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Confidencia frente al micrófono

Confidencia frente al micrófono

Por Luis Machado Ordetx

 

Nada permite que este hombre, con más de cuatro décadas de «oficial» del micrófono, deje un día de pensar en la utilidad informativa, ideológica y cultural que reporta al otro: el oyente, a quien considera como primera razón de ser de su existencia profesional.

 

Ese hecho lo obliga a intimar con casi todos los saberes, por mínimos que sean, en la apropiación de un juicio, para ampliar la búsqueda de fuentes de consulta; esas que van desde la lectura de un periódico, hasta el registro del diccionario, en aras de reportar, en cambio, sabiduría y conservación de la pureza de una Lengua materna que requiere enriquecerse, sin que imperen atrofias de ningún tipo.

 

Ayer fue el Día del Locutor, beneplácito que propició revelaciones de Iturria Mendoza, en espontáneo diálogo, frente a un micrófono improvisado, traído a colación con el propósito de pulsar precisiones referidas al universo profesional que asiste a este hombre, nacido en Sierra Morena, Corralillo, y formado en Zuluetas, lugar donde, desde la radio base Onda Musical Latina —propiedad de un hermano—, se aventuró en la década de los 50 del pasado siglo a un reciprocidad sistemática con los oyentes.

 

La emisora villaclareña CMHW lo recibió en junio de 1969, pero antes, allí hizo suplencias, y de buenas a primeras se enroló en «Hablemos», el naciente programa musical, informativo, variado, de fuerte arraigo participativo, donde  afincó preocupaciones que transitan desde los desvelos pedagógicos hasta la insustituible vocación natural de la locución.

 

Pero, ¿acaso la cabina, en un mundo encerrado, es lo que más le placer?. Apenas sin dar respiro, como el que toma la última palabra, contesta que «los retos están en la improvisación, sin ceñimiento directo al papel, al guión, como cuando hay transmisiones en vivo, donde se prueba una reflexión del ambiente y del hecho que rodea a las personas, y permite para llegar con claridad a la recepción del otro».

 

Concuerda, que lo más cercano a ese tipo de profesional, subyace en el hacer periodístico, en la viveza y la inmediatez de la palabra y la oralidad, y apunta que, «sí, porque jamás se termina, ni en eso que llaman jubilación activa de una entidad laboral, pues siempre se aprender algo nuevo,  nutritivo, capaz de auscultar, y también evaluar un acontecimiento individual o colectivo.»

 

«Hay una máxima de algunos colegas, de los que también asimilo consejos     —apunta con la espontaneidad que lo tipifica—, quienes reiteran que uno tiene necesidad de llenarse y nutrirse de datos, dispuesto a salir airoso de imprevistos. Las programaciones en que intervienen oyentes, con llamadas o se presentan especialista en ramas diversas, de acuerdo al perfil del espacio, constituyen pruebas de fuego en las que se pasa de la locución o la conducción a la entrevista, y el género exige  definiciones y culturas

 

Desde 1983 Iturria Mendoza ejerce el magisterio en la Cátedra de Locución en Villa Clara, donde existen más de 50 colegas del micrófono en tres emisoras con emisiones las 24 horas del día, pero todavía percibe insatisfacciones relacionadas con la urgencia permanente de retomar el sentido de la vocación, las condiciones naturales del profesional y el autodidactismo.

 

Hoy, expone, «los planes de estudio de formación de locutores, donde intervengo como profesor, tienen vastedad teórica, pero carecen de sistematicidad práctica, y cuando concluyen, el recién iniciado dispone de excelente voz, dicción, entonación, seguridad y personalidad, además de otros conocimientos culturales y de historia del medio, pero no tiene el hacer diario del micrófono.»

 

También, destaca, «el ego individual y la autocomplacencia matan al que deja de superarse en un medio con cualidades dinámicas; de ahí que, al termino de una jornada, el que no incorpora algo nuevo a su acervo, por ínfimo que sea, pierde su esencia y naturalidad en la correspondencia de otros mensajes y del discurso

 

Entonces, ¿coincide que aún subsisten grietas y superficialidades en el sector?, y espeta sin que traicione una eticidad forjada con los años: «sí, tanto en Radio como Televisión, cosas que se van eliminando poco a poco, de ahí el prestigio profesional que consiguen equipos y conductores. Pero urge, incluso, crear una Asociación, especie de gremio, que a la par de aunar, exija profesionalidad y calidad a locutores, conductores y comunicadores.»

 Y, a usted, ¿cómo le gusta trabajar?. Sonríe, afirmando que «en pareja, donde ambas partes den rienda suelta a la improvisación, el humor que gratifica al cubano y a la par se aprenda en el diálogo reiterado con el oyente», a quien se instruye y se confiesa en tonos de saber, tanto en historia como en cultura universal, sitios donde se establece un termómetro sin límites de conocimientos.

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