
Rogelio Menéndez Gallo falleció este sábado, 3 de Febrero, en Remedios. Es autor de una singular narrativa, y sostuvo un original sentido literario al reconstruir escenarios y personajes folklóricos de su localidad y Caibarién.
Por Luis Machado Ordetx
Hay escritores que pasan a la posteridad, y siempre tendrán un recuerdo, por el deseo de burlarse de la vida y tratar siempre sus acontecimientos más nimios con entera jocosidad. Es el caso de Rogelio Menéndez Gallo, apodado con cariño La Vieja, quien acaba de fallecer en San Juan de los Remedios, el terruño, en sus entrañas.
Algunas síntesis biográficas indican que nació en 1936, y otras en 1948, aunque coloco en franca duda la segunda fecha, pues en más de una ocasión dijo que era un hombre de las postrimerías de los años 30 del pasado siglo. Sea una, tal vez la otra, sus narraciones llevan prendidas las existencias históricas de la Octava Villa de Cuba y de Caibarién, el litoral portuario y urbano que distinguió en constantes peleas con el Tésico, el original embarcadero remediano.
Semanas atrás, en diálogo ameno en el umbral de la casa, confesó que ya la opacidad de la vista apenas alcanzaba para percibir el rostro de los amigos y contertulios que lo visitaban. No entendí la respuesta como una despedida. Al amanecer de este domingo en la mañana el fraterno amigo, pintor y grabador Fernando Betancourt Piñero da testimonio de la infausta noticia: «murió Rogelín», y de inmediato pensé que la información no era cierta. 
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