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PUEBLOS POR DENTRO

CARUSO EN SANTA CLARA; HISTORIA NO BIEN CONTADA

CARUSO EN SANTA CLARA; HISTORIA NO BIEN CONTADA

El miércoles 8 de septiembre, Adoración de Nuestra Señora la Virgen de La Caridad del Cobre, Patrona de Cuba, un Teatro del centro de la Isla arriba a los 125 años de fundado.— Apreciaciones al margen del tiempo y también de la historia, según lo dispuesto por Marta Abreu de Estévez, Benefactora de la ciudad de Santa Clara.
 
Por Luis Machado Ordetx

«[…] Gentes que hacen su poesía andando los caminos…»
                          
                                García Lorca

Un misterio; un vaho, tal vez un fragmento de comunión. Eso conserva los ladrillos, la sillería matancera, el hierro y la madera que sostienen para la memoria histórica de la ciudad las gruesas paredes y el signo de cultura e instrucción que infunde el tiempo al teatro «La Caridad». Nadie duda que, desde el asiento fundacional y distinción que consigue aún en nuestros días, es un coliseo inigualable de principio a fin: en arquitectura civil, estética, decoración interior y alcances artísticos.

De ese modo no se concebiría el empeño altruista de Marta Abreu de Estévez [Santa Clara, 1844-Paris, 1909], dispuesta a «propender al engrandecimiento de la ciudad de Santa Clara». Así lo consigna la Memoria Descriptiva elaborada por el ingeniero Herminio C. Leyva, proyectista de un teatro que, por sus fines económicos y culturales, propone socorrer a los pobres; también instruir y ofrecer virtud teologal imperecedera, tal como fijó la Benefactora en las bases que el Ayuntamiento local haría regir en la administración de la institución.

Contra viento y marea —por las transformaciones interiores o exteriores que sufrió en épocas pasadas, la carencia de un mantenimiento sistemático y la voluntad de conservarlo y protegerlo a toda costa—, «La Caridad» está aquí, con una exhuberancia distintiva en nuestro paisaje urbano; de orgullo y rectitud hacia los fines que lo tipifican en la historia.

Desde hace más de medio siglo no es la edificación «prominente», a la cual nadie podía competir en altura según la definición del emplazamiento urbano. En cambio, sigue siendo un eje central de la ciudad, propósito que en diciembre de 1883 se exigió al Ayuntamiento de Santa Clara para erigir «La Caridad» en los terrenos de lo que fue en 1696 la ermita de La Candelaria.

El 8 de septiembre de 1885, el teatro por valor de $ 140 000, 00 pesos, abrió por vez primera sus puertas e hizo representación artística con carácter público. A partir de la segunda década del siglo XIX, la edificación de teatros dejó de ser patrimonio exclusivo de La Habana. También abarcó las regiones más importantes del país: por orden cronológico, «La Caridad» fue el número 13 de los construidos en Cuba, y el octavo alejado de la capital, dato que evidencia la significación económica que cobró el territorio como tránsito obligatorio de transportaciones mercantiles y ciudadanas. Al margen, por supuesto, se afianza el sentido patriótico, cultural y monetario que expandió Marta Abreu en su ciudad.

                              EL COMENDADOR CARUSO

Ningún sitio de las instalaciones benéficas que procreó la Benefactora carece de un espíritu inigualable. La patriota las observa a diario en el decurso del tiempo; unas las aplauden, porque su obra para la Patria Chica sigue inalterable; en otras se sorprende, con enfado, por la desmemoria; el abandono y el escaso estudio historiográfico que da continuidad a volúmenes y juicios emitidos antes.

El investigador Enrique Río Prado al abordar hace unos años la presencia de Caruso en Santa Clara, decía que, «[…] —hasta el presente parece haber pasado inadvertida por nuestros coterráneos—, [y] reviste una especial significación  en el desarrollo de nuestra cultura local. Sin embargo, los vilaclareños nos hemos dado el lujo en todos estos años de ignorarla o, en el ¿mejor? de los casos, de restarle importancia.»1


Tal vez tenga cierta razón; y el hecho puede extenderse también a la trunca historia del Coliseo Mayor, recogida de una manera fragmentaria en  la monografía El Teatro La Caridad, en la expresión sociocultural de Santa Clara, de Hernado Serbelló, Pilar Ferreiro y Carlos Venegas.2

Digo, cierta  razón, porque la historia y los estudios posteriores andan desperdigados en la prensa periódica; también en investigaciones de conservadores y constructores enfrascados en sostener «a brazo partido» la legendaria vida del edificio.

Las más significativas figuras de la escena cubana y extranjera del teatro, la música y la danza, de un modo u otro, tuvieron en estos 125 años un espacio definido en «La Caridad», y el caso del Divo italiano Enrico Caruso, a veces conduce a inexactitudes, exageraciones y hasta especulaciones históricas referidas a su estancia en Santa Clara entre el 13 y el 19 de mayo de 1920.

Tanto Río Prado, como Marino Froilán García Machado —un investigador de la localidad que apeló a los medios digitales para divulgar la presencia de Caruso en Santa Clara—, no advirtieron en  las revisiones de la prensa, en particular de La Publicidad y el Heraldo de Cuba, aspectos contenidos en un artículo que Ismael I. Rosell incluyó en la edición 235 de El Villareño, correspondiente al sábado 5 de octubre de 1957.

Prolija la información que suministra Rosell —sin demeritar las contenidas en las dos restantes fuentes—, para abordar aspectos del contrato que suscribió con el empresario Adolfo Bracale, en el hotel Sevilla, de La Habana, el 11 de mayo de 1920, refrendaron las partes que: « A)- Presentar en el teatro LA CARIDAD de Santa Clara, para celebrar una sola función, la compañía de Operas del Comendador Enrique Caruso, con la orquesta completa de la misma, dirigida por el maestro Cav. Adolfo Padovani, el día 17 de junio entrante; B)- Que el precio convenido por esta sola función es $ 22 mil.500 pagaderos por adelantado: mil al suscribirse este convenio y el resto, $ 12 mil 500 el día antes de salir para dicha Ciudad la Compañía; C)- Que el señor Rosell se reserva el derecho de escoger entre las distintas operas del repertorio cantado por Caruso en la temporada del Teatro Nacional, y con el mismo reparto del elenco artístico que en este teatro la representaron, lo que indique para ser montada en su teatro de Santa Clara; D)- En este acto el señor Rosell elige, y queda aceptada la elección por parte del señor Bracale, el programa presentado en el homenaje al Com. Caruso en el Nacional. E)- Que los gastos de transporte y estancia de la compañía en Santa Clara corren por cuenta del señor Bracale y los gastos de teatro, propaganda, etc, corren por cuenta del empresario Rosell. F)- Que el señor Rosell se reserva el derecho de exclusiva para la provincia de Santa Clara, y por tanto esta Compañía no podrá actuar en ningún otros teatro de aquella región hasta pasados 90 días de celebrada la función en el teatro LA CARIDAD. G)-  Que el incumplimiento de este convenio por cualquiera de sus partes contratantes será indemnizado así: Perdiendo el señor Rosell la cantidad entregada, caso de ser el infractor, o reintegrando el señor Bracale el depósito que constituye dicho anticipo, consistente en la cantidad expuesta de $ 10 000 más 000 de indemnización, a cuyo efectivo queda por esta parte contratante hecho el consiguiente depósito de $ 15 000 en el Banco Gelats.»3

