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DE PARÍS A SANTA CLARA

DE PARÍS A SANTA CLARA

 

Julio Cueva Díaz, el compositor y trompetista que enalteció con su música a ciudad central cubana. De un hombre y una historia que apenas se cuenta en la localidad, y permanece en franco olvido.

Por Luis Machado Ordetx

 

Jamás olvidó el excelso trompetista y compositor trinitario Julio Bartolomé Cueva Díaz —el Gaspar Blanco que modeló Alejo Carpentier en La Consagración de la Primavera (1978)—, aquellos años de residencia en Santa Clara, ciudad que lo acogió  en su formación musical. No importa que en la actualidad no se aborden los instantes que lo inspiraron a llevar al pentagrama un recuerdo histórico que tuvo su estreno en Paris y luego se divulgó en las emisoras de radio de la central localidad cubana.

El joven, entonces, no podía borrar de la memoria el concurso anual de Bandas de Música Infantiles  —Cienfuegos, Trinidad, Sagua la Grande, Santa Clara, Remedios, Caibarién y Sancti Spíritus—, organizados por la Sociedad de Instrucción y Recreo El Gran Maceo, en la antigua capital provincial, para recordar la caída en combate del Titán de Bronce y su ayudante Panchito Gómez Toro en campos San Pedro, Punta Brava.

En 1911 Cueva Díaz (1897-1975), como instrumentista de la Banda trinitaria llegó a Santa Clara para participar en aquel certamen, y cuatro años después es ya integrante de la agrupación de música del centro cubano. Fortalece estudios y presentaciones artísticas bajo las batutas de los maestros Domingo Martínez (director) y Agustín Jiménez Crespo (asistente), momento en el cual comenzó sus labores de composición de danzones.

El autor de «El golpe de bibijagua» y «Tingo talango», entre otras antológicas composiciones, tendría prendida en la memoria el recuerdo de Santa Clara, la ciudad de su formación musical y de los amores y la familia. ¿Cómo desprenderse de la triste evocación del despojo que recibió la Banda de Trinidad, en su primera incursión en concurso, del premio de 1911? ¿Cómo olvidar las ínfulas de segregación racial, entonces, en el Parque Vidal?

Bien recuerda La Publicidad (Diario Político y de Información) de Santa Clara la nostalgia de los niños trinitarios cuando recibieron el adverso veredicto del jurado al ubicar a la agrupación de Cienfuegos como la galardonada. Una polémica sugerida desde El Clarín, de Caibarién, y sustentada por otros rotativos de Remedios, hablaron de favoritismos hacia los instrumentistas de la Perla del Sur.

Desde La Publicidad, el cronista Sergio R. Álvarez  escudado en el seudónimo de Mefistófeles, en defensa del jurado dijo: «Que resulte extemporáneo poner la teja antes que caiga la gotica sin saber si habrá de mojarse la casa», alertó de la probidad en las cláusulas  del certamen.

A pesar de esa primera colisión desfavorable, Cuevas Díaz,  ya cornetín solista en la Banda Municipal de Santa Clara, partió después de la ciudad y en breve tránsito por Cienfuegos y la Habana, llegó a Paris, sitio de reunión de artistas y escritores cubanos.

En el bautizado cabaret «La Cueva» compuso y estrenó en 1934 «Santa Clara» (bolero-son),  de contenido patriótico. Un lustro después se difunde por la emisora CMHI, ubicada en las calles Tristá y Virtudes, en la capital de la provincia. Otra vez, dedicada al Liceo de Villaclara,  propaga la pieza el viernes 18 de diciembre de 1942, fecha de bailable y congratulación a ese centro histórico de batallas por la independencia nacional.

La letra aborda aspectos vinculados a los símbolos patrióticos y de tradición pilonga de la localidad, y de las aspiraciones por crear la Universidad, y constituir un centro permanente de cultura.  Otras piezas anteriores divulgó Julio Cueva en Santa Clara: «Campanario», dedicado a la Parroquial Mayor, «Chucumbún» y «Ten cuidado con Irene», de crítica social contra la discriminación racial. De igual manera promocionó por las emisoras CMHI y CMHW sus principales composiciones de entonces.

Del compositor e instrumentista trinitario, apenas conocido su paso y trascendencia en Santa Clara, quedan pendientes diversas aristas, algunas tratadas por Dulcila Cañizarez en Alé alé reculé (2010), y otras contenidas en papelerías de los periódicos villaclareños. No obstante, su quehacer artístico-musical constituye un referente de permanente olvido.



ALBERTICO, ¡BUEN VIAJE!; POR SIEMPRE

ALBERTICO, ¡BUEN VIAJE!; POR SIEMPRE

Todavía al paso por la calle Maceo, en Santa Clara, hay siempre un recuerdo a un irrepetible artista que defendió con profunda mirada el hacer creativo en  la pintura popular, la música, el teatro, la literatura y el periodismo impreso y radial.

Por Luis Machado Ordetx

 

Sorprendido, ante una grieta profunda que se abrió de la noche a la mañana en el comedor de la casa familiar, Albertico Anido Pacheco, no atinó a dar respuestas. Allí estaba un alijo de botellas vacías. Unas con los vidrios rotos, y otras intactas. Tal vez procedían de aquellas viejas destilerías —El Infierno, de Sagua la Grande, y Villaclara, en la finca Las Cañas—, existentes en siglos pasados. El hombre pasmado, ante la interrogante, no tuvo explicación para el hallazgo.

«Son misterios, como embrujos, para seguir sacando imaginerías y “bichos” en La Casa en silencio (1994), título de mi novela», confesó entonces el exhaustivo artista. Ahora evoco la historia, entre otras muchas surgidas en conversaciones ocasionales, cuando a los 83 años, cumplidos en mayo último, se apagó por siempre el polifacético intelectual villaclareño.

Hace horas, al amanecer del domingo, último día de octubre, dijo adiós,  en afonía infinita, un prolífero integrador de las artes. Un hombre único e irrepetible que, en sencillez extrema, contaba de aquellos sitios que en infancia recorrió junto a la familia y jamás volvió a verlos porque su universo se circunscribió a caminatas cortas por las cercanías del parque Vidal, en Santa Clara.

De Alberto habrá que hablar siempre a pesar de tomar el rumbo del Buen Viaje, nombre de una de sus calles predilectas en la ciudad.  De precisa palabra, como en la melodía exterior de los fonemas, no pecó en opinar y escuchar con exactitud. Todavía lo recuerdo en aquel encuentro entre periodistas y escritores que, luego de punzantes inquisiciones, respondió de leguas y leguas transitadas en el contexto de las artes y las lecturas polisémicas relacionadas con sus facturas musicales o pictóricas.

Enumeró cantantes e instrumentistas que por años asumieron sus composiciones musicales. También acudió a los instantes luminosos del mundo del teatro, y la apreciación cinematográfica y los comentarios radiales y hasta se quejó con humildad de cierta apatía institucional       —originada por la escasez de espacio—, para hacer periodismo impreso. Por supuesto, una que otra vez, la conversación volvió al trazado de la pintura, su proyecto más trascendente, de índole popular y de imaginería simbólica. Allí invocó los recuerdos permanentes de Samuel Feijóo, y de José Seoane Galló y del Grupo Signos…

No faltó la mención a sus novelas La Casa en silencio (1994), Un mundo de sábados azules (2002) y El hilo del silencio (2008), y escrituras en mente, con inequívocas recurrencias al espacio que siempre habitó: la vivienda familiar. Era el sitio de predilección, tomado en «escudo» para encontrar un hallazgo «bajo la capa de polvo» que animaba una sagaz actuación de hombre armónico e irrepetible.

Un costado menos divulgado en toda hechura artística de Anido Pacheco está en su vínculo con la prensa impresa, cuando Vanguardia lo amparó una vez por semana, hacia mediados de los años 70 del pasado siglo, en  comentarios y críticas sobre cine. ¡Qué conste, jamás recibió remuneración monetaria! No hacía falta. Similar actitud lo llevó, más cercano en el tiempo, a CMHW, y emergió como observador puntual, con  vistazo de promotor. Pensaba que el «exceso se suda de dorado placer», como dijo César Vallejo, el poeta.

