencia brotó, en última instancia, desde Santa Clara: colocar flores frescas en la tumba de José Martí. Esa propuesta la formuló un periodista, escritor e historiador nacido en esta ciudad. El texto apareció inicialmente en la revista habanera El Fígaro, en el número del domingo 7 de marzo de 1915. También lo reprodujeron de inmediato los diarios La Discusión y el Diario de la Marina, de la capital, El Cubano Libre y La Independencia, de Santiago de Cuba, y también La Publicidad, de Santa Clara.
La idea, indestructible, original y exclusiva, ¿de quién es?... Pertenece Carlos de Velasco y Pérez (Santa Clara, 1884-Paris, 1923), director entonces de la revista Cuba Contemporánea (1913-1927), la más representativa, antiimperialista y nacionalista de las publicaciones cubanas de la primera mitad del pasado siglo. En las «Notas Editoriales»,2 correspondientes a la revista de julio de 1915, hay un extracto titulado «Flores frescas en la tumba de Martí», así como la repercusión del artículo «Tres tumbas gloriosas: Céspedes, Martí y Estrada Palma», texto que reprodujeron otros periódicos.
La referencia es directa. Lo recoge Martí en sus Versos Sencillos: «¡Yo quiero, cuando me muera/ Sin patria, pero sin amo/ Tener en mi losa un ramo/ De flores y una bandera!». ¿Quiénes acogieron el proyecto de Carlos de Velasco? Fue la Comisión Pro Martí, formada por profesoras y estudiantes de la escuela Spencer número 3, de Santiago de Cuba. El nicho 134 de la galería sur del Cementerio Santa Ifigenia, de la oriental ciudad, protegió las sagradas reliquias del Apóstol desde el 27 de mayo de 1895.
En 1907 fue inaugurado allí un modesto templete. A ese sitio llegaron a partir del miércoles 19 de mayo de 1915 las maestras y alumnos santiagueros a rendir tributo permanente al Apóstol. Era la invitación que antes realizó Carlos de Velasco. El Consejo Provincial de Oriente (Ayuntamiento), aprobó el martes 20 de abril un crédito de $ 20.00 para adquirir diariamente un ramo de flores naturales que durante todas las mañanas se colocó en la tumba de Martí, el más universal de todos los cubanos.
La primera estatua a Martí fue develada en el Parque Central de La Habana el viernes 24 de febrero de 1905. El presidente Tomás Estrada Palma descorrió el velo que protegía el monumento, obra escultórica del habanero José Villalta de Saavedra. La estatua tiene una altura de 2,75 metros, y 5,03 de pedestal, y en total 7, 78. Costó 4 500 dólares, incluidos aportes pecuniarios del artista.
Un mes antes, el Ayuntamiento de Santa Clara acordó que la calle de Santa Rosalía, antiguamente Tahonas o Matanzas, se denominaría en lo adelante Martí. El viernes 8 de septiembre de 1922, rectificó el señalamiento anterior, y la suscribió como José Martí, aunque el imaginario popular la titula solo por el primer apellido del Apóstol cubano. Era un tributo “Ad Perpetuam” en la historia de una región central, a la cual Martí la menciona en siete ocasiones. Excepto a los territorios de Placetas, Camajuaní, Cifuentes, Encrucijada, Corralillo, Santo Domingo y Quemado de Güines, existen referencias a las otras seis municipalidades de Villa Clara, entre las que trascienden Sagua la Grande, Manicaragua y Santa Clara, focos de los preparativos revolucionarios de la Guerra Necesaria.
LOS MONUMENTOS
Caibarién atesora la esfinge más prestigiosa de Villa Clara. Es Martí de cuerpo y alma. El pedagogo e investigador Juan Emerio Sánchez Freire ofrece datos precisos: La pieza escultórica del italiano Ettore Salvatore, de mármol de Carrara, debió llegar a puerto cubano antes del miércoles 24 de febrero de 1926, «fecha en la cual quedaría estacionado el conjunto monumental, de 6,20 metros de altura y 4,04 de ancho, y 4, 85 de profundidad.
Está provisto de una pirámide escalonada de base cuadrada, y la estatua de Martí, a tamaño natural, descansaría en una figura femenina, con espada y escudo, símbolo de la libertad». El emplazamiento está de espaldas al norte. Las fotografías de Martínez Otero permiten reconstruir ese hecho.
El barco “Vulcano”, en el cual viajaba Salvatore y las piezas del conjunto escultórico, «sufrió un desperfecto en el Atlántico, y llegó con retraso según los cálculos previstos por Francisco Bolaños, el Alcalde de la localidad, razón por la cual se inauguró en la mañana del domingo 7 de marzo de 1926», apuntó Sánchez Freire.
En Placetas, casi simultáneo al montaje del conjunto escultórico de Caibarién, se emplazó otro monumento a Martí. Fue esculpido por el italiano Ettore Salvatore. La ubicación de la pieza, también mira hacia el sur, como el abrazo inconfundible entre los pueblos de Nuestra América, aquellos situados del Río Bravo a la Patagonia, y se inauguró el miércoles 4 de agosto de 1926. Todos, de un modo u otro, gozan de una belleza inigualable.
