
Por: Luis Pérez de Castro
(Poeta y narrador cubano)
El día 8 de abril del 2016, se nos fue para siempre Frank Abel Dopico, se nos fue aquel joven agudo que llegó a la poesía después de descubrir los ojos atolondrados de Yamila, de esta susurrarle al oído: “Y el lobo, qué culpa tiene el lobo”, y él quedar desfallecido, como lo resume en el poema Aquí desfalleció el corazón de un cautivo, perteneciente al libro Algunas elegías por Huck Finn, cito: Yo escuché a la luz decir que era tu vientre, me saltaba la luz entre las manos; la luz aullaba y era entonces que la luna salía de la Tierra/ como una semilla lanzada a qué Universo…/
Frank Abel, para suerte de los que amamos con vehemencia la poesía, llegó a ella e impuso su estilo desenfadado y, en ocasiones, salpicado de cierto realismo sucio, a mediados de los 80, generación que para muchos marcó no solo un rompimiento en las estructuras y construcción de la poesía, también en la forma de encarar sus historias y variedad temática; generación donde, según la crítica especializada, fue una de sus voces más representativa.
Su obra la conforman los libros Algunas elegías por Huck Finn, El correo de la noche, Expediente del asesino, Las islas del aire, El país de los caballos ciegos y Los puentes de Arcadia. Poesía fácilmente ubicada en la corriente coloquialista, con un marcado matiz confesional, producto quizás de sus lectu
... (... continúa)