DESLINDES ARTÍTICOS
Por Luis Machado OrdetxJamás es de interés volver en torno a un asunto tratado con anterioridad: algunas cartas recibidas en la Redacción Cultural lo instan, sobre todo la suministrada por Juan José Pérez Herrera que, desde la calle Adolfo Ruiz número 91, en Remedios apunta su conformidad con el comentario Raiting con Fantasías, publicado hace dos sábados en esta página, y en el cual evalué fallas de la programación humorística que transmite la emisora CMHW y la que se inserta en Tele Cubanacán. Incluso, los remitentes dicen que el espacio «La Zambomba», del que hablé, se reprisó en tres ocasiones seguidas sin la debida respuesta explicatoria a la audiencia. No lo afirmo y tampoco lo desmiento, pues sólo atiné a precisar apreciaciones teóricas y el punto de vista personal sobre el discurso y los niveles de actuación artística en los que descansa su realización. Otro asunto de similar rango recaba detenimiento en las valoraciones de una novela que, desde su inicio, marcó una ruptura estilística dentro de los montajes dramáticos de eficiencia y prestigio artístico al que acostumbra un colectivo, merced a las idas y venidas de algunos actores y actrices (de o hacia el medio) por razones obvias. No sé cómo apareció entre ese elenco una pieza literaria de poca estirpe, como «Se enredó Bejuquera», de la autoría de Armas Duque, lindante, además, con el humor más absurdo que propician enredos de todo tipo, y alejada, además, de los conceptos propios que esgrime el espacio estelar de la media mañana, y en reprise de la noche, por la CMHW. Allí hay personajes tan episódicos que se pierden por capítulos y a la altura de los 60, apenas vuelven por ese escenario ficticio que ampara el micrófono. Hasta esa variante del personaje-narrador, y no a la inversa, que realiza el versátil y reconocido Samuel Urquía, queda mal parada por sus intromisiones constantes. Por fortuna ya está a punto de remate esa novela, muy distante de aquella homóloga que escribió Samuel Feijóo para la lectura reposada, y con el tiempo llegó al cine y la radio: Juan Quinquín en Pueblo Mocho. Un respeto mayor recaban los públicos, y «Se enredó Bejuquera» falla en eso, según la apreciación. Otra cara tiene «Las tierras del Sin Fin», novela transmitida por una emisora que, desde hace muchos años tiene en su cuadro dramático un puntal envidiable en la realización y la audiencia. Contra viento y marea, durante un lustro, ese equipo sorteó escollos ante el cierre de los estudios habituales y desde uno improvisado en Tele Cubanacán, hizo montajes tan encomiables que, con aplausos, repercusión social y artística, lo erigen entre los más sobresalientes del país. Y, a veces pregunto, ¿faltarán escritores o adquirir «enlatados» es más fácil que producirlos? Porque, el criterio de selección de «Se enredó…» fue imperfecto, según la distinción, con pocos aportes en la tradición del colectivo y del espacio seleccionado. Eso sucedió también meses atrás, con el arribo de cuentos y teatros (escritos o adaptados) desde Radio Arte, al atribuir conceptos y presupuestos artísticos diferentes a los que se difunden aquí. Nuestros escritores y actores o actrices, desde épocas fundacionales de CMHW, dieron y dan pruebas de valías para reconstruir una realidad social. Sería excelente cuidarlos en extremo sin que imperen criterios unilaterales que impongan montajes aislados que no deslinda entre lo bueno o lo malo, y al final se lastre el prestigio cultural y de recepción ganado en los públicos.
1 comentario
Norelys -