ESCRITORES ENTRE LOMAS
Por Luis Machado Ordetx
Jamás se podrá prescindir de las cruzadas literarias de la serranía. A pesar de los vientos y las mareas económicas y también subjetivas que la rondan, son una realidad en la montaña villaclareña. Así lo recoge el Itinerario de un trepador de lomas, un libro que, como la memoria, aborda las peripecias asumidas por directivos y escritores dispuestos a llevar Cultura y sabiduría a las más intrincadas comunidades del Plan Turquino.
Más de tres lustros se recrean en el texto elaborado por Blas Rodríguez Alemán —salido entre las novedades editoriales de Capiro—, incorporado ahora al festejo de las dos décadas de existencia el Festival del Libro y la Literatura en la región central del Escambray.
No importaron a los escritores y artistas los entuertos económicos del llamado Período Especial, allá en los primeros años de los años 90 del pasado siglo, para subir lomas, y dialogar con los pobladores o visitar centros de la producción y los servicios, así lo recrea el escritor villaclareño.
Itinerario…, al decir del poeta Yamil Díaz Gómez, editor del libro, «abraza optimismo ante las trabas objetivas y las mentes humanas dadas a la inacción, y se vale del costumbrismo y el humor criollo en el empeño por hacer valer la voluntad de trasladar Cultura al más recóndito de los parajes cubanos.»
Justo eso relata Rodríguez Alemán en su enjundioso repaso de la historia iniciada en 1992 por los escritores villaclareños. Es también parte de la tradición que luego, tres años después, acogieron los territorios aledaños de Sancti Spíritus y Cienfuegos que convergen por distinción geográfica en el Escambray. Fue una especie de intercambio de literatura, en la cual los serranos aprendieron a valorarla con mayor hondura, y a comulgar con esas piezas del ámbito universal imprescindibles en cualquier acervo cultural, ya sea el hogar, el centro de trabajo, la escuela o las salas de reposo de un hospital rural.
En el libro de Rodríguez Alemán, son los escritores, y también los serranos, los verdaderos protagonistas de estas historias contadas de manera lineal y con un discurso cargado de sencillez expositiva.
La escritura está cargada de anécdotas y de optimismo frente a los valladares que imponían las condiciones económicas del país. Representa el ánimo de demostrar que el Arte y la Cultura aglomeran fuentes espirituales en el salvamento de la nación y de nuestra idiosincrasia. Ahí reside uno de los méritos impostergables del Itinerario de un… en el hacer valer la voluntad histórica y continua de una literatura que se apega al pueblo.
De esos encuentros anuales entre escritores y los pobladores serranos salieron parte de esas historias recogidas por otros creadores y llevadas a la ficción o la investigación literaria o sociológica. De un modo u otro, en idéntica medida que todos hacían Cultura e intercambiaban con los hombres y mujeres del lomerío, se nutrían para contar otras historias.
Allí, en el Círculo Social de Jibacoa, escenario de una parte indispensable de cuanto recopila el Itinerario de un…, quedó presentado este jueves el libro de Rodríguez Alemán tras recontar anécdotas e historias personales o colectivas de las que son parte muchos escritores.
El texto cierra su visión panorámica en 2006. Sin embargo, de allá a acá, transcurrieron otros cinco Festivales, y casi seguro vendrán otras visiones, como la antológica historia del narrador y poeta Daniel Alemán, residente en Santo Domingo, de comprar con su peculio libros infantiles para obsequiarlo a los niños con menores recursos monetarios. Eso es reiterado desde hace años, un gesto que demuestra cuánta validez tiene un niño para este escritor villaclareño.
No obstante, de quienes por años hemos subido cuestas, sabemos que los hacedores de historias literarias siguen enfrentando entuertos, unas veces objetivos, otros subjetivos. No importan los desafíos de convivir una semana en condiciones anormales, alejados de la vida cotidiana, de las ciudades y de los bullicios cosmopolitas. Todos preferimos ese contacto con el campo, con los más agrestes territorios o subir cuestas, como ocurrió este jueves cuando el ómnibus en que viajábamos, desde Santa Clara a Jibacoa, sufrió una impredecible rotura en la empinada loma del Sijú. Todos, despojados de cualquier reclamo, encaramos la sinuosa carretera con el ánimo de forjar Cultura en cualquier escenario cubano.
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