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Cintio Vitier: La patria se viste de poesía

Cintio Vitier: La patria se viste de poesía

Por Luis Machado Ordetx

El poeta en toda su dimensión es de esos hombres que tiene un ángel inagotable, como fuente viva que da agua fresca cada vez que alguien se interesa por hurtar y penetrar en la cubanía y la memoria histórica de la Patria.

 

De excelente discípulo de Martí viene ese espíritu al cuerpo, al sustentar que « […] el arte no ha de dar la apariencia de las cosas, sino su verdadero sentido».[1]

 

En la vasta obra —ensayística, lírica, narrativa y de edición—, la poesía se viste de Patria, con sus tres colores, porque la inteligencia y la sensibilidad están al servicio de las urgencias  y reclamo de los ideales de la nación. Es, por tanto, como la planta más característica de nuestros campos, la palma real, que por las ramas llena de hidalguía y sapiencia con su inextinguible follaje.

 A la par, él —como el mismísimo árbol— constituye un atributo de las querencias y el firmamento telúrico de una voz propia e inequívoca en el tiempo y el espacio.

Por eso está aquí, como una majestad que señorea en el pensamiento, oteando verdades y peligros, y dejando esencias poéticas y éticas de marcada expresión en el carácter y la dimensión de nuestro ser nacional. Los terrenos que pisa y el abono que deja, son tan fértiles como necesarios.

 

Cintio Vitier [Cayo Hueso, septiembre 25 de 1921],[2] es todo eso y mucho más, desde que se dio a la palabra escrita en aquellos primeros balbuceos poéticos, allá por el año 1939, un intelectual vestido con los atributos que distinguen y fomentan lo cubano, definido en un verso cargado de la originalidad histórica en la que subyace  un fundamento estético y ético.

 

Con un calificado torrente sanguíneo, por vía paterna, de los suelos villaclareños —Medardo, el progenitor, nació en Rancho Veloz, 1886, y dejó sus huellas filosóficas y conocimientos en la Universidad Central—,[3] Vitier estuvo entre nosotros a principios de la década de  los 50 y, para no olvidar la vieja costumbre del aula, regresó recientemente a su otra casa, como también denomina a ese centro docente, a hablar sobre «La infinitud cualitativa de la vocación esencial del cubano por su integridad: vivir en lo libre».

 

Esa, es en definitiva, la naturaleza de una concepción que avala la probidad científica y humana coronada por su memoria integradora.

 

Su mesurada palabra, al abordar la historia de la cultura nacional, a partir de una «periodización» referente al tema que trató, recuerda esa desenvoltura propia del maestro de visión preclara, que ilumina y vislumbra. No en balde, en la década de los 80, Eliseo Diego[4] —uno de los fundadores del entonces grupo de Orígenes,[5] liderado por Lezama Lima—,[6] contó en una entrevista, aún inédita, que en Cintio se condensaba la respiración perenne y constante por la Patria.[7]

 

Así se presenta en los sitios y misterios más diversos de nuestra nacionalidad y, en modo muy suyo, viaja y puntualiza: redescubre la preclaridad que asiste a los hombres de esta tierra.

 

Y, para no perder ese insustituible encuentro que siempre propicia una «cercanía hechizada», gustoso, aunque algunos alegaban su rotundez e inaccesibilidad para todo cuestionario, él accedió al interrogatorio periodístico.

 

Yo, interesado en auscultar un «momento» de su itinerario villaclareño, detenido en ciertos atisbos de lo insospechado, recibí las rápidas respuestas que certificaron una impronta de vitalidad y cubanía, al tiempo que ofreció las gracias por las constantes provocaciones. Aquí está, como lo sustentó, el fraterno diálogo para compartirlo con ustedes.

 

·              ¿Qué significa ser distinguido con el título de Doctor Honoris Causa en la Universidad en que su padre impartió la docencia y recibió idéntico galardón en 1956, y donde, además, usted fungió como maestro de la primera generación de profesionales formada por la Revolución?

 

«Un inmenso honor que solo puedo merecer en la medida en que haya sido digno de la espiritualidad cubana de mi padre».

 

·              Lo cubano en la poesía es un libro que nació tras una petición universitaria y editó por vez primera la casa de estudios de aquí. ¿Qué recuerdos trae luego de cuatro décadas de publicado, y cómo lo percibe ahora cuando el encuentro con lo pasado es firmeza para la Patria?

