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S.O.S. PARRANDAS, PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD

S.O.S. PARRANDAS, PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD

Por Jesús Díaz Rojas

Reflexión para una parranda postpandemia                                          

Este trabajo es deudor de Facundo Ramos y Ramos, Othón García Caturla, Natalia Raola Ramos, Juan Clemente Álvarez, Rafael Farto Muñiz, Dely Capote Gamoneda, Celia Estela Rojas Hernández, Sulma Rojas Molina, Samuel Feijóo y René Batista Moreno los que abrieron el camino investigativo para que la Parranda recibiera el reconocimiento de la Unesco. Desafortunadamente preteridos durante la celebración. 

 

El lenguaje se enriquece desde lo profundo de las capas sociales, desde la vida secreta no reflejada casi nunca por los investigadores e historiadores. Los términos nacen del pueblo, lo mismo sucede con la forma de expresar su espiritualidad mediante las artes lo que desemboca en un determinado tipo de tradición que se distingue de las otras. Admiro a los que son capaces de abstraerse de la realidad y llenan con términos ásperos sus investigaciones haciendo ininteligible los supuestos aportes que pretenden trasmitir cuando estudian los procesos evolutivos de la cultura popular tradicional. Y esa manera “intelectual” se torna más incomprensible cuando los estudios intentan desentrañar los afluentes, confluencias y perspectivas del fenómeno que analizan para darlos a conocer a los propios grupos que lo mantienen vivos.

Para juzgar por qué nuestros ancestros ponían el agua en tinajas de barro hay primero que hacer la vasija, abrir el pozo, cargarla desde el río y compartirla con los descendientes para sentir la manera diferente en que esa agua aplaca la sed. Las tradiciones no necesitan de traductores que lleven a términos científicos sus especificidades, sino de salvaguardas que traduzcan al pueblo que las genera, con la trasparencia del agua del manantial, los valores que la distinguen para incentivar la necesidad de defenderla de posibles adecuaciones con intereses externos. Es necesario descender al pueblo para ascender en la comprensión de los fenómenos que crea y reconocerlos en su autenticidad. Lo auténtico no son los términos utilizados para definirlos, es el fenómeno en sí.

La cultura popular tradicional es aquella que un determinado grupo humano de forma paulatina va asimilando como una manera de sobrevivir —tanto en espíritu como en cuerpo— para hacerse resistente a un determinado orden establecido. Esta cultura siempre es marginal, aun cuando asimile las distintas corrientes artísticas que van sucediéndose a lo largo de su evolución, no solo haciéndola suyas sino valiéndose de ellas para completarse.

Como bien lo definiera Armando Hart:

«Este concepto de cultura popular tradicional no expresa una idea simplemente de lo pasado, como podría dar a entender la formulación «tradicional». Se trata de un arte y de una cultura creadas inmediatamente por el pueblo a lo largo de un proceso histórico y que continúa sujeto a modificaciones, de acuerdo con las posibilidades de cambio y desarrollo que implican los objetivos sociales y la propia aspiración de enriquecer y ampliar el arte y tiene sus fundamentos en el acervo cultural local, pero no para dejarlo congelado o estratificado como pieza de un museo muerto, sino para mostrarlo, como deben ser los museos: en su vitalidad y con sus posibilidades presentes y futuras».1

Al enfrentarnos a un fenómeno de la Cultura Popular Tradicional tan controvertido como las Parrandas lo primero que resalta es el número de ellas que coexisten dentro de la Parranda real —entendida esta como la que se realiza un día determinado—, con sus características tradicionales específicas, en una plaza determinada, en una ciudad o poblado determinado.

Resulta difícil dar una definición exacta del fenómeno pues en cada uno de esos espacios se realiza una Parranda única que, aunque mantiene un número de elementos afines, su realización depende de factores y gustos locales que marcan su autenticidad. Si esto fuera poco, dentro de una parranda específica, coexisten varias parrandas en dependencia de la posición que ocupe el observador a la hora de analizar e interpretar el fenómeno. Esto implica que los criterios a la hora de valorar la misma se muevan desde la complacencia, el estupor, el goce, el asombro, la incredulidad, la conmoción, el placer lo que provoca distintos argumentos que no nos permitirían definir con exactitud la naturaleza del fenómeno en sí.