El programa escogido, dice, abordó: «Primera Parte: Tercer acto de “Elixir de Amor” (Romanza de “Una lágrima furtiva”), con el reparto: (Nenorino) Enrico Caruso; (Adina) Pina Caravelli; (Belcone) Taurino Parvis; (Dulcamena) Giussepi Lapuma, y (Ciamettai) María Alemani. Segunda Parte: la Opera Il Pagliacci, de Leoncavallo, con los intérpretes: Enrico Caruso, Ricardo Sttraciari, Carmen Melis, Salostio Civai, así como Ludovico Olivero.»4

Los precios de las entradas fueron abultados en palcos, tertulia con delantero y
la cazuela. A recaudación ascendió a 23 mil 390 pesos, y la utilidad final fue de 2 mil 800 tras la venta de 760 localidades de mil 200 asientos disponibles. Declara Rosell que «[…] ordené rellanar las localidades vacías, así como los pasillos —en los que de pie se situaron más  de 900 espectadores con gracia de entrada— con las personas seleccionadas entre el gentío que, exteriormente se había estacionado alrededor del teatro anheloso de oír desde la calle la portentosa voz del eximio cantante

 Eso contradice lo suscrito por algunos estudiosos que afirman, según informaciones no recogidas en la prensa periódica, que fue Caruso quien sugirió invitar al público que no tuvo acceso a la instalación a que ocupara todas las áreas vacías en «La Caridad». Sustenta, además, el empresario que «[…] en más de una ocasión [Caruso] exteriorizó su regocijada  gratitud al hablar de la hospitalidad villaclareña

Párrafo seguido, Rosell aclara tras la partida del tenor en la mañana del 19 de mayo de 1920 hacia la Perla del Sur: «Al enterarse los cienfuegueros de la contrata hecha por nosotros no quisieron quedarse a la zaga e hicieron las consiguientes gestiones para que a ellos también les vendieran una función. Al efecto recibimos la oferta de Bracale de rebajarnos mil 500 del precio convenido en nuestro contrato; oferta que fue aceptada y motivo que originó la visita de Caruso a  la Gran ciudad Sureña.». El jueves 17 de mayo, en la noche, ya el Divo había actuado en «La Caridad», lo corrobora la edición de La Publicidad del día siguiente.5

                      ALICIA ALONSO EN ESCENA

Desde principios de la década de 1930 Santa Clara insistió en fomentar una tradición por la enseñanza del ballet. En más de una ocasión la pedagoga e investigadora Marta Anido Gómez, lo ha afirmado y demostrado. Todo se debe a las labores de Marianela Bonet y de la rusa Nina Feodoroff en las aulas de la Escuela Normal de Maestros, y esporádicas presentaciones en el teatro «La Caridad».

Con los años, Marta Anido creó su Academia privada; asistió a cursos de verano que impartían Alicia y Fernando Alonso en La Habana, y el asentamiento de la tradición, propició que el miércoles 22 de abril de 1953, por vez primera, el Ballet «Alicia Alonso» actuara en «La Caridad». Fue «Coppelia» —con música de Leo Delibes y coreografía de León Fokine—, la pieza escogida  en aquel entonces.
 
Hablar de «La Caridad» es sostener un pacto inconcluso con la historia de la localidad. No obstante, lo anterior explica cómo, desde aquella época, tal vez remontando la historia del primer teatro que en 1822 existió en la localidad para representar acciones dramáticas y danzarias, la presencia de Alicia Alonso, la Prima Ballerina Absoluta, sea una constante entre nosotros.

Al menos, en tiempos en que, a partir de 1964, «La Caridad» estuvo cerrado por acciones de restauración que obligaron a «clausuras prolongadas», Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba, de un modo u otro, son los encargados de reabrir las temporadas para que, las alegorías  al Genio, la Historia y la Fama, pintadas por el filipino Camilo Salaya, pidan silencio al espectador.

Notas:

1- Río Prado, Enrique (2006): «Caruso en Santa Clara», en revista Umbral en el camino de la Cultura; Santa Clara, (20):51-55, enero-febrero.
2- Editora Política, La Habana, 1983. De las páginas 56 a 77 insertan una “Cronología de obras puestas en escena”, que cubre el período de 1885 a 1926. En la misma hay un salto de 1919 a 1923. Ese libro ganó el concurso de Historia Primero de Enero en 1979.
3- Rosell, Ismael I. (1957): «Enrico Caruso en Santa Clara», en El Villareño, IX(235):6; Santa Clara, Las Villas, sábado 5 de octubre.
4- Idem.
5. La Publicidad, Año xv (7695):2, viernes 18 de junio de 1920.

UN JOVEN MÚSICO EN EL TERCER FRENTE

UN JOVEN MÚSICO EN EL TERCER FRENTE

Por Luis Machado Ordetx

 

-Un joven músico cuenta la historia en torno a su estancia en el  Tercer Frente Oriental, lugar histórico al que asistió durante la ceremonia militar que dejó constituido en abril de este año el Memorial de los héroes y mártires vinculados a esa fuerza guerrillera.-

 

 

 

Allá, en las cercanías de Jiguaní, Palma Soriano, San Luis, El Cobre y Santiago de Cuba, en la zona montañosa de la Sierra Maestra, tres jóvenes instrumentistas de la Banda de Música del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, fueron a mediados de abril de este año para reforzar la cuerda de viento-metal de la institución homóloga del Ejército Oriental, escogida para participar en la ceremonia oficial que dejaría constituido el Memorial del Tercer Frente organizado y dirigido por el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, según la instrucción de Fidel en aras de enfrentar las fuerzas de la tiranía batistiana en esa región.

