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HANABANILLA; UN COLEGIO FLOTANTE

HANABANILLA; UN COLEGIO FLOTANTE

Por Luis Machado Ordetx

Un colegio electoral flotante no es una sorpresa entre los villaclareños que residen en la porción sur montañosa, allá en las faldas del Escambray, en el macizo de Guahamuaya, sitio del lago Hanabanilla, primero que de manera artificial se construyó en Cuba después de 1959 con el propósito de abastecer de agua a importantes poblaciones de la región, y también de generar electricidad a partir del aprovechamiento del recurso hidráulico almacenado.

Por muchos años recorrí esos parajes que, desde 1976, instrumentaron una manera eficiente, rápida y segura de garantizar el sufragio secreto y directo de la población apta, según la edad y las condiciones psíquicas, residente en el lugar.

En más de una ocasión, aprecié cómo una embarcación de transporte fluvial partía desde el Salto del Hanabanilla para recorrer, en más de 20 kilómetros de distancia, cerca de medio centenar de puntos de concentración en los cuales habitan serranos en las proximidades del nacimiento de Río Negro, Guanayara, Manantiales, Pico Tuerto y…

Ese es el único colegio flotante del país, y al igual que otros existentes en tierra firme en la geografía cubana, quedará abierto a partir de las siete de la mañana y hasta las seis de la tarde de este domingo. Solo tiene una particularidad: el recorrido será entre aguas hasta ciertos puntos de concentración ubicados en las riberas de los asentamientos poblacionales.

No será como otros fijos, incluso aquellos instrumentados en movimiento terrestre a partir de colegios rodantes —carretas o camiones que irán a comunidades distantes—, pero, aseguró,  que como otras ocasiones aprecié, garantizará la eficacia y realización de las elecciones parciales de delegados a la Asamblea Municipal del Poder Popular en el más montañoso de los territorios villaclareños.

Allí, donde las aguas aparentemente mansas del lago Hanabanilla —distantes de Manicaragua a unos 25 kilómetros—, el ronroneo del motor petrolero de la embarcación, y la extraña geografía que confunde el verde de los árboles con el plumaje y el canto de las aves silvestres que abundan, se exhibirá otra vez un encuentro con   el tocororo, la mariposa blanca o amarilla y con otros símbolos patrios que identifican nuestra cubanía.

No faltará en el lugar habilitado nuestra bandera —esa de franjas azul y blanca, con triángulo rojo y estrella solitaria— a la que cantó y vio gallarda el matancero Bonifacio Byrne; habrá niños vestidos con sus atributos y uniforme escolar, y sencillos integrantes de una mesa electoral avalarán que, desde varios cubículos, previa identificación del votante, más de 500 electores de esa región elijan al mejor, entre todos los representantes, a la Asamblea del Poder Popular de su municipalidad.

Ese; esa, el mejor o la mejor entre todos, según el voto directo y secreto de cada cual, será la determinación de los electores de la circunscripción número 36 de Manicaragua, y seguro, otra vez con el soberano ejercicio de democracia participativa, el pueblo elige quién los representa en sitios que, como en toda Cuba, están preñados de historia.

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