
Por Luis Machado Ordetx
Conozco, porque está ahí en nuestros predios, a unos de los mejores ilustradores cubanos, sólo que no se cree poseedor de esa soberana razón artística, pictórica y de escrutador de la realidad en instantes en que traza las líneas, el dibujo y la captación de las esencias e imaginerías que deambulan por su cerebro. Lo más triste de todo, es que es un «tremendo haragán», y tuvo la posibilidad de entrar en conspiración literaria con otro «triste» hombre dispuesto a la euforia en labores de cuatro manos.
Eso duele, porque el ilustrador Félix Adalberto Linares Díaz encararía el binomio perfecto con el reciente libro que entrega el colega José Antonio Fulgueiras Domínguez, ahora en presentaciones en la Feria Internacional que comenzó el jueves en Ciudad de La Habana.
Linares se perdió ese momento, y aunque Fulgueiras lo reconoce, está plácido por la salida de Tal vez pura coincidencia, otro hijo salido como texto de la editorial Gente Nueva. El escritor vuelve a sus andadas de decimista, de reencuentro con el verso, la mirada hacia el mundo animal y la coincidencia con arquetipos sociales que deambulan por allí, por las calles, a su lado y también junto a usted.
El autor es un cronista; olfatea la realidad, la viste de fantasía; opina y detalla con precisión en una estructura poética determinada por la rigidez de la medida interior o exterior, y también de la rima expresada en las 55 décimas que conforman un libro ilustrado, con ingenuidad y sencillez, por Yusell Marín Gutiérrez, quien se encarga de atrapar el espíritu aleccionador que ronda por los versos.
Un donaire raro, sea en el retoqu
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