Un pensamiento humanista, arropado de extrema sencillez, dejó siempre Anido Pacheco. Fue como de «Voces Antiguas», según añadió  Feijóo en la Libreta de Pasajero (1948-1956): «Atendiendo a esa lectura antigua que entiende la vida de cada hombre como una conquista única, a la que se llegó con el goce o el dolor, o la ausencia, del quehacer, por un callado conocimiento de la anticipación en la antigüedad».

Era el embrujo por lo primitivo «moderno», como el hechizo, y el desbroce de caminos sin importar que florecieran zancadillas, olvidos y hasta incomprensiones. Siempre procedió así. De un asombro en otro para buscar perfecciones. No le importó, como en aquel misterio de confusiones de vidrios —unos intactos en sus diversas formas y otros rotos por el paso del tiempo—, que proliferaran retos. Sabía encontrar el punto exacto a las ideas y los hechos.

De esa forma inalterable  procedió Albertico en su convicción estética, con cuartilla y cartulina en blanco, para pautar los contornos de la realidad inmediata y llegar gustoso a un color legítimo de arcano en esencias diarias.   El Buen Viaje también lo acoge en su eternidad  como artista irrepetible y evocador por siempre.

 


CHE, TRAS LAS HUELLAS DE UN POETA

CHE, TRAS LAS HUELLAS DE UN POETA

Por Luis Pérez de Castro

 

El hombre sobrevive a las maquinas, a las antiguas edades históricas, a los espacios dominados por la ingravidez y el silencio. El hombre sobrevive a su propio hecho en sí, y lo hace gracias a su voluntad de asumir la existencia con pasión, en hacer de lo cotidiano una fuente de curiosidad y descubrimiento, apoyado en una voluntad creadora original, lejos de todo dogmatismo. A este pedazo de historia, ajeno al peligro que constantemente lo acechaba, en defensa de una ética y una conciencia lúcida, pertenece Ernesto (Che) Guevara de la Serna, no el guerrillero, no el político comprometido con su causa, solo el poeta que, sin conocer los rudimentos del oficio, fue capaz de ejercitar un verso y una prosa en ocasiones incisiva, otras diáfana, estremecedora.

Si rastreamos, aunque sea someramente, en la poesía cubana, encontraremos las huellas de este poeta de rotunda afirmación humanista.

Otra vez siento bajo mis talones el costillar de Rocinante, vuelvo al camino con mi adarga al brazo.

(Carta de despedida a sus padres)

En sus versos hay paz, inclinación a la fe, no a la impostada, si a la satisfacción de los desesperados, de los que necesitan esa fuerza emocional que solo es capaz de trasmitir la poesía. En toda su obra se percibe el instante, la realización y la frecuencia de imágenes en movimiento, transgresoras de la realidad.

Vámonos,

ardiente profeta de la aurora,

por recónditos senderos inalámbricos

a liberar el verde caimán que tanto amas.

Aquí, En canto a Fidel, (Poema escrito en la cárcel de Miguel Schultz 1956, 7 de julio, día del juramento), da constancia de una sensación exacta, de una justicia sobreponiéndose desde el fondo claro oscuro de su propia naturaleza, para al final, como en un tirón, gritarnos a viva voz:

 

Pero, si en nuestro camino se interpone el hierro,

pedimos un sudario de cubanas lágrimas

para que cubran los guerrilleros huesos

durante el tránsito a la historia americana.

Nada más.

También es fácil encontrar las alucinaciones, el fluir desgarrado de un hombre que, sin abandonar el doloroso paralelismo poesía/deber, define la posición de su carácter en forma crítica, pero en nada distante del lenguaje poético:

Me acuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la atención de los preparativos...

A veces todo parece fluir de un sinsentido que de momento irrumpe en razón desgarradora, aplastante, como quien presiente la desolación de la muerte y no le teme, abriéndole el pensamiento en pos de una certeza; el deber.

Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti.

(Carta de despedida a Fidel)

Es un hecho el comportamiento moral del Che ante la poesía y la cultura en general. Su obra, dispersa aún, duplica su propio universo, lo reitera estéticamente, lo formaliza a través del verso libre y la prosa poética. Lenguaje y visión andan al encuentro de una estabilidad emotiva, solo encontrada en el desahogo de una expresión lírica/dramática con sus hijos:

Su padre ha sido un hombre que actúa como piensa y, seguro ha sido leal a sus convicciones... Crezcan como buenos revolucionarios... Hasta la victoria siempre, hijitos, espero verlos todavía...

(Carta de despedida a sus hijos)

La reflexión es una constante que funciona en todo su discurso, la inteligencia como mediación ante el acontecer histórico, como contragolpe al silencio a que la historia obliga (a veces) al lenguaje, como ocupación mítico del hombre ante su propia inquietud.

Son múltiples los ejemplos para evitar la postergación de la obra poética, narrativa y de pensamiento del Che: Epistolarios, poemas, discursos y otros.

S.O.S. PARRANDAS, PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD

S.O.S. PARRANDAS, PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD

Por Jesús Díaz Rojas

Reflexión para una parranda postpandemia                                          

Este trabajo es deudor de Facundo Ramos y Ramos, Othón García Caturla, Natalia Raola Ramos, Juan Clemente Álvarez, Rafael Farto Muñiz, Dely Capote Gamoneda, Celia Estela Rojas Hernández, Sulma Rojas Molina, Samuel Feijóo y René Batista Moreno los que abrieron el camino investigativo para que la Parranda recibiera el reconocimiento de la Unesco. Desafortunadamente preteridos durante la celebración. 

 

El lenguaje se enriquece desde lo profundo de las capas sociales, desde la vida secreta no reflejada casi nunca por los investigadores e historiadores. Los términos nacen del pueblo, lo mismo sucede con la forma de expresar su espiritualidad mediante las artes lo que desemboca en un determinado tipo de tradición que se distingue de las otras. Admiro a los que son capaces de abstraerse de la realidad y llenan con términos ásperos sus investigaciones haciendo ininteligible los supuestos aportes que pretenden trasmitir cuando estudian los procesos evolutivos de la cultura popular tradicional. Y esa manera “intelectual” se torna más incomprensible cuando los estudios intentan desentrañar los afluentes, confluencias y perspectivas del fenómeno que analizan para darlos a conocer a los propios grupos que lo mantienen vivos.

Para juzgar por qué nuestros ancestros ponían el agua en tinajas de barro hay primero que hacer la vasija, abrir el pozo, cargarla desde el río y compartirla con los descendientes para sentir la manera diferente en que esa agua aplaca la sed. Las tradiciones no necesitan de traductores que lleven a términos científicos sus especificidades, sino de salvaguardas que traduzcan al pueblo que las genera, con la trasparencia del agua del manantial, los valores que la distinguen para incentivar la necesidad de defenderla de posibles adecuaciones con intereses externos. Es necesario descender al pueblo para ascender en la comprensión de los fenómenos que crea y reconocerlos en su autenticidad. Lo auténtico no son los términos utilizados para definirlos, es el fenómeno en sí.

La cultura popular tradicional es aquella que un determinado grupo humano de forma paulatina va asimilando como una manera de sobrevivir —tanto en espíritu como en cuerpo— para hacerse resistente a un determinado orden establecido. Esta cultura siempre es marginal, aun cuando asimile las distintas corrientes artísticas que van sucediéndose a lo largo de su evolución, no solo haciéndola suyas sino valiéndose de ellas para completarse.

Como bien lo definiera Armando Hart:

«Este concepto de cultura popular tradicional no expresa una idea simplemente de lo pasado, como podría dar a entender la formulación «tradicional». Se trata de un arte y de una cultura creadas inmediatamente por el pueblo a lo largo de un proceso histórico y que continúa sujeto a modificaciones, de acuerdo con las posibilidades de cambio y desarrollo que implican los objetivos sociales y la propia aspiración de enriquecer y ampliar el arte y tiene sus fundamentos en el acervo cultural local, pero no para dejarlo congelado o estratificado como pieza de un museo muerto, sino para mostrarlo, como deben ser los museos: en su vitalidad y con sus posibilidades presentes y futuras».1

Al enfrentarnos a un fenómeno de la Cultura Popular Tradicional tan controvertido como las Parrandas lo primero que resalta es el número de ellas que coexisten dentro de la Parranda real —entendida esta como la que se realiza un día determinado—, con sus características tradicionales específicas, en una plaza determinada, en una ciudad o poblado determinado.

