
Por Jesús Díaz Rojas (Escritor cubano).
(Palabras pronunciadas en San Juan de los Remedios en ocasión del aniversario 110 del natalicio de Alejandro García Caturla, el más universal de los naturales de la Octava Villa de Cuba, y padre junto a Amadeo Roldán del sinfonismo nacionalista en una vertiente afrocriolla de profunda raigambre mundial).
Arrullado por el canto de Diana, la madre, y los cantos de la negra nodriza, un niño duerme en cuna de mimbre trenzado, sobre finos y blanquísimos pañales de seda y algodón. Siete días de marzo se han desprendido del almanaque y seis años han trascurrido desde el inicio del siglo veinte.
Silvino, el padre, puede descansar satisfecho pues tiene garantizado el futuro de la familia con el pequeño abogado que duerme frente a sus ojos.
Diana la madre, se estremece al presentir que al niño no le caben en el cuerpo la verdad y los sueños y que esto, a la larga, le causará problemas. Entonces, lo levanta de la cuna, aprieta al hijito contra su pecho y jura protegerlo mientras le asistan las fuerzas.
Alejandro – defensor de hombres- que así le pusieron, además de Tomás y Evelio y Othón- para al final llamarle Nené o Alex; es un niño rubio como el sol, de piel suave y blanca, tan blanca que puede el resplandor dañarlo- por eso resalta en
... (... continúa)