Existen disímiles maneras de ver y razonar las Parrandas, lo que complejiza su comprensión. Cada parranda lleva dentro varias parrandas: de índole realista, histórica, nostálgica, conformista, apocalíptica, fantástica, analítica, crítica, etc.2 Entendidas todas ellas como reproducciones o reinterpretaciones puestas a circular por los diferentes sectores involucrados en su divulgación — de boca en boca, revistas, periódicos, libros, seminarios, simposios, radio, televisión— en un lugar y momento específico. Tales representaciones no pueden entenderse como propiedades del objeto narrado que la definan de una u otra manera, mucho menos como una interpretación que la fije dentro de moldes específicos limitando su extensión como hecho que tiende a evolucionar, sino producciones discursivas de actores sociales en un intento de apresar y narrar —traducir sobre todo al lenguaje escrito— una realidad que limita con lo espiritual en tanto el suceso observado; se puede, disfrutar, sufrir, admirar, rechazar, en dependencia de lo que se “quiera ver” o “entender”.

Dentro de las Parrandas —y asumiendo los conceptos de Ángel Rama sobre la Ciudad y extrapolándolas al fenómeno que analizamos— destacan la Real y la Sumergida.

La real —ya la hemos definido—, es la que se desarrolla de una manera determinada y puede contar en su realización con todos los elementos o no, en un día y año específico. Como actividad que se desarrolla en un espacio público son variados los elementos externos que interaccionan con su realización: el clima, la situación económica3 y/o política del país,4 los accidentes,5 por tanto, cada Parranda real, es única e irrepetible.

En la Cuba de hoy, adquiere una connotación preeminente la Sumergida, entendida como aquella que se desarrolla paralela a la legalidad para que la Real pueda consumarse. Resalta dentro de ella, la manera en que tienen que allegarse los principales productos para la realización de los elementos en competencia. Al no contar con un aseguramiento que sufrague los gastos líquidos (pago de transporte combustible, dietas de viaje y otros) para el acarreo de los materiales y tampoco con una asignación legal de estos materiales (maderas, cartón, cables, productos pirotécnicos, hasta 208 productos), es obligatorio hacer gestiones al margen de lo legislado —especie de sobornos no demostrables—  que obligan, entre otras infracciones, a alterar los salarios —inflar las nóminas— con el fin de obtener el dinero necesario y reponer las inversiones individuales.

Lo peligroso de la interacción entre ambas es que —hasta la fecha— sin la Sumergida la Real no se puede realizar o se realiza a medias, como en los últimos años en Remedios: 2015, el Carmen no termina el Trabajo de Plaza ni la carroza. 2017, el San Salvador no logra adquirir legalmente los fuegos artificiales. 2018, el San Salvador no concluye el Trabajo de Plaza y el del Carmen se ilumina por partes. El San Salvador vuelve a tener problemas con los fuegos pirotécnicos pues la Pirotécnica en Remedios está cerrada y deben recurrirse a las pirotecnias enclavadas en otras provincias —Zaza del Medio y Chambas— esta última cerrada hasta una semana antes de la festividad, con el agravante de que los productos pirotécnicos (clorato, aluminio, minio y otros) son resueltos por gestiones de los barrios o sustituidos por abonos e insecticidas que afectan su calidad.

Es por ello que el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad otorgado por la Unesco al complejo de parrandas de la región central del país, ha causado una mezcla de alegría e inconformidad dentro de los que tienen a la parranda como el fenómeno fundamental que marca sus existencias en un ciclo anual, pues están en contra de legitimar un evento que basa su realización —ante la vista de todos— sobre lo ilegal. 

Producto de la interacción entre la Parranda Real y la Sumergida, además de los inconvenientes sucedidos en Remedios, se han visto afectada la mayoría de las que hasta el momento fueron declaradas como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Con destaque negativo para las de Yaguajay, Buenavista, Mayajigua, Quemado de Güines, Zulueta, Calabazar, Caibarién, Encrucijada por solo citar estas,en un intento romántico de no resultar absolutos-. No siempre la comprensión y el apoyo de los organismos involucrados se hacen efectivos.

La evolución

Toda investigación ha de estar sustentada sobre lo real, entendido esto como el hecho en sí, despojado de términos que oculten las crisis que inevitablemente anuncian, sino la muerte, si la perdida de la esencia del fenómeno. Una tradición no se vende como lo que fue, ni como lo que tan siquiera puede ser, sino como lo que es en realidad.

Remedios, por ser la cuna de la festividad, debe servir como ejemplo de las alteraciones que atentan contra el desarrollo de la misma, para lo cual hemos de señalar primero los momentos puntuales dentro de su evolución y después las alteraciones que lastran la festividad en los últimos años.

