MIRADAS QUE (RE)BUSCAN EN LEONARDO PADURA
Por Luis Machado Ordetx
Con (A)acercando a Leonardo Padura, florece un ensayo íntegro, y de esencias. En el decurso de épocas tuvo un carácter disperso, y las contingencias lo condujeron a la unidad en torno a un narrador y su proyección literaria. Así lo admite José Antonio Michelena, el investigador.
La observación rebusca en un “fragmento” de la novelística y el periodismo de Leonardo Padura Fuentes (Premio Nacional de Literatura, 2012), quien disfruta de reconocimiento universal por los valores intrínsecos y renovadores de un estilo y concepción particular del hecho artístico y la trama policial.
Es Mario Conde, el personaje que recrea el escritor desde las postrimerías de los años 80, el causante, o el intérprete, de esos asideros de historias-ficciones insertas en nuestra realidad social, y en última instancia, cultural y económica.
El análisis de Michelena constituye el primero que, en forma de libro, se publica en Cuba sobre puntales específicos de la literatura de Padura Fuentes. La eficacia del argumento reside en la marcada pericia, sin enjundia teórica. Ahí demuestra porqué existe una precisión relacionada con las incógnitas que habitan en una visión diferente de la novela policial contemporánea.
Por inevitables desgracias, los imprescindibles razonamientos de Michelena —según especifica el Copyright de Capiro, agosto de 2014—, no tuvo con anterioridad un correcto beneplácito promocional y de comercio. Anda ausente en las librerías cubanas.
Hasta ahora, ese libro figura con ribetes “¿invisibles?”, comentó un amigo, pues logró su única presentación en junio pasado en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, en Ciudad de La Habana. Sin embargo, la semana entrante, ya circulan algunos anuncios, el autor, junto a Padura, vendrán a Santa Clara, momento que, en ocasión del aniversario 25 de la Editorial Capiro, harán el segundo muestrario público.
Será una exclusividad, un privilegio, disfrutar de las disertaciones de esos escritores sobre asuntos medulares de la investigación, o las urgencias literarias y periodísticas que los animan en la actualidad.
El lector, ¿qué encontrará? A partir de lo expuesto por Michelena hallará amenas apreciaciones teóricas, inferencias, análisis contextuales, y cotejos de una narrativa que valida la singular distinción que adquiere Padura dentro de recónditas atmósferas literarias. Explica, además, detalles y recursos que emplea el escritor en sus piezas de orfebrerías policiales —con Mario Conde en el colimador—, para calar en la reconstrucción de nuestra inmediata circunstancia insular.
No dudo que el ensayista recuerde aquellos desvelos iniciales, cuando, ante inquisidoras 26 preguntas-respuestas, tuvo a Padura, fusil en ristre, para contestar un abultado cuestionario que, como dice en la introducción, está «sin los cortes a que fuera sometida» entonces.
Con 103 páginas —recogidas en 5 capítulos—, con ensayos cortos que transitan de 2001-2013, armó el ensayista su libro, apertrechado de una información explícita, y sublimizar que enriquecen la manera en que Padura imbrica recursos periodísticos y literarios en sus vericuetos comunicativos, o de urgencias por contar historias.
Otros aportes están relacionados con la literatura policial cubana, una visión de Adiós Hemingway (2001), y la indestructible correspondencia que, en Padura Fuentes, existe entre periodismo-narrativa-ensayo.
El último capítulo de (A)cercando a…, contiene ese diapasón hechizado de Padura por escrutar en la realidad cubana, y el discurso expresivo de la gente, y hasta los diversos problemas en los que gravita la existencia cotidiana del hombre.
Tiene delimitadas aquellas preocupaciones culturales, espirituales y materiales a partir del periodismo que hizo —y también elabora— el narrador con ciertos tintes literarios que descuellan en dimensiones de la investigación-escritura-novelística de historias humanas y verosímiles.
Allí, como dice Michelena, hay una «zona conflictiva, oscura, donde habita el delito», y la manera de escudriñarlas, con excelencias, son aprovechadas y tejidas por un narrador, a quien nada escapa, o resulta superfluo en un escenario citadino.
Con las editoriales villaclareñas (Sed de Belleza y Capiro), Padura Fuentes tiene un gozo. En 2013 la primera permitió que los lectores cubanos se adentraran en los aciertos de Un hombre en una Isla (crónicas, ensayos y obsesiones), texto con el cual viajó por los orígenes teóricos que ponderan las escasas fronteras de los géneros literario-periodísticos, según describió.
Con la amena y sugerente investigación de Michelena, tenemos un rostro contrario para aquilatar mejor a un escritor que pulsa, o escruta de manera insistente, en realidades más inmediatas y cercanas a nuestro acontecer social.
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