
Por Luis Machado Ordetx
En el plantío de la Gastronomía hay de todo; no niego su apariencia de urgentísima revitalización, pero en muchas ocasiones los malos ejemplos de dependientes y las inobservancias reglamentadas en administradores, hacen un guiño en el ojo de cualquier cliente; simplemente la susodicha protección al consumidor no funciona a la hora de ocurrir un hecho puntual o las normas higiénico-sanitarias andan en ausencia.
¡Qué decir del pesaje de la mercancía inferior a lo fijado! Los ejemplos sobran, y el hombre sigue en choque con idéntica piedra; esa que favorece el bolsillo personal del que comercia.
Al menos así sucedió en la zona hospitalaria cuando una viejecita palideció; los colores cambiaron en su cara ante la macabra respuesta. Jamás había encontrado a un joven tan deshonesto; hurtarle a mandíbula batiente dos pesos por un refresco que en venta estatal cuesta solo 8; ¡increíble! ¿Dónde están los inspectores; los jefes de área?; inquiría la señora recién salida de una consulta médica. Todos los gastronómicos hicieron mutis; como si con ellos no viniera el justo reclamo.
La historia nada tiene de ficción; sucedió el viernes pasado en el horario de la mañana ante un "carrito estacionario" ubicado en las áreas exteriores del "Arnaldo Mil
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