 

«Recuerdo aquellas sesiones de Lo cubano en la poesía[8] en el Lyceum femenino de La Habana,[9] que entonces presidía Vicentina Antuña,[10] entre noviembre y diciembre de 1957, como el convivo más emocionante de toda mi vida. La patria se nos revelaba dolorosa y gozosamente en medio de la sangrienta lucha de aquellos días. Sin saberlo nos estábamos preparando para un triunfo que todavía parecía imposible. Hoy siento que aquel libro, rápidamente publicado en el 58, gracias a Samuel Feijóo,[11] era mi despedida del mundo anterior a la Revolución. Y fue también, en cuanto a testimonio de la raíz poética de nuestra historia, mi umbral hacia ella».

 

·              En la decimosexta lección de Lo cubano en…, la dedicada a la poesía de Feijóo, planteó que tenemos que agradecerle a ese escritor «haber cogido a la isla en el aire, en la gloria, en la risa, en la majestad y en el desamparo». Después que la obra aumentó con los años, ¿afirmaría lo mismo?

 

«Sin duda alguna. Samuel sustentaba la poética de la naturaleza, que a su juicio no era antológica, y, por tanto, su obra no tenía por qué serlo. Esto quizás haya confundido a algunos ante el exceso de su producción. Pero el autor de Beth-el, Faz, Himno a la alusión del tiempo, Violas, Diario abierto, La alcancía del artesano, La hoja de poeta, Versículos, El harapo al sol, tal como lo presenté en mi selección de 1984, además de extraordinario cuentero, narrador, investigador de nuestro folklore campesino, pintor y dibujante excepcional, es uno de los líricos más altos que hemos tenido desde Heredia a nuestros días».

 

·              Con los años, ¿qué recuerdos inéditos de Samuel evoca para la historia de la cultura cubana?

 

«Aunque sean bien conocidos, siempre habrá que reconocer también los grandes servicios prestados por Samuel a la cultura cubana como editor de la Universidad Central de las Villas, de islas, y de la impar y pletórica Signos. En lo personal más íntimo, aunque pudiera parecer lo contrario, Samuel era muy difícil de conocer realmente. Siempre estaba ocultándose, disfrazándose, pudoroso como pocos detrás de lo que cariñosamente llamábamos sus «samueladas». Después de años de escribirnos y visitarnos, una rara noche descubrimos al otro Samuel, develándonos con una infinita delicadeza el misterio de las trémulas luces amarillas que alumbraban las noches de sus amigos guajiros. Por lo demás, cuando se empeñaba, podía ser muy riguroso con su obra. Recuerdo los manuscritos de Violas, acribillados a enmiendas. Cuando leí la primera edición de Faz, escribí para El Mundo un artículo titulado «Orgullo por Samuel Feijóo». Aduciendo que no era digno de aquel elogio, su respuesta fue quemar la edición completa y rehacer el poema, que ya era espléndido».

 

·              ¿Cuáles vínculos sostuvo con intelectuales radicados en la localidad durante su estancia aquí?

 

«Mi condición de profesor, digamos, itinerante —ya que solo podía estar en Santa Clara tres días a la semana para poder cumplir con mis clases en la Escuela Normal de La Habana—, me impidió estrechar relaciones importantes con intelectuales villaclareños, salvo a los que ya conocía, como Samuel y Mariano Rodríguez Solveira.[12] A Marianito y a Antonio Núñez Jiménez[13] los encontraba con frecuencia, antes del triunfo, en la casa vedadense de Julián Orbón,[14] el músico de Orígenes, a donde llegaban en viajes nocturnos que siempre sospeché no eran ajenos a los trajines revolucionarios interprovinciales del 58. Aunque solo oíamos música, todo parecía clandestino. Como dije en mis palabras de gratitud en la Universidad,[15] el hogar de Marianito y Marta[16] fue otro hogar para mí en Santa Clara. Él fue quien me invitó a incorporarme al claustro de Las Villas, quien despidió inolvidablemente el duelo de mi padre y quien prologó sus Valoraciones póstumas.[17] Fue un intelectual ferviente y luminoso, conversador cultísimo, amigo entrañable. De Núñez Jiménez ¿qué decir? Como geógrafo, espeleólogo y revolucionario, toda su vida fue un creciente servicio a la patria nacional y americana, fruto de una vocación alegre y un entusiasmo infatigable. Otros nombres y personas que recuerdo con gratitud son los de Hilda González Puig,[18] su hermano Ernesto,[19] los rectores Agustín Anido[20] y Silvio de la Torre,[21] Gaspar Jorge García Galló,[22] Alberto Entralgo[23]»

