
Por Luis Machado Ordetx
Dubois de la Rosa —médico, cirujano y boticario—, con el transcurso de la primera década de instaurada Santa Clara en 1689, fomentó el despegue de una rutina cultural, muy a contrapelo del ejercicio de su profesión.
Encarnó la estirpe de muchos facultativos de la medicina o la farmacia que —avecinados en Santa Clara, Remedios, Sagua la Grande, Caibarién, o Cienfuegos—, establecieron una cordialidad por la música, la literatura, el periodismo, la danza, el teatro y las armas en los campos de Cuba Libre.
Similares intercambios existió a partir de la segunda mitad del siglo decimonónico en barberías, peluquerías, bufetes, redacciones y librerías, describe Miguel Antonio Alcover y Beltrán en la Memoria Histórica de la Villa de Sagua la Grande y su Jurisdicción (1905), y recuerda aquellos ineludibles puntos «de reuniones para conversaciones y entrevistas, para citas y relaciones, para comentarios políticos e intelectuales» suscitados por el “Areópago” de la localidad.
Muchos de los galenos, en sus “delirios” artísticos- literarios y de ansia que desborda la cubanía, apreciaron el azote del gobierno colonial español que los catalogó de “insurgentes”. A otros se les embargó las propiedades. Entre esos aparecen los sagüeros Antonio Cuenca y Perfecto Hernández; también quedaron despojados