A partir de 1822,6 en un diciembre impreciso, comienzan en la ermita de San Salvador de Horta las primeras manifestaciones de jolgorio popular que en un principio tuvieron como finalidad asistir a las Misas de Aguinaldo. También impreciso es el año en que las distintas parrandas – una por cada barrio en que se dividía el pueblo- se trasladan hacia la plaza. Lo que si se refleja en los estudios es que, en 1850, Doña Rita Rueda (San Salvador) y Doña Chana Peña (Carmen) agrupan los distintos barrios en dos, con los nombres de San Salvador y el Carmen respectivamente. El primero al norte y el segundo al sur. Para 1871, Cristóbal Gilí Mateo (Carmen) y José Ramón del Peso (San Salvador), conforman la parranda como una competición entre dos barrios o bandos, dándole la estructura actual y marcando las líneas divisorias para la competición.

Una vez consumado el Pacto del Zanjón, la década del ochenta se caracteriza por el afán del elemento español de incentivar sus tradiciones en la Isla. En Remedios se construyen Plazas de toros, hipódromos, se comienzan a celebrar las ferias por la Virgen de Covadonga en la misma ermita donde se especula surgió la parranda, estas últimas por su estructura interactúan con las Parrandas.7

Esta década, es pródiga en eventos culturales que auspician las distintas Sociedades de Instrucción y Recreo donde, en sus actividades festivas, se popularizan los fuegos artificiales.8 Las sociedades de chinos comienzan sus evoluciones en la plaza con sus dragones y atributos característicos a su cultura. Es notoria las influencias de las Exposiciones de Barcelona en 1888 y la Exposición Universal de París de 1889,9 reseñadas por la prensa local y visitadas por varias familias remedianas, en el salto que se opera en los trabajos que se colocan en la plaza por uno y otro barrio, fundamentalmente en el tamaño y los temas a tratar.10A pesar de las intenciones de las autoridades por españolizar la Isla, el componente negro se impone en los repiques y las congas de cada barrio.

Todos estos ingredientes son asimilados por la Parranda, la que se fue expandiendo desde los finales del XIXy principio del XX, hacia las localidades vecinas. Adecuándose a los requerimientos de cada nuevo espacio y con fecha señalada.

Sustentamos la tesis de que, en la Parranda, la continuidad es uno de sus rasgos fundamentales. Su desarrollo puede ser visto como una sucesión de fenómenos evolutivos que han conformado una totalidad que denominamos de esa manera. Sus componentes están bien delimitados y salvo una u otra diferencia específica a cada poblado, se sustenta sobre el enfrentamiento de dos barrios o bandos, que compiten en obras artesanales, 11 fuegos pirotécnicos, música, bailes, insignias, banderas, estandartes, faroles, y organización.

El llamado de auxilio

Si bien es cierto que las parrandas —como toda tradición— es un fenómeno en constante evolución y se reinventa constantemente con las adecuaciones que impone el nuevo contexto, los cambios o aportaciones no deben afectar la esencia que dentro de la tradición han ido conformando, en el imaginario popular, las normas que la definen. Normas que, si bien no son rígidas, regulan el hecho cultural y le dan sentido de únicas. De tal suerte han de tocarse las alarmas cuando se le hacen adecuaciones que la desvirtúan, ya fruto de la mal llamada posmodernidad, de las dificultades económicas, el desconocimiento de la tradición, el protagonismo de individuos que pretenden el lucro y otras influencias en las que se incluyen la mala voluntad y/o la tolerancia de los organismos involucrados en el aseguramiento y la salvaguarda del fenómeno.

Aun cuando no se pueden encerrar las tradiciones y tornarlas al pasado, en ese anhelo nostálgico que sostiene que toda parranda pasada fue mejor —la parranda nostálgica— creando leyes que regulen el tamaño de las carrozas y trabajos de plaza, la duración de las entradas, así como la cantidad de los fuegos artificiales, deben tomarse medidas – talleres, conversatorios, charlas educativas no necesariamente por especialistas de gabinete sino por los propios portadores- que inciten a la protección de los elementos fundamentales con el respecto y la calidad requerido.

La complejidad dialéctica del asunto llevaría a un trabajo mayor que por lo extenso desbordarían las páginas de esta página digital, por tanto, nos limitaremos a señalar los agregados, sustituciones o carencias que en los últimos años entendemos ponen en peligro la belleza de la tradición parrandera.

