
Carta al amigo José Díaz, un tierno hombre de Caibarién, Villa Clara, Cuba.
Estimado amigo, ya en el cielo, todavía proteges nuestra existencia.
No pienses que el tiempo te llevó en rapidez; sigues ahí, latiendo, insuflando existencia.
Martí, fiero guardián de la cultura cubana y universal escribió frases de dolor, de alegría; de enaltecimiento, y hay una que prendida en mis engranas remueve la existencia y la prolonga a diabluras y delirios en todo hombre.
Es una frase que pregona el primer capítulo de mi último libro Ballagas en sombra (Editorial Capiro 2010, Colección Premio), y donde reza: «!Líbranos Dios del invierno de la memoria! !Líbranos Dios del invierno del alma!». Ya lo dije, pertenecen al Apóstol Nacional Cubano, y hoy jueves 5 de agosto de 2010, entrado el zodíaco de LEO, la dedico por extención a tí, José Díaz; José, padre generoso de una larga familia oriunda de Caibarién, Villa Clara, Cuba, un sitio jamás perdido en la geografía norte de esta Isla que corona mis esencias.
¿Cuántas veces el desvelo, el diálogo cariñoso, el consejo fiel, la bondad y la sencillez te hicieron perennes en mi existencia de trotamundo a la búsqueda de un dato para la investigación periodística o literaria?
De corazón, no lo sabría precisar. Como un hijo, también te insufló la notoriedad por el hallazgo, la risa fiel de Quijote en medio de los vendavalnes de ciclones, las cargas de sacos de mercancías en los almacenes del puerto de Caibarién, de andarín por las calles del Veda
... (... continúa)