Resulta difícil dar una definición exacta del fenómeno pues en cada uno de esos espacios se realiza una Parranda única que, aunque mantiene un número de elementos afines, su realización depende de factores y gustos locales que marcan su autenticidad. Si esto fuera poco, dentro de una parranda específica, coexisten varias parrandas en dependencia de la posición que ocupe el observador a la hora de analizar e interpretar el fenómeno. Esto implica que los criterios a la hora de valorar la misma se muevan desde la complacencia, el estupor, el goce, el asombro, la incredulidad, la conmoción, el placer lo que provoca distintos argumentos que no nos permitirían definir con exactitud la naturaleza del fenómeno en sí.

Existen disímiles maneras de ver y razonar las Parrandas, lo que complejiza su comprensión. Cada parranda lleva dentro varias parrandas: de índole realista, histórica, nostálgica, conformista, apocalíptica, fantástica, analítica, crítica, etc.2 Entendidas todas ellas como reproducciones o reinterpretaciones puestas a circular por los diferentes sectores involucrados en su divulgación — de boca en boca, revistas, periódicos, libros, seminarios, simposios, radio, televisión— en un lugar y momento específico. Tales representaciones no pueden entenderse como propiedades del objeto narrado que la definan de una u otra manera, mucho menos como una interpretación que la fije dentro de moldes específicos limitando su extensión como hecho que tiende a evolucionar, sino producciones discursivas de actores sociales en un intento de apresar y narrar —traducir sobre todo al lenguaje escrito— una realidad que limita con lo espiritual en tanto el suceso observado; se puede, disfrutar, sufrir, admirar, rechazar, en dependencia de lo que se “quiera ver” o “entender”.

Dentro de las Parrandas —y asumiendo los conceptos de Ángel Rama sobre la Ciudad y extrapolándolas al fenómeno que analizamos— destacan la Real y la Sumergida.

La real —ya la hemos definido—, es la que se desarrolla de una manera determinada y puede contar en su realización con todos los elementos o no, en un día y año específico. Como actividad que se desarrolla en un espacio público son variados los elementos externos que interaccionan con su realización: el clima, la situación económica3 y/o política del país,4 los accidentes,5 por tanto, cada Parranda real, es única e irrepetible.

En la Cuba de hoy, adquiere una connotación preeminente la Sumergida, entendida como aquella que se desarrolla paralela a la legalidad para que la Real pueda consumarse. Resalta dentro de ella, la manera en que tienen que allegarse los principales productos para la realización de los elementos en competencia. Al no contar con un aseguramiento que sufrague los gastos líquidos (pago de transporte combustible, dietas de viaje y otros) para el acarreo de los materiales y tampoco con una asignación legal de estos materiales (maderas, cartón, cables, productos pirotécnicos, hasta 208 productos), es obligatorio hacer gestiones al margen de lo legislado —especie de sobornos no demostrables—  que obligan, entre otras infracciones, a alterar los salarios —inflar las nóminas— con el fin de obtener el dinero necesario y reponer las inversiones individuales.

Lo peligroso de la interacción entre ambas es que —hasta la fecha— sin la Sumergida la Real no se puede realizar o se realiza a medias, como en los últimos años en Remedios: 2015, el Carmen no termina el Trabajo de Plaza ni la carroza. 2017, el San Salvador no logra adquirir legalmente los fuegos artificiales. 2018, el San Salvador no concluye el Trabajo de Plaza y el del Carmen se ilumina por partes. El San Salvador vuelve a tener problemas con los fuegos pirotécnicos pues la Pirotécnica en Remedios está cerrada y deben recurrirse a las pirotecnias enclavadas en otras provincias —Zaza del Medio y Chambas— esta última cerrada hasta una semana antes de la festividad, con el agravante de que los productos pirotécnicos (clorato, aluminio, minio y otros) son resueltos por gestiones de los barrios o sustituidos por abonos e insecticidas que afectan su calidad.

Es por ello que el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad otorgado por la Unesco al complejo de parrandas de la región central del país, ha causado una mezcla de alegría e inconformidad dentro de los que tienen a la parranda como el fenómeno fundamental que marca sus existencias en un ciclo anual, pues están en contra de legitimar un evento que basa su realización —ante la vista de todos— sobre lo ilegal. 

Producto de la interacción entre la Parranda Real y la Sumergida, además de los inconvenientes sucedidos en Remedios, se han visto afectada la mayoría de las que hasta el momento fueron declaradas como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Con destaque negativo para las de Yaguajay, Buenavista, Mayajigua, Quemado de Güines, Zulueta, Calabazar, Caibarién, Encrucijada por solo citar estas,en un intento romántico de no resultar absolutos-. No siempre la comprensión y el apoyo de los organismos involucrados se hacen efectivos.

La evolución

Toda investigación ha de estar sustentada sobre lo real, entendido esto como el hecho en sí, despojado de términos que oculten las crisis que inevitablemente anuncian, sino la muerte, si la perdida de la esencia del fenómeno. Una tradición no se vende como lo que fue, ni como lo que tan siquiera puede ser, sino como lo que es en realidad.

Remedios, por ser la cuna de la festividad, debe servir como ejemplo de las alteraciones que atentan contra el desarrollo de la misma, para lo cual hemos de señalar primero los momentos puntuales dentro de su evolución y después las alteraciones que lastran la festividad en los últimos años.

A partir de 1822,6 en un diciembre impreciso, comienzan en la ermita de San Salvador de Horta las primeras manifestaciones de jolgorio popular que en un principio tuvieron como finalidad asistir a las Misas de Aguinaldo. También impreciso es el año en que las distintas parrandas – una por cada barrio en que se dividía el pueblo- se trasladan hacia la plaza. Lo que si se refleja en los estudios es que, en 1850, Doña Rita Rueda (San Salvador) y Doña Chana Peña (Carmen) agrupan los distintos barrios en dos, con los nombres de San Salvador y el Carmen respectivamente. El primero al norte y el segundo al sur. Para 1871, Cristóbal Gilí Mateo (Carmen) y José Ramón del Peso (San Salvador), conforman la parranda como una competición entre dos barrios o bandos, dándole la estructura actual y marcando las líneas divisorias para la competición.

Una vez consumado el Pacto del Zanjón, la década del ochenta se caracteriza por el afán del elemento español de incentivar sus tradiciones en la Isla. En Remedios se construyen Plazas de toros, hipódromos, se comienzan a celebrar las ferias por la Virgen de Covadonga en la misma ermita donde se especula surgió la parranda, estas últimas por su estructura interactúan con las Parrandas.7

Esta década, es pródiga en eventos culturales que auspician las distintas Sociedades de Instrucción y Recreo donde, en sus actividades festivas, se popularizan los fuegos artificiales.8 Las sociedades de chinos comienzan sus evoluciones en la plaza con sus dragones y atributos característicos a su cultura. Es notoria las influencias de las Exposiciones de Barcelona en 1888 y la Exposición Universal de París de 1889,9 reseñadas por la prensa local y visitadas por varias familias remedianas, en el salto que se opera en los trabajos que se colocan en la plaza por uno y otro barrio, fundamentalmente en el tamaño y los temas a tratar.10A pesar de las intenciones de las autoridades por españolizar la Isla, el componente negro se impone en los repiques y las congas de cada barrio.

Todos estos ingredientes son asimilados por la Parranda, la que se fue expandiendo desde los finales del XIXy principio del XX, hacia las localidades vecinas. Adecuándose a los requerimientos de cada nuevo espacio y con fecha señalada.

