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HUMORISTA CUBANO CON UN ADN PECULIAR

HUMORISTA CUBANO CON UN ADN PECULIAR

 

Por Cristyan González Alfonso

 

Una tabla de salvación que te golpea en la cabeza

 

A muchos ofende o molesta la crítica que está implícita en la risa. Otros encuentran en el sentido del humor una de las cualidades más humanas, y de todas ellas la que con más veracidad y desenfado refleja el comportamiento de los hombres. Roland lo ve todo así:

«Hasta lo más trágico puede provocar una carcajada, es el caso del humor negro, que aunque no lo cultivo mucho, si me gusta verlo o leerlo en otros caricaturistas o escritores. Por otra parte hago más costumbrismo, también disfruto haciendo crítica social para que el lector se vea identificado. Lo que hago es reflejar la cotidianidad de la vida con humor, para salvarnos de la tragedia.»

 

De la planta a la plana

 

«Desde niño dibujé. Me encantaban los cómics y en ellos me inspiraba para pintar en los cartuchos de la tienda de mi padre. Pero luego estudié normalmente, hasta que llegué a la universidad, solo resistí los cálculos hasta el tercer año de Ingeniería Mecánica. La única asignatura que pasaba sin problemas era dibujo técnico. Entonces comencé a interpretar planos para un taller en Planta Mecánica. Hasta que un día ayudé a confeccionar el cártel de una actividad, y este le agradó a unos compañeros de Vanguardia que estaban comenzando a crear un suplemento humorístico para el periódico. Entonces fui raptado de los talleres.»

 

¿Artista? ¡Qué va!

 

Así le dijeron a Roland en su casa cuando comentó que iba a trabajar pintado muñequitos para Melaíto.

«De eso hace ya... 40 años, cuando éramos todos muy trigueños y peludos. Todo este tiempo ha significado mucho para mí porque me siento con mi familia, aunque a veces bromeen demasiado y yo no tenga suficiente tabla. Pero en realidad me encanta estar con ellos, somos hermanos que hemos pasado la vida tratando de hacer reír.» 

 

Definirme

 

«El humor no tiene definición. Es como definir el amor. Yo creo que es una actitud y una aptitud ante todo lo que enfrentes. Una persona, sencillamente, se siente humorista, esto va dentro de uno. Hay que ver las cosas con mucho sentido del humor. Dibujarme -porque soy yo en todas mis caricaturas: con bolchevique, regordete y bajito- entraña una liberación. El humor es mi derrotero y, a la vez, una peculiar terapia espiritual

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