
Por Luis Machado Ordetx y Laura Rodríguez Fuentes
«La mente es como las ruedas de los carros, y como la palabra: se enciende con el ejercicio».1 José Martí
Inabarcable. Prolífero. Imprescindible. Ríspido. Tenaz, Innombrable e insobornable. Ecuménico. Son sintéticas definiciones para observar por dentro a un intelectual que trasladó al mundo la insularidad campestre, y miró hacia el interior o el exterior del hombre con la franqueza del que contempla lo cotidiano en las más nítidas de nuestras historias.
Del campo a la ciudad, y a la inversa, los pasos siempre llevaron a Samuel Feijóo Rodríguez (San Juan de los Yeras, 1914-La Habana, 1992), hasta un rumbo inalterable. El propósito lo acercó al sentido alegórico del Zapapico, atributo del hombre propenso a “posarse” en el fango, pero siempre erguido, y coherente ante los contrastes de la vida y los hechos sorprendentes.
Las peripecias del diminuto pajarito, ese animalito recreado en la anónima décima que escuchó por boca del padre durante su breve estancia en La Jorobada, lo marcaron por siempre. Fue su aldab&oacu