Sustentamos la tesis de que, en la Parranda, la continuidad es uno de sus rasgos fundamentales. Su desarrollo puede ser visto como una sucesión de fenómenos evolutivos que han conformado una totalidad que denominamos de esa manera. Sus componentes están bien delimitados y salvo una u otra diferencia específica a cada poblado, se sustenta sobre el enfrentamiento de dos barrios o bandos, que compiten en obras artesanales, 11 fuegos pirotécnicos, música, bailes, insignias, banderas, estandartes, faroles, y organización.

El llamado de auxilio

Si bien es cierto que las parrandas —como toda tradición— es un fenómeno en constante evolución y se reinventa constantemente con las adecuaciones que impone el nuevo contexto, los cambios o aportaciones no deben afectar la esencia que dentro de la tradición han ido conformando, en el imaginario popular, las normas que la definen. Normas que, si bien no son rígidas, regulan el hecho cultural y le dan sentido de únicas. De tal suerte han de tocarse las alarmas cuando se le hacen adecuaciones que la desvirtúan, ya fruto de la mal llamada posmodernidad, de las dificultades económicas, el desconocimiento de la tradición, el protagonismo de individuos que pretenden el lucro y otras influencias en las que se incluyen la mala voluntad y/o la tolerancia de los organismos involucrados en el aseguramiento y la salvaguarda del fenómeno.

Aun cuando no se pueden encerrar las tradiciones y tornarlas al pasado, en ese anhelo nostálgico que sostiene que toda parranda pasada fue mejor —la parranda nostálgica— creando leyes que regulen el tamaño de las carrozas y trabajos de plaza, la duración de las entradas, así como la cantidad de los fuegos artificiales, deben tomarse medidas – talleres, conversatorios, charlas educativas no necesariamente por especialistas de gabinete sino por los propios portadores- que inciten a la protección de los elementos fundamentales con el respecto y la calidad requerido.

La complejidad dialéctica del asunto llevaría a un trabajo mayor que por lo extenso desbordarían las páginas de esta página digital, por tanto, nos limitaremos a señalar los agregados, sustituciones o carencias que en los últimos años entendemos ponen en peligro la belleza de la tradición parrandera.

El temor es que la justificación de una “Parranda para turistas”, cuya visión es externa —aceptan como válido lo que se les ofrece al desconocer la tradición— sustente un clima de complacencia que dañe el producto y se permitan adecuaciones o cambios para adaptar la fiesta al visitante y no prepararlo o sorprenderlo con lo auténtico. Hágase Arte y se habrá hecho para cualquier destinatario.

Las afectaciones fundamentales son:

Trabajo de Plaza:12 Es lastimoso que una estructura que siempre estuvo signada por los aportes ingeniosos de los artesanos y artistas remedianos desde su irrupción alrededor de la plaza —baste señalar los aportes de Manolo Rodríguez—,13 se encuentre estancada en cuanto a los aportes artísticos desde mediado de la década del noventa del pasado siglo.

En 1994,14  originado por la falta de madera para la estructura del trabajo de Plaza, esta se sustituye por barras o tubos de hierro. Y lo que se pudiera ver como un cambio sustitutivo para el mismo fin, se convierte en una solución que afecta la belleza del conjunto pues la estructura de hierro se deja al descubierto. Erigiéndose una mole que desluce la plaza al ser utilizadas simplemente como una armazón sobre la que se colocan las piezas y su parte trasera no se integra al diseño general.

La planimetría de los proyectos los vuelve reiterativos y al observar los realizados en los últimos veinte años se nota que las piezas de luces son las mismas y solo han cambiado en el espacio. También existe un divorcio entre el tema tratado y las figuras geométricas que llenan el espacio, justificándose el tema en un recuadro en la parte inferior a la que llaman bambalina y repletándose el resto con dichas figuras.  Lo anterior es justificado por los investigadores como aportes de la posmodernidad y asumido por los directivos de los barrios como una fórmula que supuestamente les ha de garantizar un resultado efectivo, pero, aun así, la mayoría de estas moles de hierro casi nunca son concluidas en su totalidad.

Carroza: es el único elemento que ha tenido un desarrollo desde 1985, con la llegada de Roberto Prieto, diseñador de Los Chivos de Camajuaní, que supo imbricar las carrozas monumentales de aquella parranda en el espacio limitado de la plaza remediana, lo que fue asumido por los diseñadores locales. Esto lo pudiéramos definir como adecuación como cambio y mostrarlo como una evolución.

Música: Lentamente se sustituyen las polkas creadas por Laudelino Quintero (El Carmen) y Pedro Morales Espinosa (San Salvador) por congas a veces inspiradas en melodías de canciones de moda con el agregado de frases vulgares que incitan a la violencia. Los piquetes de músicos que se contratan la mayoría de las veces desconocen dichas polkas y se limitan a improvisar a partir de una breve explicación.

Las polkas, asociadas al desfile de los simpatizantes portando las banderas, los estandartes, las insignes, los faroles delante de los músicos en su traslado hasta la rueda de fuego sobre una estructura fija, alrededor de la cual se bailaba durante el tiempo que duraba la Entrada son mal interpretadas, con el agravante de que ahora el baile se desplaza alrededor del parque violándose las áreas de cada barrio y las polkas son sustituidas por congas con letras ofensivas.

Al perderse la tradición del repique —música interpretada por jóvenes cuya base radica en las gangarrías—, que recorría el pueblo desde principio de octubre anunciando la parranda, cuando se realiza, resulta un remedo de cualquier conga de carnaval.  

Pirotecnia: desde la década del noventa del pasado siglo se introdujo una salida de barrio a partir de las cuatro de la tarde que de una muestra del arte pirotécnico —se quemaban palenques de lujo entre los que sobresalían los de paracaídas y banderas en colores con premios— pasó a la quema de miles de voladores y morteros de bomba. Lo que niega la primera entrada de la noche donde supuestamente los barrios se saludan. Esto se puede catalogar como un agregado que lejos de aportar belleza niega la esencia de la competencia nocturna, además de crear un caos, pues con la luz del día el fuego no luce.

Parrandita infantil: en la década del noventa del pasado siglo son trasladarlas para el ocho de diciembre, con lo que destruyeron dos tradiciones.

Se sustituye de manera burda La Nochebuena chiquita, así llamada la parranda del día ocho. La cual contaba con la salida de ambos barrios hasta las doce de la noche.

De esta manera se limitaron las parrandas verdaderamente infantiles que se realizaban preferentemente por todos los barrios de la ciudad durante las vacaciones y en la que los niños y jóvenes confeccionaban las carrozas y los trabajos de plaza, adecuados a su entorno, habilidades y conocimiento y con el asesoramiento de los especialistas en uno y otro aspecto; lo que constituían verdaderos talleres donde se formaban los futuros artesanos, electricistas y carpinteros. Ahora al realizarse en diciembre, los niños y jóvenes están inmersos en sus exámenes de fin de semestre y son los adultos los que realizan los trabajos a partir del reciclaje de piezas de trabajos anteriores. Lejos de una parranda infantil es una parranda para niños, donde ellos se limitan a disfrutar en el parque de lo que se les ofrece —piñata, cake gigante, actuación del Guiñol, payasos, comparsas y una conducción de pésimo gusto— por lo que paulatinamente se irá perdiendo el relevo de los artesanos, artistas, carpinteros, pirotécnicos, artilleros, soldadores, vestuaristas y electricistas que hacen la Parranda.

Parranda del amanecer del día 16. Comenzaba a las tres de la madrugada con salidas alternas hasta el amanecer. Por mal orientación de un ente hasta ahora desconocido —que pudiera ser el museo de las parrandas—  se realizan de las doce de la noche a las tres de la mañana. Invirtiéndose la tradición que viene desde el origen de la parranda. Pues sabido es que tenía como finalidad asistir a las misas de aguinaldo de las siete de la mañana.

Área de parranda y propaganda. Durante años el espacio donde se realiza ha servido para el expendio de alimentos y bebidas. Era común la existencia de carritos de frita, croquetas, bistec con pan, naranjas peladas, entre otros, además de los carteles de desafío y burlas al barrio contrario, donde la jocosidad y el ingenio del cubano dejaba su impronta en frases, décimas o cuartetas siempre referidas al entorno de la parranda. Lo primero es lógico que se desplazara a otras áreas producto al volumen de fuego excesivo que se quema durante la tarde, noche y madrugada. Lo segundo es una pena su desaparición pues se elimina la picaresca de la competencia, limitándose a lo oral.

