Blogia
CubanosDeKilates

DIMARYS ÁGUILA, DE LO EFÍMERO A LA MALDITA ETERNIDAD DEL VERSO HELÉNICO

DIMARYS ÁGUILA, DE LO EFÍMERO A LA MALDITA ETERNIDAD DEL VERSO HELÉNICO

Por Rainer Castellá

 

 

Ante los ojos de los poetas griegos sería develada la semilla del corpus poético desde una lírica preconcebida para enaltecer la belleza, digna de un diseño semántico enriquecedor del discurso pleno de la imagen tal como lo concebía Lezama Lima en su novela Paradizo: el creador contemporáneo deberá hacer una regresión a los postulados de la cultura clásica griega, o lo que es lo mismo, viajar a la semilla, parafraseando un tanto a Carpentier.

 Afanado por vislumbrar en su catalejo creativo los modos y formas que componen una obra artística, en este caso la literatura, cuyo instrumento es la palabra que ofrece un objeto del cual se desprende en mayor o menor medida una minuciosa gama de símbolos que brindan coherencia al discurso durante un trayecto lírico, que si bien en la narrativa, precisa además de otras herramientas técnicas, en la poesía su fuerza se concentra en los postulados de la imagen, descifrable ante los ojos del período clásico griego y su posterior transición helénica que aún hoy disgrega sus vestigios en la poesía contemporánea.

 Incluso dentro de la heterodoxia discursiva de la antipoesía, fecunda en su precursor chileno Nicanor Parra y que goza hasta nuestros días, de mucha influencia en latinoamericana, e incluso modula los aspectos estructurales de la actual poesía cubana cultivada por los poetas postmodernos de nuestro siglo venidero.

El lirismo de la antigua Grecia, es si bien una estética milenaria, cuyo tiempo no ha sido sepultado del todo. El tiempo en el arte es indivisible a merced del frágil trayecto que inicia el creador en su ambicioso sendero por hilar los hilos de la virtud y sabiduría en vilo a la gracia de la imagen que se devela en el poeta como una suerte de ebullición o éxtasis espiritual divinizado en sus versos y le ofrece, (esto sucede solo en caso de los poetas cuyo racionalismo oficioso apunta a las tinieblas del espíritu más osado)

A ese ir y venir entre retórica, emoción e imagen, unificada por el poder insólito de la metáfora que nos invita a la lectura constante, al descubrimiento de lo incognoscible y su afán perpetuo, del mismo modo que encanta y ennoblece en sabia ofrenda al campo ciego de la belleza estética tras el componente de la imagen que ofrendan los versos de la poetisa habanera Dimarys Águila.

Tributo de un lirismo que se viste de una agradable musicalidad, como si encantase, en versos breves y profundos, estos poemas rimados suscitan en el escenario de la antigua Grecia donde eran cantados, acompañados de la lira, en alguna medida de tono elegíaco, evocando gestas, muertes, el pasado heroico, cantatas a los dioses y todo esto dentro del germen insaciable del amor visto en lo erótico en cada una de sus magnitudes y presencias comulgantes. Tal como lo afirma en su Poema «Púber» que destina el inicio de su poemario “69 Pasos”

«Espantada de todo, salvo la pubertad de mi género impuro amanecer de mi vientre, destilan los poros misiones  de vastos atardeceres  bajo la roca cálida de la osadía. Irrumpen en la noche  gemidos lanzados al vacío de nostalgias…»

Una poetisa que recoge como pocas un registro lírico digno de la tradición más longeva dentro del panorama poético contemporáneo, intencionando el cuidado de los versos rimados.  Véase un fragmento de su poema Inocencia:

«… ¡Ay muchacho inocente que ha partido! Desde hace tanto en busca de razones, en la misión descubre los pezones y más abajo el vientre enmohecido… Qué inocencia viril estoy contando si al reposo regresa salvo y blando. »

El nerrománticismo o lo que yo prefiero simplemente denominar: verso amatorio, para ofrecerle una distinción menos contextual a lo que siempre ha pretendido la crítica. Fue cultivado por no pocos poetas cubanos a partir de la primera mitad del pasado siglo. Nombres como José Ángel Buesa, Carilda Oliver Labra, el poeta santaclareño Carlos Hernández López, Gustavo Sánchez Galarraga, Regino Botti, el propio Emilio Ballagas en una  etapa iniciática, influidos por el primer neorromántico del chileno Pablo Neruda en su “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”.