 

·              Dice que la «poesía significa un conocimiento espiritual de la patria, que va iluminando al país, y donde lo cubano se revela, por ella, en grados cada vez más distinguidos, distintos y hermosos». Pero ¿qué escribe ahora tras el tránsito acumulado por todos los géneros literarios?

 

«Mis dos géneros predilectos siguen siendo la poesía y el ensayo, aunque en verdad no me gusta considerar la poesía un «género literario», sino la fuente de todo lo que yo pueda conocer y pensar. Al poema acudo cuando él me llama; al ensayo, cuando lo necesito».

 

·              Martí, definido por usted como «el mayor aporte de la Cultura Cubana a la universal», deja profundas raíces para los próximos siglos. ¿Cuáles cree más trascendentes?

 

«Creo que el legado cultural más trascendente de Martí reside en su inmensa vocación integradora que, como dije en la Universidad, «se negó a separar la materia del espíritu, lo invisible de lo visible, la estética de la ética, la política del alma, a Cristo del pobre, a Cuba de la cruz, a la utilidad de la virtud». Por ello pienso que debemos tender a integrar «nacionalmente todo aquello que en el pensamiento de José Martí se nos ofrece como un humanismo atesorador de esencias, proyectado hacia el futuro». Y no me parece que haya mejor programa espiritual para la humanidad en el próximo milenio».

 

·              Despojado de su capacidad amatoria, así como del contacto diario en el hogar y el trabajo intelectual que desempeña junto a Fina García Marruz, ¿qué puntos más distinguidos atribuye a la poesía de su esposa?

 

«En mi antología Cincuenta años de poesía cubana (1952) señalé los tres elementos que me parecían sustanciales en la poesía de Fina:[24] «la intimidad de los recuerdos, el sabor de lo cubano, los misterios católicos». Posteriormente su expresión ganó otras dimensiones, desde la más amplia y elocuente del Réquiem por la muerte de Ernesto Che Guevara,[25] hasta esa «punta de lirismo» que según Claudel[26] es el humor, en Créditos de Charlot,[27] y Nociones elementales y algunas elegías. Su diversidad y riqueza tienen siempre un punto de confluencia que pudiéramos llamar: lucidez de la misericordia».

 

·              Emilio Ballagas, un poeta que fermentó una parte fundamental de su obra poética en Santa Clara, donde radicó entre 1933 y 1948, tuvo de usted grandes elogios ¿Cómo lo aprecia en la ensayística?

 

«Si hubo un escritor entre nosotros de vocación lírica absoluta, ese fue Emilio Ballagas.[28] Aunque escribiera excelentes ensayos, en realidad no le hacían falta. Todo lo esencial que tenía que decir solo podía decirlo en el poema».

 

·              ¿Qué falta a Cintio Vitier por regalarle a la sabiduría histórica y a la cultura nacional?

 

«Me falta todo, y es la conciencia de todo lo que me falta lo único que puedo regalar».

 El poeta, tras agradecer las insistentes y provocadoras preguntas, según afirmó en nota al margen del texto mecanografiado que remitió, no reveló la hosquedad que algunos atribuían a su personalidad, sino una esencia y dulzura, casi paradigmática, del que toma la tierra por asalto y la hace propia como si fuera esencia espiritual de todo lo celestial.

Como tal dejó una huella, para que, de falsas apreciaciones no viva el hombre sin antes auscultar con vehemencia los sueños y las bondades que transpira



