
Por Leopoldo Luis García (Periodista y Escritor Cubano; Reside en Ciudad de La Habana)
Hace poco, en una de las tardes habituales de Trovando, la peña consagrada a la canción de autor que el piquete de El Caimán Barbudo, encabezado por Fidelito, protagoniza —en colaboración con la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM)— cada miércoles desde las cinco de la tarde en el patio-bar de los añejos estudios que la disquera mantiene en el corazón de Centro Habana (San Miguel entre Lealtad y Campanario), escuché decir a Bladimir Zamora, nuestro redactor más antiguo en rol de anfitrión, que durante toda su vida había escrito simple y llanamente “lo que le había dado la gana”. Al respecto me quedé pensando.
Puede que sea cierto lo expresado por Bladimir (no solo en cuanto a él atañe). Ocurre que, efectivamente, no suelen acercarse personajes temibles a los periodistas y escritores cubanos para dictar en sus oídos el contenido de un texto. Aunque algunos se empeñen en ocultarlo: escribir con dignidad es para muchos un karma. En cambio, de la misma manera es cierto que a la hora de construir un artículo de opinión, un ensayo, no se tiene a mano siempre toda la información requerida (en extensión y actualidad) como para darse el lujo de discutir y apreciar el asunto sobre la base de un conocimiento inobjetable. Yo, por ejemplo, escribo en mi propio ordenador en la sala de mi casa, a la que no llega Internet y desde la que no accedo a otro saber que no esté en los libros (en ediciones no necesariamente recientes) y en las revistas y artículos (en formato digital o impreso) que me facilitan amigos o que rastreo en la red desde lugares