 Cultivaron de manera elegante y jactanciosa desde lo emotivo la poesía amatoria que igual tiene su influencia inmediata entre los Becquerianos y románticos franceses durante el oscurantismo literario del siglo XIX que buscaba la exaltación de los sentimientos como alternativa filosófica ante el impúber peregrinaje del entonces racionalismo social en Occidente.

 Residuo de esta generación de poetas insulares, imbuidos por la bolerística cubana y la confluencia sentimental que se ofrecía de modo sublime en las parejas de la época. Vale destacar que la sociedad ha evolucionado en normas y proyección psicológica originando una flagelación de lo sublime y que hoy ese tipo de poesía no a pocos les resulta su discurso un tanto ambiguo. Mas la belleza implícita en este ruedo de emociones por sus versos en apariencias simples y pegajosos, y la suma de su sonoridad perfecta se resiste al quebranto de otras corrientes estéticas que si bien la hieren no consiguen sepultarlo.

La poesía de Dimarys es una muestra ferviente de esa huella colosal de beldad esperanzadora que nos enceguece y cautiva. Versos tejidos por imágenes plenas y muy bien cuidados, lo erótico en ellas no solo traspira al cuerpo de un modo sensorial sino que incita a lo cognitivo. Es el conocimiento donde respira la fertilidad sacrílega de sus imágenes, vestidas por la lubricidad del deseo en pieles que no resultan ajenas al lector, pero que incitan a buscar algo más que amor, desamor, y sexo agotable o inusitado. Cito su poema “El Juicio Final”:

«No te pido Señor que me perdones

cuando tú, hombre y mujer has permitido

la costilla en el suelo se ha partido

y el precio fue pagado en perdigones.

 

No te pido Señor que me perdones

no pretendo en el juicio mis razones

ofrecerla en disculpa a la manzana…»

Antes afirmaba que el romanticismo procede de consolidar en la base de la consciencia un ideal supremo, cuya raíz imperfecta levite en el propio edén del ser, ese sendero luminoso que faltaba en el siglo XIX ante un malogrado racionalismo que enriquecerían en exceso  los postulados del Siglo de las Luces.

Esto analizado apenas en esencia y sin que sea la intención de entrar en ese ámbito comparativo, la poesía neorromántica de los poetas mencionados carecen del cuerpo estético que se erige aún en un trayecto baldío, pero cuyas huellas suscita e inquieta de hallar ese lívido solsticio  que revele los misterios del cuerpo, y la fe en el rito sagrado del amor conferida por la poesía de Dimarys.

Por tanto su obra no reposa en un pensamiento inmediato; muestra una experiencia más antigua. Para la poeta cada accionar humano es un misterio, digno o no del reproche en los deseos de la carne. En unos los dibuja como si el erotismo fuese el Mesías de sus versos, en otros la huella imperecedera de lo innoble y herético. Como lo describe y se describe en su poema La Maldecida:

 

«Soy esa mujer,

la maldecida,

la que canta al silencio en el albor.

Hay un retoño de luz frente a los ojos,

una silueta deshecha con los dedos,

un beso profundo en Aleluya,

la inocencia tan cerca de la cama…»

Su discurso leve y de imágenes precisas cobra vigor en el reparto oscuro que le sustenta, crea inquietantes atmósferas a través del discurso íntimo. Lo interior es suficiente para vislumbrar la inquietud interna que le perturba y perturba en esos cuerpos académicos que describe como elegante pitonisa de lo erótico. Amante de un lenguaje que coquetea con lo clásico, dada la evidente estética que le influencia.