[1] José Martí. «La exhibición de las pinturas del ruso Vereschagin», en Obras Completas, t. xv, p. 430, Editorial Ciencias Sociales, La Habana.
[2] Vitier Bolaños, Cintio: [Cayo Hueso, Estados Unidos, 1921]. Abogado, poeta, periodista, novelista, investigador histórico y crítico literario. Premio Nacional de Literatura 1988, y Juan Rulfo en el 2002. Vinculado al grupo de Orígenes. V. Diccionario de Literatura cubana, Op. cit., t.ii, pp. 1004-1008.
[3] Vitier, Medardo: [Rancho Veloz, 1886-La Habana, 1961]. Pedagogo, periodista, ensayista, filósofo. Cfr. Diccionario de Literatura Cubana, Op. cit., t. ii, pp. 1108-1110.
[4] Cfr.  De Diego Fernández-Cuervo, Eliseo Julio de Jesús
[5] Revista Orígenes: [1944-1956]. Integrada por los poetas  José Lezama Lima; Gastón Baquero; Ángel Gaztelú; Virgilio Piñera; Justo Rodríguez Santos; Fina García Marruz; Eliseo Diego; Octavio Smith; Lorenzo García Vega y Cleva Solís, así como los músicos Julián Orbón y José Ardévol, quienes junto a los pintores Mariano Rodríguez y René Portocarrero, hurgaron en las raíces de la nacionalidad cubana y la explicación republicana desde una concepción metafísica y católica. Cfr. Diccionario de Literatura Cubana, t. ii, Op. cit., pp. 685-687.
[6] Lezama Lima, José: [La Habana, 1910-Id., 1976]. Doctor en Derecho Público. Ensayista, poeta, novelista, editor y periodista. Cfr. Diccionario de la Literatura Cubana, t. i, Op. cit., pp. 491-494.
[7] Entrevista a Eliseo Diego, efectuada el sábado 23 de abril de 1983, referida a la poesía, la fantasía en su cuentística y la nación cubana como fuente de inspiración.  [Inédita].
[8] Cfr. Cintio Vitier (1958): Lo Cubano en la Poesía, Universidad Central de Las Villas, Departamento de Relaciones Culturales.
[9] Lyceum y Lawn Tennis Club: V. Diccionario de Literatura Cubana, t. i, Op. cit., pp. 534.
[10] Antuña Tavío, Vicentina: [Güines, La Habana, 1909-La Habana, 1992]. Pedagoga, ensayista y dirigente feminista. Doctorada en Filosofía y Letras. Desde 1934 se desempeñó como profesora de Lengua y Literatura Latinas en la Universidad de la Habana. Cfr. Diccionario de Literatura Cubana, t. i, Op. cit., p. 56.
[11]  Feijóo Rodríguez, Samuel: [San Juan de los Yeras, 1914-La Habana, 1992]. Poeta, narrador, periodista, editor y promotor y animador cultural. Cfr. Diccionario de la literatura Cubana, t. i, Op. cit., pp.327-328.  V. Silvia Padrón Jomet (2005): La dimensión cultural de Samuel Feijóo, Ediciones Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana, Juan Marinello, La Habana.
[12] Rodríguez Solveira, Mariano: Asumió la dirección del rectorado de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas desde 1958 hasta mediados de 1961. Tuvo una decidida participación en la creación del Departamento de Relaciones Culturales, y en la publicación, por vez primera, bajo el tutelaje de Samuel Feijóo, de la revista Islas y de importantes libros escritos por cuentistas, investigadores y estudiosos de la Cultura Cubana.
[13] Núñez Jiménez, Antonio: [La Habana, 1923- Id., 1998]. Especializado en el campo de las Ciencias Geográficas, principalmente en la Espeleología, la Arqueología, la Geología y al desarrollo  de la historia del hombre en su relación con la naturaleza. Cuenta con una extensa obra bibliográfica. Cfr. Diccionario de Literatura Cubana, Op. cit., t. ii, pp. 675-677.
