
Por Luis Machado Ordetx
El ex-slugging de Grandes Ligas, el prolífero Roy Campanella, a principios de febrero de 1969 provocó que Cruces fuera foco de atención de cronistas cubanos y extranjeros.
La declaración de la muerte ¿repentina? de Martín Marcelo Dihigo Llano, el Inmortal, residente en esa municipalidad villareña, atrajo disímiles comentarios a partir de lo expuesto por la France Press en esa época.
Miguel Ángel Pérez Cuéllar, redactor-fundador de Vanguardia, fue de los primeros en llegar hasta la residencia del excepcional jugador de la pelota cubana. Tamaña sorpresa: lo encontró junto a su esposa, en la vivienda de la calle Pepe Alemán número 308, y en su entrevista el periodista de Esperanza lo presentó al mundo deseoso aún de vivir.
Los rumores se disiparon gracias también a los apuntes radiales que dejó en CMHW el narrador Héctor Lino Alomá Fontanills. Allí Pérez Cuéllar interrogó a Dihigo:
«—Sabe usted, hemos venido porque hubo rumores de que…
«—Si, ya sé, de que había fallecido. Imagínese que he recibido hasta telegramas. Pero de eso ¡nada! Pienso vivir, por lo menos, hasta el año 1978», declaró el pelotero.
Los rumores del deceso disipado, de cierta manera, incitaron a que Buck Canell, cronista argentino-cubano-estadounidense, solicitara un permiso especial para viajar a La Habana con el propósito de conocer a Dihigo.
... (... continúa)