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SANTA CLARA TIENE ¿VÁNDALOS O IRRESPONSABLES?

SANTA CLARA TIENE ¿VÁNDALOS O IRRESPONSABLES?

Por Luis Machado Ordetx


 

El antiguo Liceo de Villaclara, de perfecto coqueteo entre lo neobarroco y neoclásico,  recibió una inusual transformación en su fachada. La mirada de muchos quedó colapsada cuando a principios de julio operarios del servicio de Vialidad, taladro en mano, perforaron la pared para colocar una parada de ómnibus.

 

La edificación, concluida en 1927, es actual sede de la Casa de Cultura Juan Marinello Vidaurreta, y forma parte de conjunto arquitectónico que rodea al parque Leoncio Vidal, Monumento Nacional de Cuba. El hecho insólito ocurrió días antes del  aniversario 325 de la fundación de Santa Clara.

 

Las autoridades gubernamentales se desentendieron del asunto. A pesar de los reclamos de muchos por preservar el patrimonio,  los oídos son sordos, tal como acontece con la Casa de la Ciudad sometida a un “remozamiento” que no tiene para cuando concluir: lleva más de un lustro en espera de la ejecución constructiva. En tanto la instalación permanece clausurada.

 

Volvamos a la parada de la ruta número 1 situada en el parque Vidal. Continuará allí hasta que se concluya la remodelación del hotel Central, destinado al turismo de tránsito en una ciudad mediterránea y carente de mar.

 

No importa que el inmueble de dos niveles, con mármoles exteriores y paredes que no soportan pinturas, pierda lozanías y esplendor artístico de años. Tampoco, al parecer, no “molesta” que personas  se aglomeren en los portales corridos y obstruyan el paso de entrada al portal corrido que da acceso a la edificación.

 

La orden fue cumplida, y por callada la respuesta en una construcción que, desde el 24 de junio de 1999, recibió, al igual que todos los edificios que rodean el Parque Vidal,  la declaratoria de Monumento Nacional de la República de Cuba.

 

Tamaña paradoja en un centro que conserva desde 1860 el espíritu cultural e independentista de prohombres de la región que figuraron entre los primeros constituyentes, en Guáimaro, del ideal independentista.

 

Otras edificaciones de las cercanías también agonizan ante la inercia por contener los posibles derrumbes de inmuebles patrimoniales: en Santa Clara, el cine-teatro Villaclara, la Casa de la Ciudad y el hotel Florida, en el entorno del parque Vidal.

 

Por mencionar algunos casos específicos, en Caibarién el hotel Comercio, y en Camajuaní el Cosmopolita, mientras en  Sagua la Grande agoniza el Gran Hotel Sagua, considerado el más alto del interior del país antes del arribo de 1930.

 

Las inversiones son millonarias, pero el desplome de los inmuebles queda en la “aventura” de las miradas mágicas de aquellos que, por absoluta casualidad, corran despavoridos al apreciar, en la incontinencia, que una parte de la historia de sus respectivas urbes, sencillamente se cayó al paso inexorable del tiempo y el abandono.

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