
Por Luis Machado Ordetx
El Gurú del afrojazz cubano, como considera la crítica internacional a Bobby Carcassés, vino a Santa Clara para prender una «chispa» en los músicos y animadores culturales de su ciudad, Santa Clara, y revivir a la par los tiempos de adolescencia, cuando irrumpió en los escenarios teatrales, allá por 1956.
La semana pasada, la fortuna del olvido involuntario de los materiales concebidos para una exposición personal y la imposibilidad del viaje de los músicos acompañantes, ofreció al público que asistió a la sede de la UNEAC, un modo y una forma particular de captar a Carcassés en cualidades de inusual pintor, integrador de talentos artísticos y ameno disertante sobre temas que domina a la perfección: el jazz y la inclusión de los ritmos cubanos.
Nadie como ese showman, con su personalidad polifacética, para adentrarse en ese tipo de música surgida en el sur de los Estados Unidos, y enriquecida por el estro natural Luciano Chano Pozo, el percusionista cubano, cuando se vinculó a la banda de Dizzy Gillespie y Charlie Parker, con el propósito de delinear un estilo y una manera de encarar las improvisaciones en las secciones y formatos de las jazz-band.
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