OFICIO DEL DECIR
Por Cristyan González Alfonso
Este primero de diciembre se celebra el día del locutor, para la ocasión Vanguardia se acercó a un hombre que ha dedicado su vida a esta forma especial de comunicar, a propósito de la reciente entrega del Premio «Rolando Rodríguez Frenes», por su casi medio siglo de labor.
Para Víctor Manuel Menéndez Fernández la locución tiene un poco de todo. No basta con nacer. Hay ciertas cosas: costumbres, maneras, formas de decir, que sólo se alcanzan con la experiencia. La voz se educa con técnica, esta es la que te permite flexionarla a tu antojo. La voz no se puede comprar, es tremendamente compleja de estudiar y sólo con muchos años detrás del micrófono es posible imprimirle un estilo que te caracterice.
Hasta aquí llega el límite de lo que, para alguien que ha dedicado 48 años a la locución, significa tener buena voz. Otra cosa es tener amor suficiente para trabajar en la radio, cuando le hablas a alguien que no se ve, que no está.
— Víctor Manuel, ¿qué se necesita para ser un buen locutor?
— Voz, dicción, capacidad para improvisar en disímiles circunstancias, pues no importa cuánto te prepares, siempre habrá una situación nueva o desconocida, lista para atraparte. Y estar siempre alerta, previendo lo que puede suceder, lo que te pueden decir o preguntar, porque lo complicado viene cuando desconoces, por tanto diría que una cualidad imprescindible es tener amplios conocimientos de la mayor cantidad de temas posibles.
— ¿Cómo comenzó?
— Nací en Caibarién. Cantaba en un coro y un amigo se me acercó para ofrecerme un puesto en la emisora de Manolín Álvarez, eso fue en 1962 cuando tenía 17 años. En el 64 pasé el curso del ICR (Instituto Cubano de Radiodifusión), donde se formaron muchos de los grandes locutores cubanos. Estuvimos aprendiendo allí de quienes pudiera llamar mis paradigmas: Antonio Pera, Félix Sánchez, Ángel Hernández, Manolo Ortega. Luego regresé para Santa Clara, pues Radio Caibarién quedó desmantelada. Fue entonces cuando comenzó mi tarea ininterrumpida en lo que hoy es CMHW.
— ¿Qué programas lo han marcado más durante su carrera profesional?
— He trabajado en muchos, por tanto tiempo, que los veo casi como parte de mí. Estuve 11 años haciendo «Disco Azúcar», más de 20 en «Caravana Musical», fundé «Entérese». Una de las partes de mi trabajo que más he admirado y por la que siento una atracción diferente, ha sido las trasmisiones en vivo, ya sea desde el control remoto, animando los actos políticos del Primero de Mayo, o junto a Machín de la Peña en las celebraciones de fiestas populares: en las parrandas de Remedios y en los carnavales de Camajuaní, por ejemplo.
Víctor Manuel Menéndez se encuentra entre los muchos que abogan por la creación de una escuela nacional de radio, para consolidar la profesionalidad de los jóvenes que hoy se acercan a la locución. A ellos les trasmite un mensaje claro: las nuevas generaciones tienen mucho que aprender, las aptitudes son importantes, pues siempre habrá que partir de las condiciones naturales. Pero pocas cosas hay que no puedan alcanzarse con la práctica cotidiana, con una verdadera pasión por la voz transparente y sentida.
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Pedro cordero -