No existen carteles, ni afiches, ni vallas, ni programas y menos los volantes que reflejaban, también mediante la poesía –jocosa o no- lo más relevante de esa parranda.

No existen los spots televisivos y si los hacen no los divulgan.

Tocante a la propaganda, la parranda se convierte en noticia cuando en ella, lamentablemente, ocurre un accidente. 

Epílogo

Si de una parte la regularidad de las manifestaciones culturales es lo que le garantiza su perdurabilidad al punto de convertirlas en una tradición, no menos cierto es que su desarrollo y permanencia está condicionado por la capacidad de adaptarse a los cambios radicales que se operan dentro de la sociedad en el proceso de desarrollo. Lo que no implica que la degradación o esplendor de una tradición sea producto de los cambios dialecticos que se operan en dicha sociedad, sino que, en ocasiones, son las fuerzas externas y malintencionadas las que han frenado, acelerado, impedido o desvirtuado el proceso lógico de su evolución. Uno de estos factores es el aseguramiento material, que desgraciadamente ha llevado a la tergiversación, aniquilación o estancamiento de una tradición al supeditar su permanencia a lo efectivo o no, del resultado económico de la inversión donde los organismos que más se benefician son los que menos aportan.

La parranda – hasta este momento- producto de muchos factores que no se pueden analizar en un artículo periodístico, no ha sido bien acompañada por los organismos que deben contribuir a su plenitud y desde 1970 la Sumergida determina la Real. Lo que ha llevado —como toda tradición—  a momentos de esplendor, recogimiento, retroceso y se ha reinventado, sobrevivido sin apoyo o con apoyo, pero ha llegado a un punto donde el reconocimiento otorgado a nivel internacional no nos perdonaría su no acompañamiento.

 Se hace imprescindible que los presupuestos, las donaciones, y otras formas de ayuda económica se hagan efectivos desde el momento en que concluye la del año. La parranda es un fenómeno que comienza justo en el instante en que finaliza la del año que corre. Los pueblos que la gestan no viven de ella… la VIVEN a diario, de ahí su vitalidad.  

Mirarla como un apéndice de la cultura y no como parte del cuerpo vital de la Cultura Nacional, es negarle el reconocimiento universal que recibió.

Ya la Unesco le entregó a Las Parrandas de la Región Central del País la condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad; ahora con el concurso de todos…

¡A GANÁRSELO!

Esto es una alerta para la parranda post Covid.

Notas:

1-Véase Armando Hart Dávalos. Discurso pronunciado en la clausura del Segundo Simposio sobre Cultura Popular Tradicional efectuado en la VI Feria de Arte Popular en la ciudad de Sancti Spíritus, el 18 de septiembre de 1983, en Lázara Menéndez (comp.). Estudios afro-cubanos. Selección de lecturas, tomo 1, La Habana, 1990:328-356.

2-En este trabajo solo las enumeramos, en ensayos posteriores las detallaremos.

3- Fueron suspendidas en 1932 y 1933, por la crisis del gobierno de Gerardo Machado. 1971 por problemas de incomprensión. Durante los años 1991 y 1992 producto del periodo especial.

4 Fueron suspendidas entre 1895 a 1898 por la Guerra Necesaria iniciada en 1895 y entre 1956 a 1958 por la lucha contra la dictadura batistiana. También en 1969 por realización de la zafra de los Diez Millones.

5-En 1937, por la muerte de Tata Loyola en una carroza del Carmen. 1995 por una explosión en las esquinas Alejandro del Río y José Agustín, con un muerto. 2017 por explosión frente a La Tertulia con el saldo de 22 quemados graves. En 2016, por el fallecimiento de Fidel Castro, fueron trasladadas para el 7 de enero de 2017, por lo que en este año se realizaron dos parrandas.

6- Natalia Raola Ramos, en Aclaraciones sobre el origen de una tradición remediana: las parrandas, Islas 41, Revista Universidad Central de Las Villas, enero-abril, 1971, pp. 83.95, hace un bosquejo de las parrandas remedianas y cita los datos biográficos del sacerdote Francisco Vigil de Quiñones y Mier, donde se aprecia que en 1820 no se encontraba en Remedios.  

7- El programa de estas ferias puede consultarse en Criterio Popular, año X, 14 de septiembre de 1887. Aquí se destacan las similitudes con la parranda, al estar dividida la misma en segmentos de música con fuegos artificiales intercalados. Lo mismo que sucedía en la parranda. Otra similitud es que los asturianos elevaban globos aerostáticos a la Virgen durante los días de feria y el barrio parrandero que representa a esta zona asume como símbolo Tres globos uno de los cuales pasa al Carmen como trofeo de guerra.

8-Según El Criterio Popular, 10 septiembre de 1883, en la inauguración de La Tertulia, el 8 de septiembre de 1883, se queman vistosos fuegos de artificio. Respecto a este elemento existen referencias en la prensa local desde 1859: Boletín, domingo 23 de enero de 1859; Atalaya, 26 de junio de 1864; y también en Anales y Efemérides de San Juan de los Remedios y su Jurisdicción de José A. Martínez Fortún y Foyo. Tomos II, III (1868 a 1885) y IV (1886 a 1888), Imprenta Pérez Sierra y Comp. 1930 y 1931. 

9- Los artículos referidos a la Exposición de París pueden consultarse en: Inauguración Exposición, Criterio Popular, junio 4 de 1889; La Exposición de París, Criterio Popular, junio 20 de 1889; La Exposición de París (Conclusión), Criterio Popular, junio 22 de 1889; Carta a la redacción: Desde la Torre Eiffel, de S.D. Oscar Amoedo, Criterio Popular, septiembre 21 de 1899. 

10- El Carmen presenta una Torre Eiffel de 10 varas de alto (aproximadamente 30 pies). Se reproducen las torres de diferentes catedrales de Europa, así como los adelantos en el campo de las ciencias como el submarino de Peral.

11- La mayoría de los poblados compiten en Carrozas, salvo Remedios, Caibarién, Buenavista y Guayos que lo hacen, además en Trabajos de Plaza de los cuales solo Remedios y Caibarién mantienen la tradición. 

12-Véase: Díaz Rojas Jesús. y Rodríguez Hernández Alejandro, El diseño del trabajo de plaza en la parranda remediana, Islas, año 57, no 178, Universidad Central de las Villas, pp. 168-178. 

13- En la década del sesenta del XX, este carpintero, electricista y artista de la plástica, introdujo el paño de luz, las proyecciones, y los bombos para la intermitencia de la luz, ente otros aportes, además de darle esplendor a los descubrimientos en sus trabajos. Desde entonces la electricidad ha contado con numerosos aportes como el intermitente de plato, el conocido como chiqui chaca, el programador artesanal (1996), hasta la introducción de la computación desde 1998.  

14- Trabajo de plaza Génesis del barrio del Carmen. En el mismo la estructura de hierro no se veía al estar disimulada por las piezas eléctricas y la decoración. 

 

 

 

 

PENSAR EL ¿ANIVERSARIO 95? DE LA SINFÓNICA DE LAS VILLAS

PENSAR EL ¿ANIVERSARIO 95? DE LA SINFÓNICA DE LAS VILLAS

Por Luis Machado Ordetx

Sostengo una duda. Se celebra el ¿aniversario 95? de la Orquesta Sinfónica de Las Villas, y según refieren, la fecha elegida fue el pasado 15 de agosto. No presumo de aguafiestas. En cambio, se precisan de cotejos en coordenadas históricas con el propósito de arribar a una absoluta confirmación.

El acontecimiento —en primera instancia— se toma de manera tácita a partir de lo recogido por el Diccionario de la música villaclareña (Capiro, 2004), de Giselda Hernández Ramírez, un estudio que, a veces, peca de omisiones y dislates.