Santa Clara no quedó detrás de esa iniciativa. Un año antes, el 10 de febrero de 1925, el Palacio de Gobierno Provincial dedicó una parte del inmueble a biblioteca pública “Martí”, al tiempo que colocó en su salón de celebraciones un busto de bronce del prócer cubano, y proyectó la realización de un Museo con su nombre.
El jueves 23 de enero de 1941, reseñó en primera página el periódico La Publicidad,3 sugirió que en el Parque Vidal, se colocaría un Rincón Martiano, ubicado donde antes estuvo el monumento al Niño de la Bota, y de espaldas al teatro “La Caridad”, como quien mira al sur.
La obra escultórica fue iniciativa del Centro de Veteranos, el Ateneo de Villaclara, el Club Rotario, la profesora Julia Elisa Consuegras de Montalvo y del doctor Aurelio Hernández de la Barca. El busto, sobre un pedestal, lo hizo el artista cienfueguero Mateo Torriente Bécquer. El martes 28 de enero quedó develado. Era una obra de gratitud.
Aunque el pueblo de la ciudad asistió a la inauguración, no mostró total satisfacción por la factura artística del sencillo monumento. Durante un tiempo se aguantaron las críticas en la prensa de la localidad. A partir de enero de 1944, con la oficialización del “Grupo de los Mil”, intenta promover «el bienestar de la comunidad […] y alentar todo empeño de utilidad común…», según su manifiesto constitutivo, arrecian las refriegas y se proyecta la creación de otro espacio urbanístico dedicado a Martí, junto a los mártires o héroes villaclareños de las gestas independentistas.
En agosto de 1950 ya el busto del Rincón Martiano no estaba en su lugar de origen. El parque Vidal sufría otras transformaciones urbanísticas, incluidas las de siembra de árboles, sistemas de irrigación y de alumbrado público. La pieza de Mateo Torriente Bécquer fue conservada en el Club Rotario, y luego instalada en el parque Zoológico —un sitio adecuado para el esparcimiento infantil—, en las cercanías del cementerio local.
El lunes 14 de mayo de 1953, La Publicidad anunció el Programa de los Festejos Conmemorativos del Centenario de la Independencia de Cuba, que se celebrará en Santa Clara del 14 al 20 de mayo»,4 fecha última en la cual se hizo la primera peregrinación al Rincón Martiano, en el Parque de los Mártires o de la Independencia, como también denominaron a la espaciosa plaza frente a la terminal ferroviaria. Al acto acudió el ensayista Jorge Mañach Robato, quien habló sobre la trascendencia histórica de José Martí, así como el artista Alfredo Gómez Rodríguez, escultor del busto.
Antes de comenzar la década de los años 40, Sagua la Grande y Encrucijada también erigieron monumentos a Martí. Después vendrían los ubicados en Placetas. En el Undoso, el sábado 28 de enero de 1939 construyen el Rincón Martiano, idea de Pepe Guardiola en el denominado Parque El Pelón —dedicado a perpetuar la memoria del coronel del Ejército Libertador José Sánchez Jorro—, a un lado del Puente El Triunfo. El amplio busto en bronce se hizo en la fundición de MacFarlane, de esa localidad. También mira el Apóstol hacia el suroeste. El Encrucijada solo queda emplazado uno de los sitios recordatorios al Apóstol, instalado por alumnas y profesoras del colegio Verbo Encarnado, en ese municipio.
En Remedios, la Octava Villa de Cuba, se formaron los grupos infantiles de acción martiana, organizados por el remediano-cubano Pérez-Abreu. La plaza principal, antes de Isabel II, tomó el nombre de José Martí, sitio en que colocadon un busto del Apóstol, de modesta de factura artística, en un áreas de los paseos. Aquí mira hacia el norte, a diferencia de otros emplazados en la región central.
En la denominada Villa de los Laureles, está la réplica, casi a tamaño natural, de la casa natal de Martí, aquella de la calle de Paula, en La Habana. Es la primera de su tipo que existió en la antigua provincia de Las Villas, inaugurada también en el año del Centenario del Apóstol. Está situada en el Paseo de Martí y Avenida Segunda del Sur.
De un lado a otro de Cuba está Martí, el Apóstol, el hombre que el pedagogo Salvador Salazar definió como la «aguja magnética que señala un polo: la redención de Cuba»,5 en la hora de las virtudes y los sacrificios humanos.
NOTAS
1- Federico Henríquez y Carvajal (2013):«Duelo de América», en Álbum de un Héroe (A la augusta memoria de José Martí), Archivo General de la Nación (Vol. CCII), p. 57, República Dominicana.
2- «Flores frescas en la tumba de Martí», en revista Cuba Contemporánea,Tomo VIII, 3(3): 301-302, La Habana, julio de 1915. Las Notas Editoriales, sin firma, en muchas ocasiones, son redactadas por el director de la publicación: en este caso Carlos de Velasco.
3- Sergio R. Álvarez (1941): «Villaclara y Martí», en La Publicidad, 38(12943):1, Santa Clara, jueves 23 de enero.
4- La Publicidad, Santa Clara, 40(19461):1-3, lunes 14 de mayo de 1953. 5- Salvador Salazar (1918): «Martí», en revista Cuba Contemporánea, Tomo 17, La Habana, 6(1):7, mayo-agosto.
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