 

Por vez primera, esos músicos formados como artistas profesionales de la Revolución y en cumplimiento por un año del período reglamentado como soldados del Servicio Militar General, iban a un lugar intramontano; la estancia se prolongó por una semana, y durante los ensayos previos y la ceremonia, apreciaron aquellos agrestes parajes en los cuales los guerrilleros se desenvolvieron en ofensiva revolucionaria contra la tiranía derrocada el Primero de Enero de 1959.

 

Bayron Machado Matamoros, un joven músico graduado en la Escuela Profesional de Arte "Samuel Feijóo", de Villa Clara, intervino en esa ceremonial militar, y apreció de cerca al Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque; no era la primera vez que tenía frente al Héroe de la República de Cuba, pues en otras ocasiones lo percibió durante ceremoniasl oficiales de recibimiento a dirigentes y diplomáticos extranjeros que presentaban sus cartas credenciales ante el Gobierno.

 

Recuerda el joven de 19 años que, tras la conclusión de sus estudios de nivel medio en música, y en esa fecha en calidad de instrumentista del Batallón de Ceremonias del MINFAR, siempre distinguió a Almeida Bosque no solo por su condición de jefe histórico de la Revolución -al igual que Fidel, Raúl, Ramiro y Guillermo García Frías-, sino también por una jovialidad caracterizada por el sentido humanista; de franqueza coloquial, y de sencillez.

 

Así lo observó en el Tercer Frente Oriental, municipio de igual nombre en la provincia de Santiago de Cuba, en instantes de la ceremonia militar; y lo veía risueño y entusiasta en los momentos en que saludó en tono camaraderil a cientos de hombres y mujeres congregados allí, quienes, de un modo u otro, participaron o colaboraron con la fuerza guerrillera designada por Fidel desde el sitio de La Pata de la Mesa, en los primeros días de marzo de 1958.

http://www.cubadebate.cu/especiales/2009/09/12/juan-almeida-bosque-aqui-no-se-rinde-nadie

 

 

La exhuberancia del lugar, en medio del lomerío y la frondosidad de los árboles maderables típicos de la zona, así como la presencia singular de nuestra Palma Real, impresionaron a Bayron Machado Matamoros y sus compañeros músicos, acostumbrados antes a deambular por calles y sitios urbanos caracterizados por el bullicio del claxon de automóviles y el andar de la gente de un lado a otro; su estancia allí, en medio de la solemnidad que impera en el asentamiento, lo sorprendió en medio de una impresionante topografía y el encendido de la Llama Eterna a los héroes y mártires de la Patria. Eso, dice, no será olvidara jamás.

Este domingo 13 de septiembre, fecha en que nuestro país decretó Duelo Oficial por la muerte del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, aquellos instantes de abril pasado volvieron a la memoria del joven Machado Matamoros, actual trombinista en la Orquesta Sinfónica de Villa Clara.

 

Su memoria repasó la inauguración del Mausoleo del Tercer Frente Oriental "Dr. Mario Muñoz Monroy"; el batir de la pureza del aire y los penachos de la Palma Real, la presencia de la Llama Eterna de la Patria y la gallardía de la bandera de la Estrella Solitaria, presentes siempre en ese sitio  donde serán inhumados en fecha próxima los restos mortales del combatiente lengendario, quien por decisión y voluntad, quiso estar junto a donde reposan otros guerrilleros de esa frente de combate.




 

  

TOM, !EL FOTÓGRAFO!

TOM, !EL FOTÓGRAFO!

Por Luis Machado Ordetx

 

-Tal vez no miento cuando afirmo que no quedó un espacio de la geografía y el acontecer social villaclareño que escapara de la mirada escrutadora y de la recopilación impresa en papel o en pruebas de negativo tomadas por el fotógrafo López Godoy, recién fallecido el pasado martes en Santa Clara, su ciudad natal. 

 

José Antonio López Godoy (TOM) se escapó de la vida cuando menos lo pensaba; como el agua en las manos dejó su último tiempo sobre la tierra después de cumplir siete décadas de existencia y más de medio siglo en la reconstrucción de la realidad; con cámaras en ristre y trajines de composición de imágenes fotográficas, estuvo allí justo donde las instantáneas adquieren la acabada dimensión artística o informativa.

 

Todo el talento surgió en el estudio "La Luz", a un costado del antiguo café "Parisién", en la esquina de Marta Abreu y Máximo Gómez,  ocasión en que todavía adolescente, se unió al equipo que organizó Raúl Cabrera del Valle, el propietario del inmueble, enfrascado en ofrecer servicios comerciales que postergaran a la memoria documental aquellos instantes familiares de una boda, un cumpleaños; sencillamente un recuerdo o un trámite oficial.

 

En esa fecha adquirió las dotes de impresor junto a las labores de tono y acabado fotográfico, impuestas al papel impreso -en blanco y negro, sepia o coloreado- que conseguían José Ramos Pichaco y José Hernández Mesa; luego cada uno, en el primer lustro de la década de los años 60 tomó otros lugares para el ejercicio de la profesión.

 

La satisfacción por las cámaras analógicas, las sesiones de laboratorio; el intercambio ameno con otros artistas del lente -Roberto Busto Santiago y Juan José Fernández-, lo vincularon al naturalista Alfredo Nieto Dopico, quien en más de una ocasión, en investigaciones de campo, lo precipitó a la búsqueda del exotismo de la flora y la fauna en los humedales y cayerías de la costa norte o sur del centro cubano. Por ahí están, en libros y diapositivas, cientos de fotos que tomó TOM de las colonias de flamencos rosados, cocodrilos, palomas y zunzuncitos.

 

Semanas atrás, previas a este martes cuando lo sorprendió la muerte provocada por un insospechado mal hepático,  recordamos en un banco del Parque Vidal los momentos finales de los años 80, cuando junto a José Ramón de Lázaro Bencomo (Delarra en las artes contemporáneas), tomó las imágenes de cada uno de los procesos originales de la escultura del Che Guevara que tutela el Memorial en Villa Clara, y de la mano del escultor buscó afanosamente aquella portada de la revista Renacimiento en que aparecía un fotograbado del "Niño de la Bota Infortunada"; ambos creadores estaban enfrascados en reconstruir, cada uno en cofradía, una réplica del original de la escultura en calamina enclavada en la plaza central en 1927.

