PUCHO LÓPEZ, EL RINCÓN DE LOS HEREJES
Por Yusnel Fleites Martínez
Sección semanal que aparece en las páginas impresas de Vanguardia, Villa Clara, Cuba
A Pucho López -alias Víctor López Jorrín- poco le faltó para nacer genio. Se dice que a los tres años ya tocaba piano, y que a los cuatro estudiaba formalmente el instrumento. Y que conste, si a los cinco no compuso una ópera fue porque el padre -su maestro de entonces-, no le permitió acercarse a una partitura hasta cumplidos los 11, momento en que, además de iniciarse en los misterios de la orquestación y la composición, debía completar su aprendizaje del clarinete y el contrabajo.
Por cuestiones de espacio no podría referirse aquí una cronología completa de su precocidad profesional. Pero basta un solo ejemplo a modo de síntesis: a los 15 años ya era el arreglista de Los Fakires, fecha en que también hacía sus primeras incursiones en el no tan nuevo género Fusión. En sus propuestas de entonces se apreciaba el hermanamiento sonoro del jazz, el rock, y los ritmos tradicionales cubanos. (Sí, porque ese Pucho que ustedes ven ahora ahí perteneció a una banda de heavy metal en su natal Placetas).
Nada, que el personaje melenudo de la telenovela cubana bien pudiera estar inspirado en la vida de nuestro hereje de hoy.
Ya un poco más grandecito se la agenció para figurar en todo tipo de proyectos: ha compuesto música para ballet, cine, televisión, y ha participado en la producción de nada más y nada menos que 50 discos. Guarda, además, varios premios en concursos nacionales e internacionales. (Su más reciente éxito fue en el último Guzmán, por el arreglo musical del tema Detrás del tilo, del coterráneo Leonardo García, y defendido por otra del patio, Vionaika Martínez).
En lo personal Pucho se distingue por ser un afamado explorador (aburrido de visitar América, Europa, Asia, y África, planea llegarse un día de estos hasta Oceanía); por ser un gran conversador, por sentir una casi enfermiza predilección por helados y refrescos, y por pertenecer a una familia en la que hasta el gato toca algún instrumento.
«Ya usted ve» -como él mismo diría-, de todo uno se entera.
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Pepe Montes -