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CUBA; EL CORAZÓN EN HAITÍ

CUBA; EL CORAZÓN EN HAITÍ

Por Luis Machado Ordetx

Martí, el más universal de los cubanos, escribía en 1880, una de las «Proclamas» de todos los tiempos, al decir que «[…] hay siempre tras de cada idea, un ejército modesto que los hombres sinceros deben encontrar y dar a la luz», como ahora sucede, desde hace tres meses, en las inhóspitas calles de Haití luego del holocausto que dejó el devastador terremoto que azotó ese territorio antillano.

Los cubanos, somos, por idiosincrasia, dados a la solidaridad, a la camaradería, tal como definió el polígrafo Fernando Ortiz cuando en 1939 abordó el tema en «Los factores humanos de la cubanidad», y el hecho se repite en múltiples ocasiones, allí en aquellos recónditos territorios que exigen, por diminuto que sea, un gesto de hermandad.
Haití constituye, desde el infausto 12 de enero pasado, cuando sobrevino la pesadilla del terremoto en ese país, un escenario en que se vislumbra un pacto a favor de la vida con el aporte material y especializado que cientos de galenos de la Brigada Médica, incluida la “Henry Reeve” de la Escuela Latinoamericana de Medicina, y hombres de cultura espiritual, brindan a cada instante.

Ese es otro de los ejemplos que sorprende la valía de los cubanos, sea un sitio u otro, en que fundidos a pueblos autóctonos, dejan una huella del por qué defienden la razón independiente de existir como pueblo; como sistema social sin muchos parangones en la historia de la humanidad.

Allí vibró, días atrás, el «Concierto por la Patria», junto al bregar por reconstruir  Haití de las aterradoras secuelas del terremoto; y al igual que trascendió en Santiago de Cuba y La Habana —similar a lo ocurrido en las principales cabeceras de provincias del país—, hubo un gesto de paz; un reclamo a nuestra soberanía.

Los artistas de la brigada «Marta Machado», encabezada por el pintor Alexis Leyva Machado (Kcho), quienes desde hace un tiempo recorren comunidades haitianas, igual que antes hicieron por la Isla de la Juventud u otras localidades dañadas por los estragos de los ciclones que en 2008 dejaron penurias materiales en Cuba, ofrecieron argumentos en esas sinceras ideas de Martí en que «La patria necesita sacrificios. Es ara y no pedestal. Se la sirve, pero no se la toma para servirse de ella.»

No solo en el Hospital La Renassanse, de Puerto Príncipe, trascurrió tal acontecimiento apreciado no solo por el pueblo haitiano, sino también por cientos de colaboradores internacionales que dejan una estela de solidaridad internacional. Sean Penn, el afamado actor estadounidense, dejó su campamento del Club de Golf Petiovillen, y va hasta los albergues de Corail, y hasta el sitio donde laboran los cubanos, empeñado en intercambiar aspectos de la valiosa acción humanitaria que se desarrolla allí.

Penn, ganador de dos Oscar (”Milk”, “Mystic River”),  es un ejemplo de la solidaridad internacional, y un creído de que un mundo mejor es posible, como expusieron hace unos días las estrellas musicales que acompañaron al merenguero Juan Luis Guerra —Alejandro Sanz, Enrique Iglesias, Luis Fonsi, Milly Quezada, Juanes, Johnny Ventura,  Maridania Hernández, y Miguel Bosé— durante el concierto «Un canto de esperanza por Haití», celebrado en el estadio olímpico “Félix Sánchez”, de República Dominicana, gesto que recauda fondos para donar un hospital infantil a la pequeña nación caribeña dañada por el terremoto de enero último.

Bien decía Bosé: “Hay gente que está atenta a escuchar palabras de esperanza”,  justo allí donde se lucha por la vida, y la identidad de nuestras naciones se funden desde el concepto martiano en que «[…] Haber servido mucho obliga a continuar sirviendo…» en el bienestar, la soberanía y la grandeza de los pueblos que se desentienden de egoísmos y de guerras mediáticas.

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