 

Tanta información oral o documental encontraron que, al fin consumaron el propósito el sábado 15 de julio de 1989, aniversario 300 de la fundación de la ciudad, y el "Niño de la Bota" dejó de ser un recuerdo inexistente para convertirse en una realidad escultórica.

También los monumentos de la ruta invasora del Generalísimo Máximo Gómez por territorio villaclareño llevaron la impronta de TOM; de ese modo el recreo de la memoria histórica, la disposición y la evocación por el periodismo, y el sentido escrutador del artista, jamás se apagaron en la inquieta mirada que, desde un tiempo atrás, juramentó en estremecido soliloquio no tomar más entre las manos una cámara; esa fue su voluntad y el tiempo le concedió la gracia de situarse junto a los curtidos fotógrafos de nuestra época.

SANTA CLARA, 320 AÑOS AL PLANTAR EL TIEMPO

SANTA CLARA, 320 AÑOS AL PLANTAR EL TIEMPO

Por Luis Machado Ordetx

 

La memoria en su andar, justo en el aniversario 320 de la fundación de la ciudad.- El trigo, un fundamento de los cultivos en épocas pasadas.- Otros hombres inolvidables.

 

 

 

Exorcizados, al parecer, los hombros de la memoria calzan todavía la diáspora  de las familias que, del vecindario de San Juan de los Remedios, Asiento del Viejo Cayo, dejaron atrás con la vista. Vereda adentro y a orillas del río de la Sabana, celebraron una misa: nacía hace 320 años, un 15 de julio de 1689, la Villa de Santa Clara, un pueblo brotado por las sensibles "rencillas y alteraciones" de padres fundadores.

 

Así lo describe Manuel Dionisio González en Memoria de la Villa de Santa Clara y su Jurisdicción,1 estudio monográfico que resulta insuperable para el conocimiento del devenir y la gestación de un pueblo; pero lamentablemente por tanto manoseo inescrupuloso puede que un día desaparezca del entorno sin que deje huellas.

 

El historiador es categórico en su razonado juicio:

«[...] propuso el cura Cristóbal Bejarano la traslación de la villa mas al interior [...], á cuyo proyecto se opuso el presbítero José González de la Cruz, siempre que no se hiciera á su hato del Cupey, llamado después Santa María de Guadalupe, á pocas leguas de la población. [...] El pueblo se dividió entonces en tres fracciones ó partidos; uno a favor del cura, otro que seguía al padre González, y otro que opuesto á la traslación, sostenía que la villa debía subsistir en su primitivo asiento.»2

 

El Párroco González de la Cruz vociferó que San Juan de los Remedios iba a hundirse; y los pobladores solicitaron a Diego Antonio Viana de Hinojosa,  Capitán General de la Isla, la fundación de otro asiento, reclamo del 29 de enero de 1684; no obstante, la oposición retardó el mandato del Rey. Entre dimes y diretes, Cupey, según sesión del cabildo remediano del 5 de marzo de 1688, no era el lugar más conveniente.

 

 Manuel Rodríguez, capitán alcalde de la Octava Villa, declaró otro asentamiento; el ubicado en el hato de Antonio Díaz. El Capitán General, con previa consulta al Obispo Compostela, por fin ordenó el 15 de junio de 1689 la traslación de la población hacia el sitio previsto, y puntualizó que una vez asentada, se comenzara a llamar Gloriosa Santa Clara.

 

                                                             TRIGO, UNA RAREZA

 

En 1761, José Martín Félix de Arrate, previo a publicar Llave de Nuevo Mundo antemural de las  Indias Occidentales. La Habana descrita. Noticias de su fundación, anuncios y estados, un enjundioso volumen que abordó su designación de Regidor Perpetuo de Cuba, informó que: «La villa de Santa Clara, llamada Pueblo Nuevo, situada en el más fértil y rico territorio de la isla, pues a más de llevar cuantos frutos se cogen en ella, produce también algún oro y da con abundancia cosechas de trigo, higos, rosas y otras plantas que asemejan su país al de Andalucía».3

 

Desde antes datan las primeras referencias de las plantaciones; es la primavera de 1743, y las sementeras están ubicadas en las cercanías del río Bélico, dada en ese tiempo una carencia de harina importada para elaborar el pan; luego el cultivo  se perfeccionó y la extensión de los sembrados cubrió el lado oeste; momento en que, el 6 de agosto de 1779 surgió el emblemático barrio del Condado, extendido entre el río de la Sabana (Bélico) y el arroyo de la Tenería.

 

Una década posterior, las cosechas abastecían de harina a la población, y  comenzó la exportación a La Habana y Santiago de Cuba, y traspasó las fronteras  hasta España.

 

Puntualiza Dionisio González, el historiador: «Cuando yo contemplo á mi pais en los primeros días de su ecsistencia; cuando se representan á mi imaginación aquellos hombres sencillos [...]; entonces el hacha del labrador talaba y destruía el vecino bosque, derribando aquellos cedros seculares que lo engalanaban, y á cuya sombra brotaban los gérmenes de la sociedad vilaclareña.»4 (sic).

 

                                                               PROHOMBRES

 

Son sencillos ciudadanos que la historia, lejos de reconocerlos, los sitúa en un vendaval  de olvidos; unos trascendieron el tiempo, otros se sumergen en la ignorancia, y apenas hay distingo para aquellos que formaron cuerpos de milicias dispuestas a enfrentar a los invasores ingleses cuando desembarcaron por La Habana.

 

El poeta José Surí Águila falleció en esos años convulsos en los cuales se impuso el sentimiento patriótico del criollo; fue natural de Santa Clara [1696-1762], y aunque su educación en un principio fue escasa se forjó como médico y poeta de prestigio, y ofició como cirujano en el Hospital "La Caridad", en las estancias de la Ermita de la Candelaria.

 

De Surí, tal como señala Dionisio González, «sólo han podido conservarse» escasas piezas literarias  caracterizadas por la pureza del idioma y espiritualidad cristiana.

 

Otro caso que la historia olvida con reiterada asiduidad es el padre Juan Martín de Conyedo y Rodríguez [Remedios, 1687-Santa Clara, ]; y no se comprendería su filiación con la ciudad sin recurrir a González, quien atestigua que:

 «descuella ciertamente el de la obra que miró con preferencia, y á que dedicó sus constantes esfuerzos, la obra de la educación, esa que puede considerarse como la primera, la más esencial y la mas útil de todos los pueblos.»5  

 

Su pensamiento lo llevó a otorgar la libertad a una pequeña dotación de esclavos destinada a su servicio, y previa  consulta al Consejo de Cámara de las Indias del 3 de mayo de 1739, fue nombrado por el Rey de España con el rango de Canónigo de la Catedral de Santiago de Cuba.