 Sin embargo no resta aires frescos y ciertos vestigios coloquiales que sirve de utilidad sonora y diversifica un tanto el discurso intimista en constante guerra con las emociones y lo fugaz en este caso en su viaje trascendente a la cima reflexiva del amor viril en esta vida que le habita y atormenta en la marea baja de su consciencia figurativa, depuesta en este poema «Donde Arden las Estrellas» perteneciente a su libro “Los más fieles difuntos”, y que considero uno de sus poemas de cabecera:

«Una vez más la razón impone sus motivos

la idea yace sobre el retablo

con hilos muertos que salen por la frente en sollozos.

No le temo a la muerte

pero sí a la vida nauseabunda

hecha de sal y azufre;

sobre mi cuerpo de cera

se derrite la noche

que invoca tu presencia.

El pretexto es una réplica de todo razonamiento. »

Entonces, ¿podemos afirmar que la obra poética de Dimarys Águila es hija del más puro nerrománticismo, tal y como le conocemos en su ámbito académico precedente? En cuanto al ritmo; tanto la estrofa rimada como el verso blanco o libre, poseen esa confluencia sonora de cantatas, cuales fósiles traspiran en la Grecia antigua y esto es un rasgo técnico en común para todos los neorrománticos y en particular el soneto, pero su base estética responde a una poesía oscura de rasgos mucho más universales y milenarios.

En lo fractal de sus versos (aquella que se refleja y no se escribe, pero está cobrando una homogénea dualidad conceptual a lo contado) en la palabra invisible, radica la magia de su poesía. ¿Dimarys Águila es una poeta maldita? En efecto. Los ingredientes de su discurso poético reposan en la poesía maldita del siglo XIX, y sus imágenes construidas con metáforas concisas se eternizan en su encantamiento helénico.

En resumen, la poesía de la habanera, aunque a primera vista se podría encasillar en el canon estético neorromántico difiere mucho de serlo. No tengo dudas que estamos ante la presencia de una poetisa total o poetisa del alba y no de la era del cenit, donde la virtud no radica solo en el pensamiento crítico) sino en los componentes universales que en sus imágenes le erigen desde un tiempo universal: el tiempo único y supremo de la poesía total y en sus secretos básicos que de a poco se le irán develando como un velo en descenso.

Si en el siguiente siglo aún se lee poesía en el planeta y los libros sean cual sea el formato aparecen firmados por su autor, nadie dude que la poetisa habanera tendrá su nombre bañado en oro entre el gusto popular y la crítica cubana como una oscuraAfrodita que sustenta con lo efímero la maldita eternidad del verso helénico.

 

PD:

Dimarys Águila García

Biografía

Corresponsal de prensa de la Agencia de información Argosis Internacional y directora de la editora Argos Iberoamérica. Profesora de talleres literarios. Directora de la revista chilena Es-Kupe y columnista de la revista italiana “Artística Literaria Poetas por la Paz y la Libertad de los pueblos y de la revista argentina “El Bullicio”. Representante en La Habana. Cuba de Arte Poética Latinoamericana. Miembro de la Asociación de poetas del Mundo (WPA)

Ha obtenido entre otras distinciones: Premio Internacional, Premio Único “La Pluma de Oro de 14k”Perú 2021. Mención nacional en el Concurso de Glosas Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí) 2021. Premio Anca María David y Premio Archivo Literario (Rumania 2021). Primer Premio del VII Certamen de Poesía “Mesa de Otaña”. Toledo España. 2021, entre otros premios y distinciones. Ha publicado los poemarios “Al Derecho y al Revés,”El Secreto de los Parques” (Antología Poética) y “En cuatro paredes” (poesía erótica) Entre otros. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y publicada en  periódicos, revistas y antologías nacionales y extranjeras, incluida entre las mejores letras del mundo 2021.

 

 

0 comentarios