El texto dice: «El primer concierto fue ejecutado el 15 de agosto de 1926 en el Teatro Miguel Bru Villenas de Remedios…», según se expone. ¡Claro, habla de la Orquesta Sinfónica! Olvidémonos  de los errores de edición: Rubén Martínez Villena es el nombre actual de la institución; antes, conocida como teatro Miguel Bru, y no como aparece en el referido texto.

Las contradicciones se incrementan. La investigadora, al abordar a Jiménez Crespo dice: «[…] en 1938 […] funda un grupo sinfónico de 12 o 14 músicos que [constituye] el germen inicial de la Orquesta Sinfónica de Las Villas». Acota que al siguiente año «el violinista jubilado Humberto Carranza Chaviano propone crear la Orquesta Sinfónica».

Entonces, ¿cómo hablar de 95 años? Por mucho que se formalizan indagaciones del programa de 1926 jamás aparece. En un  concierto del 12 de agosto de 1927 —no referenciado por Hernández Ramírez—, hay otra dimensión de sinfonismo desde Remedios. Tiene a Jiménez Crespo de inspirador.

El maestro, director de la Banda y Academia de Música de esa localidad, ofrece una inusual promoción artística-cultural para inaugurar el edificio perteneciente a la segunda institución.

Ahí, tal vez, radique la «génesis» de lo que vendría después. Alejandro García Caturla al piano, acompañado por 35 instrumentistas de cuerda, y viento madera-metal, así como cantantes. La selección incluye partituras de Ravel, Granados, Scott, Albéniz, Mascani, Luigini, Lecuona y García Caturla.

Sin pronunciamientos de Orquesta Sinfónica, después se verifica un silencio de unos tres lustros. No hay bosquejos artísticos ni tampoco notas de la prensa en la región central... 

Hasta que el periódico La Publicidad, órgano oficial del municipio de Santa Clara, en ocasiones subestimado por investigadores, entrega un titular con otras pruebas concluyentes. El diario del  26 de agosto de 1941 (año 38, número 13029, página 1), en cintillo de alto puntaje expresa: «El día 28 será el debut de la Orquesta Sinfónica de Las Villas». ¿Eso qué es? Todo indica que es la fecha exacta de la fundación, o el nacimiento, y no de la génesis de la cual se habló antes.

El umbral, o embrión, representa la antesala del nacimiento, el surgimiento, y la fundación. Detalla el cuerpo de la información: «Por fin, el próximo jueves 28 del actual, a las 9 pm., y en el  teatro “La Caridad”, se efectuará el debut de  la gran Orquesta Sinfónica de Las Villas…

«El programa confeccionado es el siguiente, bajo la batuta del Maestro Agustín J. Crespo y siendo Solista la distinguida Tiple Sra. Matilde Salinas de Rodríguez. “Atalie”. Overtura de Mendelssohn; “Ballet Egyptien”. Suite de Luigini y “Spanish  Dances”, núms. 12 y 3 de Moskowsky en la primera y en la segunda parte: “La Leyenda de la Rosa”, Valsette de García Caturla, “El Aullido de Hierro”, de Marque, Barbiere Di Siviglia”, Obertura de Rossini e Himno de VillaClara de Néstor Palma…

«El personal de la Orquesta consta de 69 músicos […] entre los mejores de toda la Provincia, estrenando todos magníficos uniformes de gala para la presentación en Villaclara (sic)». 

Las «Notas al Programa»  escritas por el Patronato de la Orquesta resultan más explícitas: «Un organismo que surge al calor de los ideales de un eminente músico remediano, el Maestro Agustín Jiménez Crespo, tras un proyecto estudiado durante catorce años…

«Ofreció su concierto inaugural (privado) en la Sociedad Liceo de Villaclara en 15 de febrero del presente año, patrocinado por esta Sociedad y por el Ateneo, cuyas gentilezas proporcionaron el primer paso en la ruta trazada.

«Hoy, al ofrecer su primer concertó público».

Frente a la incertidumbre, toda indagación resulta válida. La  historia necesita pruebas, y el testimonio oral no basta sin contraste de documentos. ¡Por favor!..., quitémosle 15 años a la cifra que se agasajó, y todo quedará en ocho décadas. Ese es el verdadero aniversario de la Orquesta, el próximo 28 de agosto. Lo precedente, por supuesto, constituyó la semilla que echó a andar.

Nada tengo contra el esplendor de la Sinfónica de Las Villas. Todo se gana —antes y ahora— con la sistemática consagración de talentosos músicos y directores que siguen inalterables rumbos por la excelencia musical. Honestamente, la Sinfónica de Las Villas, hasta que se demuestre lo contrario, no tiene 95 años, según exponen las fuentes documentales.

 

GORRÍN CASTELLANOS Y LA INFINITA PALABRA

GORRÍN CASTELLANOS Y LA INFINITA PALABRA

Por Luis Machado Ordetx

Desde que en los primeros estudios impresos (Revista Islas, número 45, mayo-agosto de 1973 en la UCLV), José Teófilo Gorrín Castellanos, dio a conocer el «Esbozo biográfico y artístico de la obra de Félix Pita Rodríguez», la pluma y la indagación histórico-literaria en asuntos que vinculan la Cultura cubana con la española, se soltaron para «hacer parir» libros que adquieren trascendencias.

Unas veces escondido como un ermitaño en su poblado en adopción, Miller, en las cercanías de Placetas, y otras en viajes familiares hacia las queridas Islas Canarias, convierten a Gorrín Castellanos un rebuscador incansable en aquellas   «grietas» filológicas e históricas que, entre líneas, dejan algunas investigaciones contemporáneas. En unas hace precisiones, y en otras acota interrogantes que, a la postre, se convierten en atinadas observaciones no vistas o atendidas por otros estudiosos.

Gorrín Castellanos, ya con 18 libros publicados en editoriales foráneas, abre otras aristas al penetrar en la narrativa decimonónica, la antiesclavista, apresada por Cirilo Villaverde con su monumental  Cecila Valdés, y las desenvolturas de los negros curros del Manglar, así como las revistaciones a Manuel Corona, el mítico trovador de Caibarién, hasta caer en un tema en derivación, las disquisiciones en tono a los Abakúas, y a veces incomprendido universo de comunicación y de infinita palabra.  

Otras elucubraciones, más cercanas al contexto familiar, punzan en lo testimonial. Sin embargo, el ensayo, propio del que despliega una idea a partir de formulaciones de antecedentes, van al viaje de iniciación y el ambiente juglaresco que encontró en aquellas pesquisas de juventud en las Tonadas Trinitarias, y ahora lo vuelcan hacia el más acabado libro de compilación de los concebidos para recordar a Leoncio Yanes, en Caray, mi Compay: Décimas a Tutiplén, así como la Ruta Afrocaribeña de la Décima, por citar dos momentos singulares en las indagaciones.

Días atrás, invitado por la Tertulia «La Voz del Otro», un encuentro que auspicia el Centro Provincial del Libro y la Literatura en Villa Clara, con sede en la Casa de la Prensa, Gorrín Castellanos volvió al repaso de sus investigaciones, y retomó acotaciones a textos escritos por Fernando Ortiz, considerado el Tercer Descubridor de Cuba.

Entonces el prolífero escritor villaclareño, Gorrín Castellanos, disertó sobre su último libro: Ni muchos ruidos, ni pocas nueces: la verdadera historia del Abakuá, un singular texto del cual solicitamos un adelanto para apreciar parte de la enjundia investigativa que contienen sus páginas.

Aquí está el adelanto que, incluso penetra en olvidadas consideraciones que sostuvo José Martí, el Apóstol cubano, sobre personajes e historias cercanas a su vida y el tema en cuestión. Sin más, dejo a los lectores con los apuntes de iniciación que entregó Gorrín Castellanos.