 

La designación la recibió en 1741; pero después de de diez meses de estancia,  ya enfermo, regresó a su tierra natal, y emprendió la obra de edificación de las Ermitas del Buenviaje y la de Nuestra Señora del Carmen, fecha en que ocurrió el fallecimiento. Unos años después, la calle conocida como la de la Pólvora, al fondo de la Ermita del Carmen, se bautizó con su nombre. Marta Abreu de Estévez, la Benefactora, bendijo e inauguró el 15 de julio de 1886 un Obelisco para perpetuar la memoria del singular párroco.

 

INTERMINABLE DISCORDIA

 

Santa Clara, fue el parto inicial de Cienfuegos, así lo escribe González: «El rápido fomento que había tenido en los últimos años la colonia Fernandina de Jagua, hizo que fuera elevada a la categoria de villa con gobierno político y militar en 1830, y hé aquí el principio del desmembramiento de nuestra jurisdicción [...] con lo cual perdió nuestra villa mas de cuarenta y ocho haciendas...»6

 

Esta ciudad, también Villaclara, pese a ser casi 200 años más joven que Trinidad, Sancti Spiritus y San Juan de los Remedios, representó desde sus comienzos el centro de la vida cultural y política  de la región central de la Isla. Aunque no figuraba entre las primeras poblaciones del país, el apócope de Villaclara insertó el gentilicio de villaclareño o Villareño dentro de las poblaciones cubanas, y luego, cuando se organizó la Provincia, donde Santa Clara era la Capital; y todos los territorios constituyeron Las Villas. Años después, en 1976, al desmembrarse el territorio, Sancti Spiritus y Cienfuegos fueron constituidas provincias, y a la zona donde quedó Santa Clara como Capital, se le llamó Provincia de Villa Clara.

 

No obstante, desde la sesión del Ayuntamiento, correspondiente al 23 de julio de 1894, sus consejales indicaron: «No solo carecemos de un escudo de Armas, oficial, que de a conocer a propios y extraños sus origen y fundación, sino que además, ha perdido su verdadero nombre, pues que sin saberse por qué circunstancias ha venido a llamarse Santa Clara (cuando su Majestad por real orden de 12 de mayo de 1867) concedió el título de ciudad a la Villa de Villaclara»; lo cierto que de una u otra manera, la territorialidad plantó su historia desde que surgió como núcleo poblacional con innegable voluntad de trascender en el tiempo. 

 

                                       NOTAS

 

1-González, Manuel Dionisio (1858): Memoria de la Villa de Santa Clara y su Jurisdicción, Villaclara, Imprenta del Siglo.

2- Ob. cit., p. 9.

3- De Arrate, José Martín Félix (1830): Llave del Nuevo Mundo Antemural de las Indias Occidentales. La Habana descrita. Noticias de su fundación, anuncios y estados. La Habana, Sociedad de Amigos del País. Citado por González en p. 22.

4- V. González, Manuel Dionisio: Ob. cit, p. 22.

5- Ibidem, p. 185.

6- Idem, p. 249.

ANIDO PACHECO SIN MINIATURAS

ANIDO PACHECO SIN MINIATURAS

Por Luis Machado Ordetx 

 

Desde los embrujos insertados en el primitivismo moderno -ese que hormiguea en las arterias de la creación artística sumergida en imaginerías desprendidas por el encierro hogareño y el ambular silencioso por callejas céntricas-, Alberto Anido Pacheco, pilongo hasta los tuétanos, re(busca) en sus totales andanzas: la palabra oral, la escritura, la selecta música, el cine, y por supuesto la pintura; espacios que presagian su desenvolvimiento perpetuo en el señorío de las siete décadas de existencia.

 

Otra vez, rodeado de amigos, retoma el dibujo popular, con acuarelas concebidas -unas a dos manos y otras a cuatro-, en motivos extraídos de los siempre acompañantes «mitos afrocubanos y la religiosidad insular», así como de temáticas, casi surrealistas, preñadas de hálitos en los cuales el ornamento se funde a la línea, el color y la lectura sugerida. Nadie duda que sus acabados jamás quebranten la fijeza  del perfeccionista.

 

Recién acaba de abrir otra exposición: «Electriza el pensamiento», ubicada en la Galería Provincial de Arte; y durante ese empeño está acompañado de los  creadores Erick Sacramento Ortega y Eduardo LLamosa, devenido éste último en original perseguidor de los arcanos más próximos insuflados por el mágico lirismo que consigue Anido Pacheco.

 

La muestra surgió en ocasión del xv Salón Territorial de Arte Popular, instante en que creador aprovechó para, otra vez, desdoblar el goce espiritual que explaya en sorprendente imaginación. Antes, meses atrás, en la galería del Museo Provincial de Historia, festejó el aniversario 45 de iniciación en la pintura y el dibujo; momento en el cual sumó a otros amigos en similar proyecto sumergido para mostrar la espléndida complacencia por  lo popular.

 

Ahora vuelve a la carga con 23 piezas firmadas por Anido Pacheco (20 le pertenecen por entero), otra la rubrica junto a Llamosa -quien exhibe cinco independientes y de su autoría- y dos con Sacramento Ortega, fusionadas con original visión a la manera en que Anido Pacheco concebe la realidad mitológica.

 

El espectáculo de inauguración, a principios de semana -en saludo, además, al medio siglo de surgido el ICAIC-, trajo a la instalación radicada en los salones de la antigua Colonia Española, un hecho sin precedentes: integración de las artes con sus respectivos medios expresivos: música al piano, pintura, narración oral y dramática en sugerencia a un texto punzante que se aferra al entorno mítico de las aguas del río habitado por el güije; y a la par retoca el sentido maléfico de la hechicería, la seducción, el erotismo, la majestuosidad de la ciudad envuelta en los conjuros alados de las aves y en los colores radiantes de la noche o el día.

 

Las firmas de las acuarelas, incluso de los cien diferentes dibujos que conforman igual número de catálogos, estampan 2008 como fecha de realización; sin embargo, aun la reciente incorporación de Sacramento Ortega y Llamosa a los delirios de Anido Pacheco, persiste aquel afán de iniciación signado a la inspiración que dejaron Samuel Feijóo Rodríguez o José Seoane Gallo.

 

Alberto subraya en sus huellas con la «Virgen Pagana» (1961) o «Bailarín de Carnaval» (1962), hasta las más recientes elucubraciones en «Recuerdo de una puta marginada», «Romance guajiro» y «Murciélago con tomeguín», entre otros.

