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PALABRAS EN LUNA NUEVA

PALABRAS EN LUNA NUEVA

Por Yoel Sequeda Pérez (Escritor residente en Camajuaní)

 

Ciertamente, en algunas ocasiones, de poco sirven las palabras para dar definición a una cosa; tal es el caso de Un violín por las noches de luna llena,  cuentos del escritor remediano Jesús Díaz Rojas, aparecido en 2008 con el sello editorial de Capiro, de Villa Clara.

 

Sin embargo, ¿qué palabras usar para definir lo que en este volumen de arquitectura colonial se vuelve cimiento, pared y techo, el infortunio de la Villa San Juan de los Remedios apenas plantada en su suelo rojizo la bota del conquistador? ¿Cómo calificar el ensañamiento de la historia, el continuo ir y venir de corsarios y piratas, la estampida de los lugareños luego de que los frailes terratenientes José Gonzáles de la Cruz  y Cristóbal Bejerano, con marcadas intensiones económicas, azuzaran a la población hablándole del Maligno y sus legiones de demonios  empecinados en dañar la villa?

 

Mil palabras pugnan por calificar este tramo de la historia, comprendido entre 1672 y 1696; esa pelea cubana contra los demonios, cuyos efectos, además de personificarse en la fundación de importantes ciudades como Santa Clara y Placetas, se interpretan en la escritura del libro de Díaz Rojas. 

 

Ese rango de lo real maravilloso, que en tierra como la nuestra crece silvestre, es ágilmente abordado por el autor, quién lo vuelve una constante en cada página, al tiempo que hace poco menos que imposible la faena de calificar con términos comunes aquello que sucede en cada relato.

 

¿Qué palabras emplear para definir los desvaríos de una dama por los vahos insalubres de su sexo? ¿Qué vocablo para definir el apareamiento con una madre de agua? ¿Delito? ¿Violación? ¿Asesinato? ¿Servirán estas palabras para calificar las andanzas de la luz aparecida en el tercer relato? ¿Demonio? ¿Asesino en serie? ¿Cómo definir al señor personaje que en el tercer relato desconcierta a las a autoridades y doblega a los varones con suaves y extraños lirismos?

 

Y en medio de estos marasmos, nombres tan reales como Arsenio Martínez Campos, Alejandro de Humboldt, Francisco Carrillo. Más aún: Caibarién, La Habana misma. ¿Cómo definir las notas de ese violín que parece escucharse en cada renglón, los colores que cada página exhibe?

 

Siendo así, lo mejor será recomendar la lectura de este libro tan difícil de calificar con palabras corrientes. Solo alguien como Jesús Díaz Rojas, autor, además, de Ángeles en el umbral, Jaime y Sus labios escarlatas de púrpura maldita, editados por Capiro, puede darse estas mañas que, más que cautivar, enamoran; más que enamorar, seducen.

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