«Sírvanos el adagio Abakuá: por el cuero del chivo todos somos hermanos para  introducir la presentación del nuevo libro que ponemos en mano del polifacético lector: “Ni muchos ruidos, ni pocas nueces: la verdadera historia del Abakuá”

«Con parsimonia se ha ido, paso a paso, describiendo al hombre Abakuá o ñáñigo que ha enriquecido nuestra cultura. Cuando en 1834 o 1836, se inscribía, en la escribanía española de la ultramarina barriada habanera de Regla,posible primera logia o potencia ñáñiga; en que asomaba, arrimado a su escaso embarcadero el pontón marinero Romney del pretencioso inglés; ahora, extrañamente ʻdefensorʼ del hombre esclavo. Y es ahí cuando empezaron las penosas deportaciones del hombre ñáñigo a las islas y territorios penales españolas en la lejana África de Fernando Poo: “Don Rafael Salillas, …había recibido una carta de un ñáñigo presidiario[1] acompañada de un dibujo representado un "plante" o ceremonia, y la promesa  de develarle los misterios abakuás, podía entrevistarse personalmente…”Cuántos ñáñigos podían existir en la barriada habanera…, y hubo redadas en que cargaron 600 de un tirón. Y dice más: “Contemplando los "juegos" de los ñáñigos en la prisión de Ceuta, Dn. Rafael Salillas se pregunta: "qué es el ñañiguismo? y se dice: "no es una       mascarada, ni una sociedad tenebrosa…”

«El pasaje amargo terminó en esta ocasión, cuando, en una de las últimas Órdenes Real, en 1899, quedándole ya poco a la colonia de Cuba arrebatada por el yanqui: dejando sin efecto el castigo de deportación y extrañamiento patrio. Y podía retornar, libre,  de nuevo, a La Habana…De allí transcribimos bellas páginas de ñañiguismo.

«Pero hay otro ñáñigo, en la vida del Héroe Nacional: Simón… que en el año 1871 fue detenido y deportado con la primera remesa de sublevados de las guerras carlistas de Aragón. Enviado a la isla-penal en Fernando Poo por el Capitán  general Lersundi, en su caso, acusado de ser “ñáñigo y asesino”.  Y cuenta el propio  Martí de los valores excepcionales del negro Simón, cuando nos relata, vehemente, los  sucesos de los que es artífice  Simón en su artículo para “Patria” del 16 de abril de 1892: “En Zaragoza, cuando Pavía holló el congreso de Madrid y el aragonés se levantó contra él, no hubo trabuco más valiente en la Plaza de Mercado, en la Plaza donde cayeron las cabezas de  Lanuza  y Padilla, que el del negro cubano Simón, y cuando Aragón había abandonado las trincheras, y no se veía más que el humo y la derrota, allí estaba Simón, el negro cubano, ¡allí estaba, él solo, peleando en la plaza! (O.C., t.4:391)». Hasta aquí lo expuesto por Gorrín Castellanos, y vaolvamos a releer versos del poema de Martí:

 

Estimo a quien de un revés

hecha por tierra a un tirano:

lo estimo, si es cubano

lo estimo si aragonés.

 

Otro capítulo que escribe José Gorrin en su nuevo libro que hoy presentamos: “Grandes adeudos. Aponte y los Abakuá”. Alguien ha dicho que la sociedad de los ñañigos cubanos presenta curiosas  similitudes con los misterios de la antigüedad greco-romana… Esto dicho así, nos arrima más a la realidad de los aportes que le llegaron por la fuente que les tributaba José Antonio Aponte, acercando al hombre negro a formas del pensamiento avanzado, de los griegos, romanos, egipcios… con el Mitraismo, el Orfismo; con los ritos de Eleusis o Isis; con la secta pitagórica… con el hermetismo, iniciación, los complicados ritos…



[1] El presidiario cubano ñáñigo se llamaba –quizás por  sobrenombre o por el propio secretismo de la sociedad—, “Caoba”.

MACHO TUMBACOCOS; LA HISTORIA DE NICASIO

MACHO TUMBACOCOS; LA HISTORIA DE NICASIO

El amigo Nicasio Vázquez González es de esos cronistas que llevan la realidad inmediata retratada en los ojos y la memoria. De Corralillo y sus historias, en el centro norte cubano, nada asombra cuando, con palabras finas, hilvana datos, personajes, ocurrencias. El hombre por siempre llevó el periodismo en la sangre, y hasta hizo labor de corresponsal voluntario para rotativos del país. Hablar con Nicasio resulta abrirse camino mar adentro en el costumbrismo. 

Alguna que otra vez lo he visto en su Corralillo querido, y hemos tenido tiempo de dialogar de temas diversos. El hombre, economista de profesión y ya jubilado, jamás se detiene en «armar» párrafos para contar historias. De aquel concurso nacional de crónica «Enrique Núñez Rodríguez», con sede en Quemado de Güines, territorio aledaño a Corralillo, Vázquez González consiguió el primer premio.

Luego llegaron otros lauros, pero aquel triunfo literario-periodístico logrado en 2007, por supuesto, queda en la memoria de todos. Aquí está «Macho Tumbacocos»,   una reaidad costumbrista con la cual, a veces, topamos en la vida. Gracias Nicasio por el obsequio del documento, y la fotografía en la que estamos junto allá en Quemado de Güines, tierra natal de Nüñez Rodríguez y donde está sepulpado el inconfundible guitarrista español Vicente Gelabert, un bohemio por pueblos y ciudades cubana.

 

“MACHO TUMBACOCO”

                                         Autor: Nicasio Vázquez González, Corralillo, Villa Clara

 

   Vicente llevaba muchos años trabajando en el Banco. Había transitado por las sucursales de varios pueblos villaclareños hasta que le fue encomendada la dirección de una importante oficina bancaria en la Ciudad de la Habana. Acababa de cumplir 40 años. Siempre buscaba lugar para darle atención, además del trabajo, a la familia, la literatura y el béisbol.

   Una tarde, casi a punto de cerrar el banco habanero, se presentó un ahorrista joven, de buena presencia, a extraer el dinero que le quedaba en su cuenta, que por cierto no era mucho. En el bolsillo de su camisa un telegrama procedente de Quemado de Güines, le anunciaba un grave problema familiar y debía viajar de inmediato a ese pueblo donde –según expresó- residía toda su familia. El banco daba  facilidades para poder extraer y depositar efectivo en cualquier sucursal del país, bajo ciertos requisitos

    Llenó su modelo de extracción y se presentó con la libreta y el carné de identidad en la ventanilla, pero una simple revisión realizada por el cajero, detecta que la foto estaba despegada, lo que le impedía llevar a cabo la operación. Explicó la gravedad del caso el cliente, pero la decisión final vino a parar al despacho de Vicente,  el  único que podía autorizar el pago en tales circunstancias.

   El director escuchó pacientemente al ahorrista; tomó el carné y la libreta del banco quemadense en sus manos y le reiteró las directivas bancarias al respecto, dándole toda la razón al cajero que había rechazado el pago. No obstante, al dirigente bancario le dolía no poder acceder a la solicitud teniendo en cuenta el telegrama mostrado; lo pensó varias veces, el saldo de la cuenta no era realmente grande como para no poder asumir una eventualidad. De pronto se le ocurrió hacerle algunas preguntas  al reclamante:

   -¿Qué día naciste?  

   -¿Cómo se llaman tus padres?   

    -¿Cuál es tu dirección?

   Vicente se sorprendió con las respuestas rápidas y acertadas, pero casualmente él también era villaclareño y había laborado algunos años en Quemado, donde por lógica conocía todos sus detalles, algo que ignoraba su cliente. Seguidamente continuó  haciéndole otras preguntas de rutina, disimuladamente:

   -Así que tú vives en Quemado.      

   –   sí.

   -¿Dónde queda el cine?         

   -…cerca del parque.  

    Era cierto

   -¿…Y el estadio?        

   -…en las afueras del pueblo.

    Cierto también

    No parecía un impostor. Recordó el viejo estadio, los peloteros del patio, sus ídolos locales, no pudo evitar que sus pensamientos se llenaran de nostalgia. Pero comprendía que las preguntas eran demasiado sencillas, casi tontas, cualquiera se aprende los datos de un carné, los cines casi siempre están cerca del parque y los estadios en las afueras del pueblo.