El temor es que la justificación de una “Parranda para turistas”, cuya visión es externa —aceptan como válido lo que se les ofrece al desconocer la tradición— sustente un clima de complacencia que dañe el producto y se permitan adecuaciones o cambios para adaptar la fiesta al visitante y no prepararlo o sorprenderlo con lo auténtico. Hágase Arte y se habrá hecho para cualquier destinatario.

Las afectaciones fundamentales son:

Trabajo de Plaza:12 Es lastimoso que una estructura que siempre estuvo signada por los aportes ingeniosos de los artesanos y artistas remedianos desde su irrupción alrededor de la plaza —baste señalar los aportes de Manolo Rodríguez—,13 se encuentre estancada en cuanto a los aportes artísticos desde mediado de la década del noventa del pasado siglo.

En 1994,14  originado por la falta de madera para la estructura del trabajo de Plaza, esta se sustituye por barras o tubos de hierro. Y lo que se pudiera ver como un cambio sustitutivo para el mismo fin, se convierte en una solución que afecta la belleza del conjunto pues la estructura de hierro se deja al descubierto. Erigiéndose una mole que desluce la plaza al ser utilizadas simplemente como una armazón sobre la que se colocan las piezas y su parte trasera no se integra al diseño general.

La planimetría de los proyectos los vuelve reiterativos y al observar los realizados en los últimos veinte años se nota que las piezas de luces son las mismas y solo han cambiado en el espacio. También existe un divorcio entre el tema tratado y las figuras geométricas que llenan el espacio, justificándose el tema en un recuadro en la parte inferior a la que llaman bambalina y repletándose el resto con dichas figuras.  Lo anterior es justificado por los investigadores como aportes de la posmodernidad y asumido por los directivos de los barrios como una fórmula que supuestamente les ha de garantizar un resultado efectivo, pero, aun así, la mayoría de estas moles de hierro casi nunca son concluidas en su totalidad.

Carroza: es el único elemento que ha tenido un desarrollo desde 1985, con la llegada de Roberto Prieto, diseñador de Los Chivos de Camajuaní, que supo imbricar las carrozas monumentales de aquella parranda en el espacio limitado de la plaza remediana, lo que fue asumido por los diseñadores locales. Esto lo pudiéramos definir como adecuación como cambio y mostrarlo como una evolución.

Música: Lentamente se sustituyen las polkas creadas por Laudelino Quintero (El Carmen) y Pedro Morales Espinosa (San Salvador) por congas a veces inspiradas en melodías de canciones de moda con el agregado de frases vulgares que incitan a la violencia. Los piquetes de músicos que se contratan la mayoría de las veces desconocen dichas polkas y se limitan a improvisar a partir de una breve explicación.

Las polkas, asociadas al desfile de los simpatizantes portando las banderas, los estandartes, las insignes, los faroles delante de los músicos en su traslado hasta la rueda de fuego sobre una estructura fija, alrededor de la cual se bailaba durante el tiempo que duraba la Entrada son mal interpretadas, con el agravante de que ahora el baile se desplaza alrededor del parque violándose las áreas de cada barrio y las polkas son sustituidas por congas con letras ofensivas.

Al perderse la tradición del repique —música interpretada por jóvenes cuya base radica en las gangarrías—, que recorría el pueblo desde principio de octubre anunciando la parranda, cuando se realiza, resulta un remedo de cualquier conga de carnaval.  

Pirotecnia: desde la década del noventa del pasado siglo se introdujo una salida de barrio a partir de las cuatro de la tarde que de una muestra del arte pirotécnico —se quemaban palenques de lujo entre los que sobresalían los de paracaídas y banderas en colores con premios— pasó a la quema de miles de voladores y morteros de bomba. Lo que niega la primera entrada de la noche donde supuestamente los barrios se saludan. Esto se puede catalogar como un agregado que lejos de aportar belleza niega la esencia de la competencia nocturna, además de crear un caos, pues con la luz del día el fuego no luce.

Parrandita infantil: en la década del noventa del pasado siglo son trasladarlas para el ocho de diciembre, con lo que destruyeron dos tradiciones.

Se sustituye de manera burda La Nochebuena chiquita, así llamada la parranda del día ocho. La cual contaba con la salida de ambos barrios hasta las doce de la noche.

