
Por Luis Machado Ordetx
Canónicos de la crítica literaria trazan una dicotomía en la narrativa de Onelio Jorge Cardoso, el calabaceño universal. Precisan un antes y el después en la manera de recrear la realidad social, y al hombre inserto en todas sus historias. A pesar de los cambios advertidos, y hasta obvios, hay una sujeción en la progresión artística.
La ¿particularidad?: el ascenso de un estilo depurado, de precisos recursos, de miradas latientes hacia todo lo que rodea al hombre, y también al compromiso intelectual con el pueblo.
La imaginación reveladora que ofrece, por supuesto, afianza la vitalidad material-espiritual de la historia, y deja siempre una moraleja subyacente, de espíritu positivo. La propuesta, desde los inicios literario-periodístico, tuvo un sentido de originalidad poética, de diferencia. Tal parangón lo afirman dentro de la literatura y la creación hispanoamericana, como caso particular de un ¿insólito autodidactismo? Pero, hasta dónde resulta cierta esa aparente afirmación con rasgos interrogativos.
No cabe otra explicación que rebuscar en papelerías que guardan archivos de Santa Clara, y a los que siempre hizo alusión el escritor. La ¿clave?, aunque está ubicada en 1944 con la aparición simultánea de “Mi hermana Visia”, “El Cuentero”, “Nino”, y “Camino a las lomas”, catalogados de ejemplar