[14] Orbón, Julián: [Avilés, Asturias, 1925-La Florida, Estados Unidos, 1991]. Pertenece a una familia de músicos españoles, y en 1932 viajó a La Habana, Cuba, donde recibió clases de composición con José Ardévol, con quien integra en la década de los 40 —junto a Harold Gramatges, Edgardo Martín, Hilario González, Gisela Hernández y Virginia Fleites—, el Grupo de Renovación Musical. Hizo crítica de arte y periodismo, al tiempo que impartió la docencia y fue concertista. Entre las obras sinfónicas del compositor aparecen: «Sonata Homenaje al Padre Soler», dos canciones con textos de García Lorca, «Canción para nuestro niño», basada en un poema de Fray Luis de León, «Romance de Fontefrida», música incidental para la «Numancia» y dos danzas y un interludio para «La Gitanilla», ambas de Cervantes, así como el «Capricho Concertante», concebido para conjunto de cámara y «El Pregón», a partir de un poema de Nicolás Guillén. También resalta el «Quinteto para clarinete y cuerda». Desde 1960 residió en México y tres años después pasó a vivir a los Estados Unidos hasta que falleció. V. Julián Orbón (2000): En la esencia de los estilos y otros ensayos [Prólogo de Julio Estrada], Editorial Colibrí, Estados Unidos.
[15] Cfr. Cintio Vitier: «El reino de la gracia comunicante», en revista islas, Op. cit., pp. 7-12.
[16] Ricart,  Marta: Doctora en Filosofía y Letras. Pedagoga en la Universidad Central de Las Villas. Esposa de Mariano Rodríguez Solveiras.
[17] V. Medardo Vitier (1960-1961): Valoraciones. [Con nota preliminar de Mariano Rodríguez Solveiras), 2 t, Universidad Central de Las Villas, Departamento de Relaciones Culturales.
[18] González Puig, Hilda: Doctora en Filosofía y Letras. Profesora de la Universidad Central de Las Villas.
[19] González Puig, Ernesto: [Cabañas, Mariel, 1913-Ciudad de la Habana, 1988]. Pintor, grabador, ilustrador, psicólogo y pedagogo. Cfr. José Seoane Gallo (1986): «Ernesto González Puig, Testimonios», en Eduardo Abela cerca del cerco, Op. cit., pp. 326-331.
[20] Anido, Agustín: Rector de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas entre 1956 y 1958.
[21] De la Torre Grovas, Silvio: Doctor en Pedagogía. Ocupó la rectoría de la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas de 1962, fecha en que sustituyó a Pedro Oliver Labra, hasta 1965.
[22] García Galló, Gaspar Jorge: [Quivicán, La Habana, 1906-Ciudad de La Habana, 1992]. Pedagogo, filósofo e investigador marxista-leninista. Durante muchos años impartió clases en la cátedra de Geografía, Filosofía, Historia y Letras en Escuela Normal para Maestros de Santa Clara, lugar donde residió desde 1932 hasta finales de la década de los 40. 
[23] Entralgo Vallina, Elías: [La Habana, 1903-Id., 1966]. Doctor en Derecho Público y Civil, así como en Filosofía y Letras. Pedagogo, historiador, ensayista, sociólogo y periodista. Cfr. Diccionario de la Literatura Cubana, t. i, Op. cit., pp. 304-305.
[24] García-Marruz Badía, Fina: [La Habana, 1923]. Doctora en Ciencias Sociales. Poeta, investigadora literaria y ensayista. Cfr. Diccionario de Literatura Cubana, t. i., Op. cit., p. 369. 
[25] Guevara De la Serna, Ernesto [Che]: [Rosario, Argentina, 1928-Nancahuazú, Bolivia, 1967]. Doctor en Medicina, político, estadista y poeta marxista-leninista. Cfr. Diccionario de Literatura Cubana, t. i, Op. cit., pp. 401-407.
[26] Claudel, Paul Louis Charles: [Villeneuve-Sur-Fere, 1868-Paris, 1955]. Poeta, periodista y diplomático. Vinculado al movimiento simbolista y al realismo dentro de la poesía francesa. 
[27] Chaplin, Charlie Spencer [Charlot]: [Londres, 1889-Corsier-Sur-Vevey, Suiza, 1977]. Actor, productor y director teatral y cinematográfico. Considerado un mito, desde que inció su carrera en 1913, con películas silentes. Un año después encarnó el antológico personaje del vagabundo Charlot, un travieso payaso que alcanzó dimensión humana, y sostentó el triunfo individual ante cualquier  adversidad. Toda su filmografía se recuerda por: El chico (1921); El peregrino (1924); La quimera del oro (1925); El circo (1928); Luces de la ciudad (1931); Tiempos modernos (1936); El gran dictador (1940); Monsieur Verdoux (1947); Candilejas (1952) y Un rey en Nueva York (1957), entre otras.
[28] Ballagas Cubeñas, Emilio: [Camagüey, 1908-La Habana, 1954]. Doctor en Pedagogía. Poeta, ensayista y periodista. Cfr. Diccionario de la Literatura Cubana, t. i, Op. cit, pp. 105-106.

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