De esta manera se limitaron las parrandas verdaderamente infantiles que se realizaban preferentemente por todos los barrios de la ciudad durante las vacaciones y en la que los niños y jóvenes confeccionaban las carrozas y los trabajos de plaza, adecuados a su entorno, habilidades y conocimiento y con el asesoramiento de los especialistas en uno y otro aspecto; lo que constituían verdaderos talleres donde se formaban los futuros artesanos, electricistas y carpinteros. Ahora al realizarse en diciembre, los niños y jóvenes están inmersos en sus exámenes de fin de semestre y son los adultos los que realizan los trabajos a partir del reciclaje de piezas de trabajos anteriores. Lejos de una parranda infantil es una parranda para niños, donde ellos se limitan a disfrutar en el parque de lo que se les ofrece —piñata, cake gigante, actuación del Guiñol, payasos, comparsas y una conducción de pésimo gusto— por lo que paulatinamente se irá perdiendo el relevo de los artesanos, artistas, carpinteros, pirotécnicos, artilleros, soldadores, vestuaristas y electricistas que hacen la Parranda.

Parranda del amanecer del día 16. Comenzaba a las tres de la madrugada con salidas alternas hasta el amanecer. Por mal orientación de un ente hasta ahora desconocido —que pudiera ser el museo de las parrandas—  se realizan de las doce de la noche a las tres de la mañana. Invirtiéndose la tradición que viene desde el origen de la parranda. Pues sabido es que tenía como finalidad asistir a las misas de aguinaldo de las siete de la mañana.

Área de parranda y propaganda. Durante años el espacio donde se realiza ha servido para el expendio de alimentos y bebidas. Era común la existencia de carritos de frita, croquetas, bistec con pan, naranjas peladas, entre otros, además de los carteles de desafío y burlas al barrio contrario, donde la jocosidad y el ingenio del cubano dejaba su impronta en frases, décimas o cuartetas siempre referidas al entorno de la parranda. Lo primero es lógico que se desplazara a otras áreas producto al volumen de fuego excesivo que se quema durante la tarde, noche y madrugada. Lo segundo es una pena su desaparición pues se elimina la picaresca de la competencia, limitándose a lo oral.

No existen carteles, ni afiches, ni vallas, ni programas y menos los volantes que reflejaban, también mediante la poesía –jocosa o no- lo más relevante de esa parranda.

No existen los spots televisivos y si los hacen no los divulgan.

Tocante a la propaganda, la parranda se convierte en noticia cuando en ella, lamentablemente, ocurre un accidente. 

Epílogo

Si de una parte la regularidad de las manifestaciones culturales es lo que le garantiza su perdurabilidad al punto de convertirlas en una tradición, no menos cierto es que su desarrollo y permanencia está condicionado por la capacidad de adaptarse a los cambios radicales que se operan dentro de la sociedad en el proceso de desarrollo. Lo que no implica que la degradación o esplendor de una tradición sea producto de los cambios dialecticos que se operan en dicha sociedad, sino que, en ocasiones, son las fuerzas externas y malintencionadas las que han frenado, acelerado, impedido o desvirtuado el proceso lógico de su evolución. Uno de estos factores es el aseguramiento material, que desgraciadamente ha llevado a la tergiversación, aniquilación o estancamiento de una tradición al supeditar su permanencia a lo efectivo o no, del resultado económico de la inversión donde los organismos que más se benefician son los que menos aportan.

La parranda – hasta este momento- producto de muchos factores que no se pueden analizar en un artículo periodístico, no ha sido bien acompañada por los organismos que deben contribuir a su plenitud y desde 1970 la Sumergida determina la Real. Lo que ha llevado —como toda tradición—  a momentos de esplendor, recogimiento, retroceso y se ha reinventado, sobrevivido sin apoyo o con apoyo, pero ha llegado a un punto donde el reconocimiento otorgado a nivel internacional no nos perdonaría su no acompañamiento.

 Se hace imprescindible que los presupuestos, las donaciones, y otras formas de ayuda económica se hagan efectivos desde el momento en que concluye la del año. La parranda es un fenómeno que comienza justo en el instante en que finaliza la del año que corre. Los pueblos que la gestan no viven de ella… la VIVEN a diario, de ahí su vitalidad.  

Mirarla como un apéndice de la cultura y no como parte del cuerpo vital de la Cultura Nacional, es negarle el reconocimiento universal que recibió.

Ya la Unesco le entregó a Las Parrandas de la Región Central del País la condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad; ahora con el concurso de todos…

¡A GANÁRSELO!

Esto es una alerta para la parranda post Covid.