 

Robert Almann, el estudioso y animador de la cultura popular, cuando escribe sobre este artista villaclareño, estampa un rostro de asombro por la ingeniosidad de sus concepciones fantasmagóricas prolongadas a la narrativa publicada -La casa en silencio (1995), Un mundo de sábados azules (2002) y El hilo del silencio (2008)-, incluida también la inédita, titulada «Más que el polvo», continuadora del ciclo temático que inician las primeras novelas.

 

Todo provoca un crujido hacia lo recóndito y habitable; peripecia sorprendente que en versos dedicados por la poetisa Iliana Aguila Castillo a Anido Pacheco, se afirma que toda su pintura «Es la luz del colorista quien la mira/ descubriendo el ayer como un hechizo/ y es una sirena mulata quien regresa/ a su perenne azul de tornasoles.» Visión esa que expone al creador sin un rostro atado a las miniaturas.                                        

SANTA MARÍA MAGDALENA, EN CIFUENTES

SANTA MARÍA MAGDALENA, EN CIFUENTES

Por Luis Machado Ordetx

 

Después de dos décadas de una ruina casi total, en la iglesia Santa María Magdalena, en Cifuentes, concluyeron la labores reconstructivas que abarcaron el inmueble, incluido el campanario -según consideración del diagnóstico técnico inicial como insalvable-, acontecimiento que permitió, dado el rescate por preservar la originalidad arquitectónica y su funcionalidad eclesiástica, concederle el Premio de Restauración Villa Clara 2009, distinción que entrega el Centro de Patrimonio Cultural y la Oficina de Monumentos en la central provincia cubana.

 

La iglesia, situada a unos 30 kilómetros al norte de la ciudad de Santa Clara, se erigió en su actual demarcación en 1856, fecha en que sustituyó a un antiguo templo edificado en 1817 con elementos de tabla de palma y guano en la hacienda La Magdalena; ocasión en que allí se celebró la primera misa en una jurisdicción eclesiástica que abarcó las localidades cercanas de Calabazar de Sagua, Encrucijada, Malezas, Santo Domingo y San Diego del Valle.

 

Las labores constructivas (proyecto, inversionista y ejecutor) respondieron a la asesoría del Obispado de Santa Clara, y en el empeño contaron con la colaboración de especialistas del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, institución esa que, además, concedió los premios y menciones en Conservación a edificios que resguardan la particularidad arquitectónica de fachadas, portales e interiores de edificaciones o espacios abiertos.

 

El narrador e investigador histórico Luis Pérez Pérez, refirió las características pasadas y presentes de la iglesia Santa María Magdalena, enclavada frente al Paseo Martí, en la carretera que va de Santa Clara a Sagua la Grande, entre las que descuella una fachada precedida de cuatro palmas reales -árbol nacional de Cuba- plantadas en la segunda mitad del siglo xx, así como seis farolas -símbolo cultural de Cifuentes-, y varios bancos fabricados con metales no ferrosos que sustituyeron a los antiguos de granito verde con anuncios de comercios locales.

 

También hay tres bustos erigidos a los patriotas Emilio Núñez Hernández       -esculpido por el italiano Luiggi Piedrasanta-, de José Martí y de Antonio Maceo, correspondiente a la autoría del villaclareño Carlos Era.

 

Precisó que el templo está compuesto de una sola ala, y lo distingue el sonido que emiten sus tres campanas, así como la presencia en la fachada de una imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre. De igual modo, la iglesia Santa María Magdalena forma parte de los atributos incorporados al escudo de Cifuentes, sitio vinculado a la cría de ganado y los cultivos menores según orden del Cabildo de Villa Clara concedida en 1696; aunque su fundación data de 1817, instante en que caracterizó por un impetuosos desarrollo azucarero y la ubicación de caminos de hierro que la enlazaron con los puertos de Isabela de Sagua y Caibarién.

 

En la actualidad el denominado Oasis Villaclareño es un municipio con límites territoriales con otros seis de los trece que componen la central provincia cubana, y tiene más de 33 mil 294 habitantes diseminados en diez Consejos Populares, distinción que concede a la actual iglesia Santa María Magdalena cualidades sin precedentes en la conservación de un patrimonio material-arquitectónico.

 

GRÁVIDA EPIFANÍA DESDE SANTA CLARA

GRÁVIDA EPIFANÍA DESDE SANTA CLARA

 

-Santa Clara, después de la Batalla que dio su definitiva independencia, y el arribo de la Columna de la Libertad junto a Fidel, medio siglo atrás. -La memoria contada en escrituras de periodistas y fotógrafos de la localidad.-

 

Por Luis Machado Ordetx

 

Mudez en palabras vírgenes, y tal vez únicas, aparecen suscritas para una publicación periódica concebida en Santa Clara; circuló con la prodigalidad de lo efímero por la tirada de un solo número, distribuido de manera gratuita con el propósito de recontar particularidades de un acontecimiento inusual en la memoria histórica trascurrida entre finales de noviembre de 1958 y el advenimiento de la Epifanía; instantes de exclusividad que, en medio del estruendo preparatorio del asedio de la ciudad por las huestes comandadas por el Che, con humo y polvareda, recibió a Fidel y sus Barbudos con el tributo de la alborada y la algarabía popular.


Recién liberada, al término de aquel diciembre, las más importantes edificaciones del centro y los alrededores de la localidad todavía preservaban los estragos de la metralla lanzada por la aviación y tropas terrestres del ejército batistiano empeñadas en frenar el empuje de las fuerzas combinadas por el Che.


El cine-teatro «Cloris», en los bajos del Gran Hotel, cerró sus puertas desde el inicio del despliegue rebelde hacia y por la ciudad. En su cartelera, dos de las más representativas películas del siglo pasado, terminadas precisamente en tiempos previos en que cambió la suerte definitiva de todos los cubanos.


La  procedencia, la industria de Hollywood, y por títulos «Imitation General» (El General Improvisado), y «The Bridge on the River Kwai» (El puente sobre el río Kwai) -Premio Oscar en 1957 durante la 30a Edición de la Academia Norteamericana entregada el miércoles 26 de marzo de 1958 en el RKO Partages Theatre-; nadie tuvo tiempo a acudir a la instalación ante las descargas de fusilerías, el bombardeo, los horrores de la guerra y los apagones. El rótulo anunciador quedó trunco, y solo por fotografías y la memoria oral de los protagonistas se componen los hechos.


