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SANTA CLARA; CALLES DISLOCADAS

SANTA CLARA; CALLES DISLOCADAS

Por Luis Machado Ordetx

Un cosmopolitismo, cercano a veces al desarraigo, transita por Santa  Clara y tiende a     trocar los nombres de las actuales calles de la  ciudad.

El bautizo se hace al unísono por vieja designación, y en su defecto por aquella nueva o más reciente. En sí constituye un fenómeno que persiste en la memoria individual o colectiva de todos los coetáneos. 


Similar situación encuentro en Caibarién, en Sagua la Grande, y quién sabe en qué otro lugar villaclareño.


El problema es uno: algunas calles céntricas, incluso las menos concurridas, son llamadas indistintamente con el mote primitivo y también con el más contemporáneo; hecho que no sucede en todos los casos.


A nadie le pasaría por la mente decir en la actualidad que la arteria de Luis Estévez fue el polvoriento o adoquinado Camino de los Huesitos, del Rosario, San Juan Bautista o Isabel II. Sería un anacronismo.


Creo, incluso, que la génesis está determinada por ciertas debilidades en la enseñanza de la Historia, el desconocimiento de los sitios patrimoniales existentes en las localidades, y la ausencia de la explicación lógica, dialéctica, in situ, de los hechos sociales o culturales que dieron lugar a los apelativos de las calles.


Un cartero joven se halaría los pelos al buscar la calle Serafín García Ruiz. Puede que en caso de localizar en la ruta alguna de las señalizaciones de aluminio --hurtadas muchas veces--, encuentre el  área específica. De lo contrario, tendría que recurrir a un mapa, o a   alguien de mayor edad para que le indique.


El tricampeón olímpico Teófilo Stevenson es el culpable, enhorabuena, de la divagación. Hace poco, desde Ciudad de La Habana, recordó las visitas que hizo al máscara villaclareño Lázaro Pérez, allá en los años 80 del pasado siglo, y dejó una alerta: su amigo residía en Nazareno, entre Cuba y Enrique Villuendas. ¡Menuda sorpresa!; precisó que Nazareno era Jesús Nazareno, y el verdadero o actual nombre lo constituía Serafín García Ruiz. Fue como un llamado, una apuntación:  cuánto desconocemos muchas de las particularidades históricas del terreno en que convivimos.


Más allá de esa alusión, que como ostensible bofetada dio el boxeador, hay una ignorancia de muchos elementos que integran nuestra historia.  El suceso lo prolongo hasta una infausta Guía de Villa Clara, «actualizada» y propagada por el Ministerio de Turismo. El mapa de Santa Clara contiene varios errores en los nombres de las calles. Unas responden al apelativo primitivo --antiguo--, y otras a los actuales. 


Entonces, ¿cómo comprender la veracidad en una localidad que crece en urbanidad y población hacia las afueras? Ahí localizo que la Doble Vía es bautizada como Avenida Marta Abreu. 


Tremendo dislate ¿Dos calles de Santa Clara con igual nombre? ¿Qué es eso? A inicios de la primera mitad del pasado siglo fue sencillamente Ave. Marta, en homenaje a una de las hijas de Antonio R. Páez Valdés, quien parceló y proyectó la urbanización de lo que luego fue el residencial Escambray. La colega Amparo Ballester López refiere que la vigente y verdadera designación corresponde a Avenida 26 de Julio.


Son tantos los equívocos entre las páginas 22 y 23 de esa Guía, que el más experto de los visitantes perdería los pasos en la búsqueda del término justo. No podría olvidar los errores ortográficos que existen en las señalizaciones de las calles: letras de menos, letras de más: Camilo Cienfuego (sin s) en Manicaragua; Eduardo R. Chivás (con v), en Santa Clara, y...


La Carretera a Camajuaní, actual Avenida de la Liberación, en las cercanías de Ana Pegudo, ostenta todavía el nombre con que se conoció hace más de medio siglo; allí está incrustado Eutimio Falla Bonet. Es una historia que nada tiene que ver con la contemporaneidad.


Todavía no sé hasta cuándo permanecerá incólume la «mutabilidad» de la valla que muestra el policlínico docente radicado en el reparto Brisas del Oeste. Hago referencia al «Marta Abreu de Estévez», nombre y apellido de nuestra Benefactora --luego del matrimonio con Luis Estévez Romero--. Debe escribirse así, Marta, desprovista de la «fea» y muda h del inglés; letra que desde hace años, después de la remodelación de la instalación de Salud Pública, exhibe el lumínico que la representa.


Son cosas que, en ocasiones, pasan inadvertidas, pero en el fondo constituyen chapucerías que afectan los atributos históricos de nuestras calles.

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