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La risa a la vista

La risa a la vista

Por Luis Machado Ordetx

 

Casi siempre, temprano en la mañana, el colega Rolando González Reyes, sencillamente Roland, arriba a la Redacción, con un boceto a medio terminar o el acabado perfecto de una de las ocurrencias humorísticas, y en ese encuentro periodístico flota la búsqueda de la crítica, la sugerencia o el asentimiento oportuno, sin intuya el menor de los menoscabos.

 

Y, como el otro anda inmerso en la creación, la insistencia quiebra por un momento la soledad del que escribe, y salta el detalle por aquilatar el mayor de los placeres que reside entre un cuadro que, al poco tiempo crece en lo que será la exposición personal «Ese sentimiento que se llama amor», prevista inaugurarse, en la Galería de Arte de Santa Clara, el próximo 20 de diciembre.

 

Aunque por la vista de los colegas pasaron más de 30 piezas, el caricaturista de Melaíto, escogió esa cifra para redondear su muestra, sin apenas recordar qué número hace,  entre las tantas individuales y colectivas, en que interviene a lo largo de su carrera artística.

 

En las libertinas ingeniosidades, Roland es idéntico en bravuconerías que en infantilismos, y tal vez por eso no distinga ahora en el uso de la acuarela, el acrílico, el carboncillo y hasta simples lápices de colores o crayolas, para dar el toque definitivo a esta obra y rebuscar en los efectos y contrastes conseguidos en una técnica u otra.

 

Aquí, además, saludará el aniversario 38 de la existencia de su plantel de escribanía, Melaíto —en un onomástico que durante el último mes de año crece, así como la sexta edición del concurso Humor Erótico, convocado desde Villa Clara hacia todo el país.

 

De humor general, político, costumbrista y erótico, entre las maneras de hacer reír y reflexionar, en el goce de la interpretación personal, cada cual hará el recorrido por las piezas de Roland, hasta colmar una gota de carcajada y sabiduría sin límites, contenidas en un acto en solitario que, en las mañanas o las tardes, pacta el otro con la inspiración y el silencio.

 Redactor, humorista, fotógrafo ambulante, disertante sin dotes de rispidez, colega, al fin y al cabo, son cualidades que aúna Roland en la captación de un inverosímil fragmento pueblerino, hacia donde siempre mueve, de una manera diferente, los pasos dispuestos a disfrutar del gracejo propio e indomable del cubano: el estruendo de la bufa y la risa que chispea en un instante.

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