                                                            CORRESPONSALÍA DE GUERRA

 

El Boletín de Santa Clara, salido el jueves 15 de enero de 1959 de los talleres de impresión IDEAS, en Berenguer número 160 Este, en la ciudad, se editó con la colaboración espontánea de redactores  y personal técnico-gráfico; y sus reporteros y fotógrafos, de un modo u otro, sostenían vínculos pedagógicos con la Escuela Profesional de Periodismo y Artes Gráficas «Severo García Pérez» de Las Villas, segunda en existencia en el país, después de la «Márquez Sterling» radicada en La Habana.


La institución villareña jugaba al duro en la enseñanza profesional; con un periodismo fuerte, de investigación, de contraste de fuentes orales y documentales, de participación directa del escribiente en los hechos que se describían; y exigía, luego de pruebas de ingreso, selección de los alumnos sin distinción racial o social, que a las sesiones teóricas impartidas durante cuatro cursos en el local de la calle Garófalo número 29, los exámenes mostrara el rigor de la práctica.


Iba el claustro en el octavo año de presencia docente cuando se impuso la censura de prensa; no obstante un grupo de periodistas hizo labores de corresponsalía de guerra entre noviembre y diciembre de 1958 en zonas dominadas por el Ejército Rebelde en el macizo montañoso de Guamuhaya, y cámara en ristre, algunas veces, burlando la persecución de efectivos de la tiranía, hicieron entrevistas a dirigentes del Directorio Revolucionario 13 de Marzo, luego intercambiaron con el Che en Santa Clara, y relataron aspectos del arribo de Fidel y la Caravana de la Libertad a la ciudad.


En el Boletín de Santa Clara1, concebido de antemano lejos de cualquier premura, circuló con rapidez entre los más de 150 mil habitantes que residían aquí; tal vez su conservación íntegra sea una rareza en bibliotecas públicas o privadas. El único ejemplar, de ahí la vida efímera, salió de imprenta el jueves 15 de enero de 1959 y mantiene una inusitada frescura para la recapitulación de la memoria histórica de la localidad; dado, sobre todo, el valor de los materiales y la calidad periodística que atesoran sus páginas.


La redacción y unificación de los textos, incluso el emplane y la corrección, se ejecutó en la calle Maceo número 5 entre Céspedes e Independencia, sitio donde radicó el Bufete del abogado Barrero de Valle, director de la publicación.


En el comentario editorial el periodista e historiador José Antonio Pascual Suárez, expone: «De nuevo podemos sentirnos orgullosos de que haya vencido la razón de los ideales más altos y nobles y la justicia, ante la violencia y la fuerza que poco pueden estas últimas contra la altitud moral y el valor ejemplar de una raza rebelde y bravía2


Era la bienvenida a un rotundo cambio en la historia; y a continuación, un artículo sin firmar y que presumiblemente se deba a Barrero del Valle, con el título de «Santa Clara, Ciudad Bombardeada», precisa: «El triunfo de la Revolución Cubana se debió a la batalla de Santa Clara cuando el ejército de batista no pudo contrarrestar el constante avance de las columnas revolucionarias que ocuparon la ciudad3


Luego prolonga: «Nadie sabe que sección de la Ciudad sufrió más, porque las cifras completas de daños no la tendremos en varios meses. Una bomba de 500 libras fue dejada caer cerca del Hospital de Maternidad y casi nada queda de los hogares próximos donde cayó. Larga es la lista de los muertos: gente inocente que murió durante la metralla cobarde4

 

Más categórico, por lo que representa el devenir histórico de la Revolución: «Nosotros los villaclareños considerábamos que la OEA y la ONU y la Carta Internacional de Justicia de la Haya representaban organizaciones valuable prestas en cualquier momento a evitar estas acciones bárbaras de las dictaduras y a garantizar la seguridad y vida de todos los países. Pero lo que hemos visto en Santa Clara, lo que todos hemos vivido aquí durante los días terribles del pasado Diciembre nos ha mostrado que estas organizaciones internacionales no son  más que medios inoperativos de la burocracia internacional que siempre ha permanecido indiferentes a las calamidades de todos los países5 Sobran los comentarios.


                                                                          CON LOS REBELDES

 

Tres importantes entrevistas, en momentos y circunstancias diferentes, se recogen la publicación. Están suscritas por el abogado y periodista Barrero del Valle con el título: «Los Jefes Rebeldes en Las Villas», realizadas, con la óptica contemporánea del periodismo de investigación, en escenarios reales y de situaciones adversas en la historia.


Una en las inmediaciones de Lomas de Mabujina, en el Escambray, territorio de operaciones del Directorio Revolucionario 13 de Marzo y de fuerzas del Movimiento 26 de Julio; otra al Che tras la victoria de Santa Clara poco antes de partir rumbo a La Habana, y por último a Fidel durante la conferencia de prensa que ofreció a reporteros nacionales y extranjeros al tocar  la ciudad junto a la caravana de la Libertad procedente de la región oriental.  


Los créditos de los fotógrafos villareños están ahí, insertados al pie de las instantáneas. Pertenecen a Felipe Fernández Roza; Reyes y Barrero, quienes incluyeron originales muestras de cuánto aconteció alrededor de los entrevistados; y en el acápite «Con el Che Guevara...»,6 la entrevista se efectuó al mediodía del viernes 2 de enero de 1959 en la Comandancia General de las Fuerzas Revolucionarias en Las Villas situada en el edificio del Distrito Este de Obras Públicas. El jefe invasor, de puño y letra plasmó, luego de responder las preguntas, un mensaje: «Al Boletín de Información local de Santa Clara, en su primer número bajo la libertad y por mi intermedio al combativo pueblo de Las Villas, Salud». Firmado Che, Enero 2.59.


Recientemente Alberto Vázquez García, en una conversación salida en Granma, al recordar los instantes en que conducía el automóvil en que viajó Fidel durante la Caravana de la Victoria, detalló que: «[...] en Sancti Spíritus y Santa Clara alertó que la revolución no podría ser tarea de un día, ni de dos, ni de tres, que nuestros males no encontrarían solución de la noche a la mañana7  


Ese espíritu subyace en la entrevista, merced a lo sustentado por el líder de la Revolución en su discurso en el Parque Vidal aquel martes 6 de enero de 1959. Los tópicos abordados con objetividad y precisión corresponden a la Reforma Agraria, la entrega de tierras propiedad del Estado a los campesinos, las futuras labores de desecación de la Ciénaga de Zapata para impulsar la agricultura; el acceso del pueblo a los diferentes niveles de instrucción y a las aulas universitarias; el establecimiento de la Carrera Administrativa; así como el propósito de edificar una Ciudad Escolar que albergaría y educaría a más de 20 mil niños y jóvenes humildes. Ese era parte del empeño insustituible del Programa del Moncada. 