Notas:

1-Véase Armando Hart Dávalos. Discurso pronunciado en la clausura del Segundo Simposio sobre Cultura Popular Tradicional efectuado en la VI Feria de Arte Popular en la ciudad de Sancti Spíritus, el 18 de septiembre de 1983, en Lázara Menéndez (comp.). Estudios afro-cubanos. Selección de lecturas, tomo 1, La Habana, 1990:328-356.

2-En este trabajo solo las enumeramos, en ensayos posteriores las detallaremos.

3- Fueron suspendidas en 1932 y 1933, por la crisis del gobierno de Gerardo Machado. 1971 por problemas de incomprensión. Durante los años 1991 y 1992 producto del periodo especial.

4 Fueron suspendidas entre 1895 a 1898 por la Guerra Necesaria iniciada en 1895 y entre 1956 a 1958 por la lucha contra la dictadura batistiana. También en 1969 por realización de la zafra de los Diez Millones.

5-En 1937, por la muerte de Tata Loyola en una carroza del Carmen. 1995 por una explosión en las esquinas Alejandro del Río y José Agustín, con un muerto. 2017 por explosión frente a La Tertulia con el saldo de 22 quemados graves. En 2016, por el fallecimiento de Fidel Castro, fueron trasladadas para el 7 de enero de 2017, por lo que en este año se realizaron dos parrandas.

6- Natalia Raola Ramos, en Aclaraciones sobre el origen de una tradición remediana: las parrandas, Islas 41, Revista Universidad Central de Las Villas, enero-abril, 1971, pp. 83.95, hace un bosquejo de las parrandas remedianas y cita los datos biográficos del sacerdote Francisco Vigil de Quiñones y Mier, donde se aprecia que en 1820 no se encontraba en Remedios.  

7- El programa de estas ferias puede consultarse en Criterio Popular, año X, 14 de septiembre de 1887. Aquí se destacan las similitudes con la parranda, al estar dividida la misma en segmentos de música con fuegos artificiales intercalados. Lo mismo que sucedía en la parranda. Otra similitud es que los asturianos elevaban globos aerostáticos a la Virgen durante los días de feria y el barrio parrandero que representa a esta zona asume como símbolo Tres globos uno de los cuales pasa al Carmen como trofeo de guerra.

8-Según El Criterio Popular, 10 septiembre de 1883, en la inauguración de La Tertulia, el 8 de septiembre de 1883, se queman vistosos fuegos de artificio. Respecto a este elemento existen referencias en la prensa local desde 1859: Boletín, domingo 23 de enero de 1859; Atalaya, 26 de junio de 1864; y también en Anales y Efemérides de San Juan de los Remedios y su Jurisdicción de José A. Martínez Fortún y Foyo. Tomos II, III (1868 a 1885) y IV (1886 a 1888), Imprenta Pérez Sierra y Comp. 1930 y 1931. 

9- Los artículos referidos a la Exposición de París pueden consultarse en: Inauguración Exposición, Criterio Popular, junio 4 de 1889; La Exposición de París, Criterio Popular, junio 20 de 1889; La Exposición de París (Conclusión), Criterio Popular, junio 22 de 1889; Carta a la redacción: Desde la Torre Eiffel, de S.D. Oscar Amoedo, Criterio Popular, septiembre 21 de 1899. 

10- El Carmen presenta una Torre Eiffel de 10 varas de alto (aproximadamente 30 pies). Se reproducen las torres de diferentes catedrales de Europa, así como los adelantos en el campo de las ciencias como el submarino de Peral.

11- La mayoría de los poblados compiten en Carrozas, salvo Remedios, Caibarién, Buenavista y Guayos que lo hacen, además en Trabajos de Plaza de los cuales solo Remedios y Caibarién mantienen la tradición. 

12-Véase: Díaz Rojas Jesús. y Rodríguez Hernández Alejandro, El diseño del trabajo de plaza en la parranda remediana, Islas, año 57, no 178, Universidad Central de las Villas, pp. 168-178. 

13- En la década del sesenta del XX, este carpintero, electricista y artista de la plástica, introdujo el paño de luz, las proyecciones, y los bombos para la intermitencia de la luz, ente otros aportes, además de darle esplendor a los descubrimientos en sus trabajos. Desde entonces la electricidad ha contado con numerosos aportes como el intermitente de plato, el conocido como chiqui chaca, el programador artesanal (1996), hasta la introducción de la computación desde 1998.  

14- Trabajo de plaza Génesis del barrio del Carmen. En el mismo la estructura de hierro no se veía al estar disimulada por las piezas eléctricas y la decoración. 

 

 

 

 

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