    En esos momentos entró “Chuchi”, su secretaria; en sus manos el periódico Juventud Rebelde de ese día, donde resalta el titular de una crónica de Eddy Martin, acerca del enorme jonrón conectado por Omar Linares la noche anterior en el “Capitán San Luis”, solo comparable al que dio  Muñoz en el “5 de Septiembre” de Cienfuegos años atrás. La situación se hizo menos tensa y el joven ahorrista quiso  comentar sobre otro jonrón conectado por Lázaro Junco, donde la bola pasó sobre el techo del “Victoria de Girón” de Matanzas. Vicente miró al joven con más simpatía. Se veía que estaba al tanto de la pelota.  De pronto,  le dijo en un impulso:

    -Pues mira, yo discrepo de ti y hasta del propio Eddy Martin. Yo considero que en Cuba nadie ha dado un  batazo más largo que el de “Macho Tumbacoco”…

    El joven lo miró extrañado como pensando -¿de dónde sacó el director a ese personaje?. Se sonrió y le preguntó si estaba bromeando…¿quién era ese “Macho Tumbacoco” del que él no había escuchado hablar nunca.

   Vicente lo miró fijamente y pidió disculpas para ausentarse unos minutos. Al regresar preguntó de qué estaban hablando.

-¡Ah, si, de la pelota!. Fueron largos los minutos, hasta que tocaron a la puerta:   

–¡adelante!-

   Dos agentes de la PNR uniformados irrumpieron en el despacho. El joven quedó pálido, retrocediendo hasta la pared, nervioso y excitado. Era inútil cualquier resistencia. Se dejó esposar y salió cabizbajo, escoltado por los policías. Había cometido un fallo en su plan aunque no lograba saber cuál.

   En el juicio oral el joven confesó que había comprado la libreta y el carné a una auxiliar de limpieza de un hotel capitalino, le había cambiado la foto original por la suya y quiso aprovechar la oportunidad de hacerse de unos pesos a través de la fallida estafa al banco.

   La secretaria, que aun no salía de su asombro, le preguntó después a Vicente, cómo  había detectado que era un fraude, si ella no encontró nada anormal en la conversación sobre los peloteros:

   -Mira Chuchi, “Macho Tumbacoco”, cuyo verdadero nombre es Ignacio Arredondo,  es más conocido en Quemado de Güines que Linares, Muñoz y Junco. Imagínate que ese sobrenombre se lo pusieron cuando “Macho”  tumbó un coco de agua, de una mata que había detrás del jardín central, con uno de sus descomunales jonrones. El que no lo conozca, no puede ser de Quemado de Güines y ese fue el error que lo delató.

   Quince días después, Vicente recibió una carta desde Quemado, suscrita por el propietario de la libreta y el carné perdido, donde le daba las gracias por su devolución y por haber evitado que perdiese sus ahorros.

   Vicente le contestó que no era a él a quien debía darle las gracias, sino a “Macho Tumbacoco” , aunque al agradecido ahorrista siempre le quedó la duda sobre qué relación tendría aquel pelotero con su libreta y su carné de identidad.

 

 

 

DOS AMIGOS REMONTAN UN LARGO VIAJE

DOS AMIGOS REMONTAN UN LARGO VIAJE

Con la muerte repentina, en menos de una semana, de Iván Trujillo Durán y Jesús (Chu) Rodríguez, la música sinfónica y popular en Villa Clara está de luto permanente.

Por Luis Machado Ordetx

 

Iván, el Gordo, se llevó el inconfundible y  melodioso sonido de sus aves preferidas. El coqueteo insistente de los dedos con los pistones de la tuba o el bombardino quedó apagado de manera repentina el viernes pasado. Ocurrió  con la muerte el más brusco de los minutos. El corazón se rajó en pedazos. Ahora también se fue Chu Rodríguez, y consigo tenía prendido el sueño último por coronar un jazz-band, al estilo y semejanza de aquella antológica Orquesta de Música Moderna de nuestros predios.

A ambos instrumentistas formados en escuelas de bandas municipales, una en Camajuaní, la de Iván Trujillo Durán, y otra en Placetas, la de Jesús Rodríguez González, la música los condujo por caminos diferentes. Uno derivó hacia el sinfonismo, y otro, el Chu, enrumbó por ritmos más modernos, el arreglo musical, la composición y la dirección sin obviar las lecciones pedagógicas que siempre trasladaron a jóvenes en formación.

La ejecución del mayor de los instrumentos de viento-metal en la Orquesta Sinfónica de Villa Clara, con Iván, el Gordo, sacando sonidos a la vibración de sus labios, allí al lado de los trombones, dejará un vacío muy difícil de reparar en largo tiempo. De los 53 años de vida, por más de tres décadas estuvo dedicado a la consagración musical con una invariable versatilidad. Todo lo condujo a situarse, incluso, por sus solos y reforzamiento a las secciones de cuerdas y viento-madera,  entre los mejores tubistas del país. 

Una nimia conversación con ese músico entrañaba obligadas recurrencias al instrumento, las particularidades signadas dentro del contexto sinfónico,  y lecciones a estudiantes de cursos elementales y medios. Muchos en ejercicios profesionales y ahora consagrados, dentro y fuera del país,  jamás lo olvidarán.

 Ahí está la historia de Manuel López Martínez, de Zulueta, cuando a instancias de Iván, cambió la trompeta por la tuba.  Al observar el pedagogo la forma y fuerza de vibrar los labios del muchacho, en tránsito de un concurso académico, le dijo: «toma otro pasaje, y ahora tu tesitura será conmigo». A otros adolescentes los acogió como hijos y también les inculcó el infatigable amor por la música hasta convertirlos en amigos inseparables de «batería» de viento metal en el universo sinfónico.

Dicharachero y libador de ron, Iván, el Gordo, al igual que Chu Rodríguez, sostuvieron en ocasiones una impresión distintiva dentro de la música villaclareña. El Chu, con mayor reconocimiento público, soñaba despierto por rearmar una agrupación que acompañara a solistas en los habituales festivales de la provincia. Sería ese el mayor de los espectáculos artísticos, como una vuelta a la consagración de los viejos tiempos.

Aquella inyección jazzística que legó la programación de tres conciertos sucesivos para festejar en julio de 2011 el aniversario 43 del nacimiento de la Orquesta de Música Moderna de Las Villas (1967-1994), mantuvo en vilo a Chu Rodríguez. Siempre habló de «¡ahora s!; cuento con animados instrumentistas jóvenes que formarán la nómina de la  agrupación». Todo convergió en quimera.   Víctor (Pucho) López Jorrín, antes de morir en septiembre del siguiente año,  reía de lo lindo en habituales conversaciones, y hasta «oró» por hacer realidad lo que consideraba un sueño imposible para  su amigo. El decurso de muchas  circunstancias trazó zancadillas, dirían otros.

Chu, tozudo y soñador, al igual que Pucho, conocía de la existencia de talentos, salidos de centros de enseñanza, con deseos de «proveer» una orquesta para seguir la línea trazada por el maestro Armando Romeu González cuando decidió, décadas atrás, incluir a Santa Clara como sitio de privilegio para la existencia de una big band de otra  galaxia. Por desgracia todo quedó en utopías y nunca más se repetirían los habituales conciertos de la tarde a un costado de «La Caridad», nuestro vetusto teatro.   

Aquel encuentro memorable, años atrás, para revivir la Orquesta de Música Moderna, estaría rubricado por el estreno de «Grisell afroblues», una pieza que compuso Chu con el beneplácito personal de festejar la ocasión. Por desgracia, maldita casualidad, sucedió la muerte repentina del  maestro Rubén (El Negro) Urribarre Pérez, uno de los artífices de la celebración por el onomástico de la jazz band, y entonces Chu Rodríguez tomó luego el refugio con la familia, la orquestación y los fieles perros hogareños.

A Iván, el Gordo, como a Chu Rodríguez, con la tuba, el bombardino, el saxofón, y tal vez partituras entre las manos, una que otra vez los veremos transitar por las calles de Santa Clara guiando otros sueños que empinan a jóvenes que estremecen con música a nuestra ciudad. Entonces, como ahora, no será el adiós momentáneo, sino la estancia permanente para la evocación.