                                                                OTRO ABONO PERIODÍSTICO

 

El colofón del Boletín de Santa Clara contiene otros tres artículos: «Hacia la Revolución Civil», elaborado por Francisco Gattorno Negrín, subdirector de la publicación; «Las ejecuciones en Santa Clara», sin firma, y «Brigada 17 de la Cruz Roja de Santa Clara», escrito por Armando Ocaña Ocaña.


El primero, destaca: «Fidel Castro Ruz, entra en la Historia de Cuba y del Mundo, marcando un precedente. "Puede ser derrotado un Dictador, sin contar con su Ejército". Fidel, es un revolucionario y, como tal, visionario. Encabeza una Época en nuestro suelo, con serenidad y firmeza [...] Es el mayor Héroe, pues sin su tenacidad y confianza, aún estaríamos en las divisiones infecundas de la oposición política...»8  


Por su parte, Ocaña Ocaña, resalta la participación de efectivos de la Brigada 17 de la Cruz Roja Cubana en la mediación que entabló el parlamento entre el Che y el capitán Jefe Ingeniero que dirigía el Tren Blindado de la dictadura batistiana, y cómo después de las conversaciones de paz, se dieron facilidades a las huestes enemigas para el traslado hacia Caibarién y el perspectivo embarque por vía marítima a La Habana.


Con lujo de pormenores Ocaña Ocaña reconstruye el coloquio entre el Che y el militar batistiano, y se respaldan los puntos de vista de la Revolución por hacer valer la vida del ser humano aun cuando persistan las diferencias de bandos contendientes. Sin duda, el Boletín de Santa Clara, en su único ejemplar publicado, refrenda  indiscutibles fragmentos de la originalidad imperecedera de nuestra historia.



NOTAS

 

(1) Órgano Oficial de la Junta Local de Contribuyentes y Vecinos de Santa Clara, inscripto en el número 5871, folio 85, tomo Octavo, del Registro Correspondiente del Gobierno Provincial de Las Villas; aprobada su rótulo en el Ministerio de Gobernación con el expediente número 165 de 1958-59; con distribución gratuita y tirada de dos mil ejemplares, y solicitud de franquicia postal de segunda Clase, según lectura de portada, y su primer y único ejemplar, de 32 páginas, en formato de 6 por 8 pulgadas, suscrito a dos columnas en idioma español-inglés, apareció el jueves 15 de enero de 1959. Estuvo dirigido por el abogado, pedagogo y periodista villareño José Oscar Barrero del Valle.

La Junta Local de Contribuyentes y vecinos de Santa Clara, constituyó una institución de carácter social creada el viernes 24 de octubre de 1958, con sede en la calle Garófalo número 31, y entre sus objetivos estaban: engrandecimiento de la localidad; defensa de los intereses de la colectividad, fomento de la cultura; valar por las reliquias históricas y publicar boletines informativos.


(2) José Antonio Pascual Suárez: «Corazón de América», en Boletín de Santa Clara, 1(1):2; Santa Clara, jueves 15 de enero de 1959.


(3) Sin firmar. «Santa Clara, Ciudad Bombardeada», Idem, p.3.


(4) Idem, p.3. Hospital de Maternidad, en esa fecha en las proximidades del sitio en que fue derribado el Tren Blindado de la dictadura batistiana.


(5) Idem, p. 4


(6) José O. Barrero del Valle: «Los Jefes Rebeldes en Las Villas», Op. cit., p. 19-22.


(7) José Antonio Torres: «Con la vida de Fidel entre las manos», en Granma 45(5):4-5, La Habana, miércoles 7 de enero de 2009.


(8) Francisco Gattorno Negrín: «Hacia la revolución Civil», en Boletín..., Op. cit, p. 25-26.

HUMORISTA CUBANO CON UN ADN PECULIAR

HUMORISTA CUBANO CON UN ADN PECULIAR

 

Por Cristyan González Alfonso

 

Una tabla de salvación que te golpea en la cabeza

 

A muchos ofende o molesta la crítica que está implícita en la risa. Otros encuentran en el sentido del humor una de las cualidades más humanas, y de todas ellas la que con más veracidad y desenfado refleja el comportamiento de los hombres. Roland lo ve todo así:

«Hasta lo más trágico puede provocar una carcajada, es el caso del humor negro, que aunque no lo cultivo mucho, si me gusta verlo o leerlo en otros caricaturistas o escritores. Por otra parte hago más costumbrismo, también disfruto haciendo crítica social para que el lector se vea identificado. Lo que hago es reflejar la cotidianidad de la vida con humor, para salvarnos de la tragedia.»

 

De la planta a la plana

 

«Desde niño dibujé. Me encantaban los cómics y en ellos me inspiraba para pintar en los cartuchos de la tienda de mi padre. Pero luego estudié normalmente, hasta que llegué a la universidad, solo resistí los cálculos hasta el tercer año de Ingeniería Mecánica. La única asignatura que pasaba sin problemas era dibujo técnico. Entonces comencé a interpretar planos para un taller en Planta Mecánica. Hasta que un día ayudé a confeccionar el cártel de una actividad, y este le agradó a unos compañeros de Vanguardia que estaban comenzando a crear un suplemento humorístico para el periódico. Entonces fui raptado de los talleres.»

 

¿Artista? ¡Qué va!

 

Así le dijeron a Roland en su casa cuando comentó que iba a trabajar pintado muñequitos para Melaíto.

«De eso hace ya... 40 años, cuando éramos todos muy trigueños y peludos. Todo este tiempo ha significado mucho para mí porque me siento con mi familia, aunque a veces bromeen demasiado y yo no tenga suficiente tabla. Pero en realidad me encanta estar con ellos, somos hermanos que hemos pasado la vida tratando de hacer reír.» 

 

Definirme

 

«El humor no tiene definición. Es como definir el amor. Yo creo que es una actitud y una aptitud ante todo lo que enfrentes. Una persona, sencillamente, se siente humorista, esto va dentro de uno. Hay que ver las cosas con mucho sentido del humor. Dibujarme -porque soy yo en todas mis caricaturas: con bolchevique, regordete y bajito- entraña una liberación. El humor es mi derrotero y, a la vez, una peculiar terapia espiritual